Hasta en los carteles que acompañan los quiscos, durante los días del famoso carnaval santiaguero, hay cultura popular… y de la buena.
Sin ánimo de ser académico o conceptual, entiendo la cultura popular como las expresiones espontáneas de las personas o las interpretaciones que hacen tanto de lo que se oriente o esté en boga. En otras palabras: es lo que hace la gente con los iconos, frases, imágenes, conceptos… y cómo los reinterpretan y les dan un toque popular y muy utilitario.
Quien camina hoy por las verbenas del «Rumbón Mayor» se pregunta qué es «Santiago Arde». Este es un movimiento creado por el Partido y el Gobierno de la provincia bajo el cual se desarrollan proyectos vinculados con la calidad de vida, dígase constructivos, educativos, culturales, y de cualquier otra índole que redunde en beneficios en las personas.
Cuando uno ve los carteles de los quiscos del carnaval, es más que evidente la voluntad política de que este concepto sea resaltado en la más popular de las fiestas cubanas. Ahora bien, cada cual lo usa a su manera y mejor conveniencia, y lo mismo sucede con «Santiago en 26».
Pero los más interesante son aquellos que no tienen las orientaciones de nadie y nacen de la espontaneidad, del deseo de ser llamativos, empáticos y hasta de la más elemental de las razones: atraer clientes con el arte de hacer reír.
En todo caso tienen, además, el halo místico ese del carnaval santiaguero, que todo lo relaja y lo hace más popular e increíblemente bello. Lo que puede ser feo en otro momento del año, durante el «Rumbón Mayor» es sencillamente seductor y nostálgico.
Alguien parece que dijo un día que acompañar los quioscos con los personajes de los Walt Disney le daba cierto realce, y así es como Mickey Mouse, Minie Mouse, el Demonio de Tasmania, Donald y otros hacen su aparición en los días de fiesta popular con versiones que parecen salidas de un salón improvisado de cirugía estética.
A veces hay que mirar dos veces para saber si son ellos de verdad, ¿o será una estrategia por si algún día alguien se le ocurre demandar por derecho de imagen?
En los carteles de los quioscos de los carnavales hay de todo. Hay quien adopta esa usanza de los músicos y fomentan rivalidades, eso de ser el mejor, de vender el bocadito más sabroso… otros hasta se «auto dan chucho» y resaltan sus propias características físicas, y algunos hasta hacen declaraciones de código de conducta durante los días del carnaval o revelan su fe religiosa, y atrevidos pintan sus pequeños establecimientos con la “I” bien grande Industriales.
De todo puede pasar.
Los más osados, hasta cuquean con aquellas expresiones devenidas en el tiempo iconos de la Revolución, como la famosa frase de “Aquí no se rinde nadie” y le dan un sentido popular, porque más que históricas, forman parte del habla de las personas y es ahí donde se abrazan.
Pero este año en el Carnaval Santiaguero hay un cartel que resalta entre todos y ya ha dado de qué hablar y opiniones divididas. Se trata de un termo de cerveza que tiene la frase “Hasta siempre” y se acompaña del inconfundible rombo rojo y negro, la estrella y las ramas de olivo que Fidel Castro llevó sobre sus hombros por décadas.
Para algunos tomar algo que identifica a Fidel Castro, o la huella que dejó en Cuba o algo que lo vincule, como esta frase, y presentarla a un costado de un termo de cerveza es una manera de ver al líder de la Revolución de 1959 como alguien más cercano y no como un ídolo.
Para otros es un sacrilegio y me incluyo en este último grupo.
Con los íconos hay que ser muy cuidadoso cuando se recontextualizan, por muy popular o de pueblo que se la intención que se quiera dar. No creo que un presidente de un país, o algo que se le vincule, deba estar a un costado de un quiosco de bebidas alcohólicas. No es la manera de ser respetuoso, sin importar quien sea este o la nación que gobernara.
A pesar de este, para mí un desliz que se encuentra a la vista de todos, los carteles del carnaval santiaguero se gozan porque en ellos también vive lo tradicional y espontáneo de las personas, la misma escencia del ser cubano, y es este uno de los toques indiscutibles que tanta notoriedad dan a la que es considerada la mayor fiesta popular de Cuba.
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