Como si se tratara de parques recreativos itinerantes, es común que durante el verano se desplacen por los diferentes municipios del país algunos andamiajes mecánicos de gran tamaño y rudimentaria fabricación.
Sacatripas, cohetes, comeguapos y trencitos, son algunos de los sugerentes nombres con que la familia cubana reconoce en las diferentes regiones geográficas a esos artefactos artesanales, que una o dos veces al año cautivan a los más pequeños de la casa, pues vienen a suplir a los antiguos parques infantiles, sumidos hoy en un abandono casi generalizado.
Sin embargo, no es secreto para nadie que esos aparatos no cumplen muchas veces las normas técnicas y de funcionamiento básicas, de modo que constituye un verdadero riesgo confiarle la integridad física de nuestros hijos a esas rústicas invenciones.
Nunca se han ofrecido estadísticas relacionadas con el número de accidentes que se han generado en esos equipos, sin embargo, este martes la emisora radial CMHW, con programación online, publicó una entrevista al doctor Yandry Alfonso Chang, subdirector del Hospital Pediátrico José Luis Miranda de Villa Clara; en la que el directivo aseguró que se ha registrado un incremento en el número de accidentes en menores, cuando estos se encontraban en áreas recreativas.
El especialista informó que en el mes de julio se registraron tres casos de traumas cráneo encefálicos, todos ellos originados por descuidos de los mayores en diferentes áreas recreativas.
Si bien el doctor no relacionó directamente esos incidentes con los mencionados equipos, no pocas personas asumen con preocupación esa advertencia médica justo después de que concluyeran los carnavales de la pasada semana, y como parte de los cuales se ubicaron una treintena de aparatos en las distintas áreas festivas.
No pocas veces se han generado quejas respecto a la relativa facilidad con que el gobierno otorga licencias a los operarios de dichos equipos, sin realizar una inspección rigurosa y detallada de los mismos.
“Es increíble que a ellos les preocupe más que yo, supuestamente, me vaya a hacer rico siendo hostalero, que la seguridad de estos aparatos. Mi niña no monta ahí.”, explica Yuri, un trabajador por cuenta propia quien asegura que son más las inspecciones que le realizan a los cuentapropistas que rentan un espacio, que a los operarios de esos equipos destinados a la recreación infantil.
Casi siempre se reutilizan piezas, motores enrollados y componentes desechados por la industria. No existen cinturones de seguridad para evitar la caída de los pequeños en medio del vértigo y, ni siquiera, se acordonan los circuitos eléctricos para evitar el contacto con las líneas de 220 volts.
“Mira ese cohete, por ejemplo, está hecho de pedazos de latones y tanques viejos, sabrá Dios cómo los soldaron. Con la velocidad que eso alcanza no se hace pedazos en el aire de milagro”, explica Yuri.
Sin embargo, uno de los operarios le desmiente su apreciación, explica que en los 4 años que lleva trabajando con su equipo nunca ha tenido que lamentar un accidente y echa mano a sus papeles para demostrar que todo lo tiene en regla, mientras asegura que la última inspección la tuvo en noviembre del año precedente.
Más allá de la periodicidad con que debieran realizarse esos exámenes técnicos pudiéramos preguntarnos ¿Quiénes certifican en Cuba el empleo de estos equipos para la recreación infantil? ¿Estarán conscientes los padres del riesgo al que están sometiendo a sus hijos?
Desde el hospital pediátrico villaclareño ofrecen estadísticas realmente preocupantes.
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