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Milaisis Duany: "Quisiera poder trabajar en el exterior, irme contratada"

"La presión que sobre mí ejercieron los entrenadores en pos de poder contar conmigo, me hicieron cometer el error garrafal de apresurarme y volví al juego activo antes de completar mi recuperación. Esto imposibilito que yo fuera la misma, y ¿qué hicieron?: echarme a un lado", comenta, entre otras muchas cosas, Milaisis Duany en entrevista a CiberCuba.

Basquebolista cubana Milaisis Duany © Cortesía de la entrevistada
Basquebolista cubana Milaisis Duany Foto © Cortesía de la entrevistada

Este artículo es de hace 5 años

Una de las muchachas más lindas que ha integrado la selección nacional de baloncesto es nuestra entrevistada de hoy, la santiaguera Milaisis Duany, nacida en el seno de una familia eminentemente deportista, hija de la basquebolista Georgina Céspedes (la Yoya, apodo heredado por la hija) y Ubaldo Duany, saltador de longitud.

La sonrisa de la Duany iluminaba los peores momentos del equipo, los más difíciles. Su simpatía y pureza de espíritu se imponían.

Milaisis Duany/ Cortesía de la entrevistada

¿Por qué el baloncesto y no el atletismo?

“Yo nací, me crié viendo a mi mamá jugando sobre una cancha. Era profesora de Educación Física después de finalizar su corta carrera como jugadora. Yo siempre andaba con un balón en las manos, pero, ¿te digo algo? mi mamá quería que yo fuera voleibolista o atleta, pero a mí me corría el básquet.”

¿Cómo entraste a ser jugadora de baloncesto?

“Matriculé en la EIDE Capitán Orestes Acosta de Santiago de Cuba con apenas 7 añitos, empezando el tercer grado. Mis primeras entrenadoras fueron Marisela Hernández y Clara Nápoles.

“Participé en los Juegos Pioneriles desde los 8 aunque en la categoría 9-10 años. Así formé parte de la pre selección nacional de esas edades que compitió en un convivio en República Dominicana, pero, finalmente no hice equipo. Aún muchos, entre ellos yo, nos preguntamos por qué; imagínate que la única de las chicas de ese elenco que llegó al CUBA fui yo.”

¿Juegos Escolares; Juveniles?

“Claro, yo soy de la pirámide del alto rendimiento, e intervine en tres Juegos Nacionales Escolares y cinco Juveniles. Cuando terminé en la EIDE pasé directamente al CEAR Giraldo Córdova Cardín en la capital. Eso fue a los 13 años. Internacionalmente, en esas edades, asistí a los Panamericanos y Mundiales Juveniles, 1996 y 1997, en Querétano, México (cuartas) y Brasil.”

¿Quiénes eran los entrenadores de ese conjunto?

“Márgaro Pedroso, con el que seguí muchos años más, y Jorge Luis Lezcano, ya fallecido. En especial a Lezcano le agradezco mucho la educación que me inculcó en esa difícil edad del paso de la adolescencia a la juventud.”

De ahí, las puertas quedaron abiertas para entrar en la selección nacional de mayores. Corría el año 1997.

“Así es. Entré al Centro de entrenamiento de alto rendimiento Cerro Pelado bajo la égida de Miguelito del Río. Ya en el 99 integré la preselección a los Juegos Panamericanos de Winnipeg, pero no fue hasta el 2001 que hice equipo.”

¿En qué evento?

“En la Copa Panamericana efectuada ese año en Brasil materialicé mi sueño de ser una jugadora establecida en la selección nacional, donde me mantuve por una década. Ganamos las medallas de plata, detrás de las anfitrionas, y yo fui la mejor en por ciento de tiros libres.”

Tuve la oportunidad de compartir contigo varias competencias, la primera de ellas, el Mundial desarrollado en varias ciudades del sur de China, en el 2002. Todavía recuerdo a los scouts persiguiéndote a ti, a Yaquelín Plutín y Juliseni Soria.

“¡Hubiésemos podido hacer más, mucho más, pero recuerda que la Plutín se lesionó y no pudo dar el máximo. Ese equipo lo dirigía Pepito Ramírez, a quien le debo mucho, todo lo que aprendí en el seleccionado nacional, le debo un montón. Lograba de mí lo que quería sobre la cancha.

“En ese Mundial, no logramos fundir en uno a veteranas y jóvenes, y para lograr un buen resultado esa unión era fundamental, indispensable, máxime el gran nivel alcanzado en el planeta por el básquet para damas. Fuimos oncenas. Perdimos partidos increíbles, contra equipos inferiores.

“Yo estaba muy triste pero me sentí emocionada y hasta incrédula de que los scoauts se fijaran en mí como probable jugadora de la WNBC. Hubiera sido lindo, ¿verdad? El máximo nivel en la Tierra .”

Sin dudas, una gran experiencia a pesar del revés colectivo, pero también compartimos acontecimientos felices.

“Como en los Panamericanos de Santo Domingo, República Dominicana, en el 2003, cuando alcanzamos el título frente a Estados Unidos. Yo no era regular y la noche antes me llama Armando Acosta, segundo entrenador, y me dice: 'prepárate que mañana abres'.

“Imagínate, yo ni dormí. No estaba preparada psicológicamente pero, me dije, '¿qué mejor preparación que ser Duany y Céspedes?' Y así fue, salí a comerme la cancha.”

Recuerdo el final, estresante, tenso.

“Uy, sí. Faltando muy poco, estaba empatado el encuentro; la Ardilla Castillo hizo una transición, después de una gran pantalla de la Peca Martínez: quedé sola en la línea de tres puntos y todas y todos (incluyo a los cubanos que estaban en las gradas, a los dominicanos, a los latinos todos) me gritaron todos a una: '¡Estás sola!'

“Así marqué un canastazo de tres puntos, ventaja que no perderíamos hasta que sonó el silbato final. ¡Ése ha sido el momento más grande de mi vida!

“Formábamos una escuadra estupenda: Yamilé Martínez, la locomotora de Majagua Yaquelín Plutín, Taimarita Suero, Juliseni Soria, Lissette Castillo, Oyanaisis Gelis, Yayma Boulet, entre otras; excelentemente dirigidas por Pepito Ramírez. Nos merecíamos ganar y lo hicimos.”

Yo recuerdo que vi todo el partido sentada en la banca de las atletas. No me pregunten cómo pude hacerlo, pero lo hice, y mis brincos eran tales que llegaba al cesto. Recuerdo cuando abracé a Plutín, y Milaisis vino por detrás y nos caímos sobre la cancha. ¡Qué emoción!

A pesar de esto, Cuba no logra clasificar a sus chicas (y mucho menos los varones) a los Juegos Olímpicos de Atenas.

“Todavía me duele en medio del pecho. El torneo de las Américas, el mismo en el que ahora perdimos ante Paragüay, era clasificatorio y sólo daba ¡una! plaza sin repechage mundial. Allí sólo perdimos ante Brasil. ¡Siempre Brasil! Es mi mayor sinsabor: no ser olímpica.”

Llegaría el 2005 y con él, el precoz retiro de Milaisis Duany.

“Ni me lo recuerdes. Ese año quedamos segundas, detrás nuevamente de Brasil, y clasificamos para la final de la Liga Mundial que por esos tiempos se intentaba imbricar dentro del calendario del baloncesto femenino universal.

“Llegamos a Moscú que era la sede. Yo estaba estupenda, en mi mejor forma atlética, y viví el peor momento de mi vida. Se me rompió el tendón de Aquiles de la pierna izquierda. ¡En mi mejor momento!

“Yo estaba contratada para jugar en la fuerte liga rusa de primera división. Mi lesión fue tan grave que me alejó del deporte un año y medio (sólo tenía 26 de edad; o sea, tenía reales posibilidades de recuperarme y regresar a planos estelares).

“Al hotel donde me hospedaron en Moscú me fueron a visitar las que hubieran sido mis compañeras del equipo ruso así como el director técnico. Compañeras y director que nunca lo fueron.”

¿Qué pasó entonces?

“Regresé a La Habana y fui operada en el Hospital Ortopédico Frank País, y aprovecho esta oportunidad para agradecer las atenciones y el profesionalismo del profesor Álvarez Cambras y su equipo, Hugo, Liván y demás doctores, eminentes doctores que no sólo me hicieron regresar a la cancha sino que me pusieron a caminar sin ningún defecto.”

Entonces, ¿porqué Milaisis Duany no volvió a ser la estrella que era?

“Sencillo. La presión que sobre mí ejercieron los entrenadores en pos de poder contar conmigo, me hicieron cometer el error garrafal de apresurarme y volví al juego activo antes de completar mi recuperación. Esto imposibilito que yo fuera la misma, y ¿qué hicieron?: echarme a un lado.

La presión que sobre mí ejercieron los entrenadores en pos de poder contar conmigo, me hicieron cometer el error garrafal de apresurarme y volví al juego activo antes de completar mi recuperación

“A mí como atleta me dolió muchísimo y decidí que con 27 años era la hora de pedir mi retiro. Quiero aclarar que el DT Domingo Zabala se me acercó varias veces para hacerme desistir, pero yo estaba muy dolida, había tomado mi decisión.

“Imagínate, que yo, en el equipo, y no me daban ni un minuto en cancha, ¡ni un minuto! Ni en el entrenamiento.”

Otras compañeras tuyas como son, Ariadna Capiró, Taimara Suero, Yaquelín Plutín fueron a jugar como profesionales a otras ligas. ¿Por qué no hiciste lo mismo?

“No se me dio la oportunidad; lo hubiera hecho sin pensarlo dos veces. Tenía nivel, me había recuperado y podía conseguir cosas con las que soñaba (aspecto económico)”.

¿Momentos mejor y peor de tu vida?

“Además del triunfo en los Panamericanos de Santo Domingo, hacer el equipo Cuba en el 2001 es lo más alegre que me ha pasado; el peor, la precoz muerte de mi mamá con solo 38 años. A ella le doy gracias día a día por haberme dado las alas para volar cuando a los 13 años vine para la Habana.”

¿Quinteto ideal cubano?

“DT: Manuel 'el Gallego' Pérez sin olvidar a Pepito Ramírez; Reglita Hernández de 1; Margarita Skeet (y Dalia Henry) de 2; María Moré (hermana de Ana Fidelia Quirot) de 3; la Plutín, de 4, y doña Leonor Borrell de 5 (aquí añado a la Peca Martínez)”.

Milaisis Duany, ¿por la unión de todos los atletas cubanos en nuestras delegaciones?

“Por supuesto que sí. Todos somos CUBANOS, pero además nadie ha desertado, al menos la mayoría, por ir contra nuestra bandera, contra nuestra Patria. Todas la amamos por igual. Hay excepciones pero de ésos no hablo. Lo hago de los que están de acuerdo en vestir las Cuatro Letras y que se han ido para mejorar económicamente su vida y probarse al máximo nivel.”

¿Qué haces actualmente?

“Trabajo en el combinado deportivo Mártires de Girón en Playa; entreno niñas de entre 9 y 11 años. Tengo dos atletas prospectos de alta talla, Yeleni Surén y Lexy Plutín, que ojalá sea como la Locomotora de Majagua (mi gran amiga de siempre).

“Además funjo como asistente en el equipo juvenil femenino de La Habana. Estoy haciendo la maestría en entrenamiento deportivo. Estoy casada con Yordanis Noslén, cuentapropista.”

¿Deseos, sueños actuales para la Yoya del básquet cubano?

“Quisiera poder trabajar en el exterior, irme contratada. Mira a mi papá, quien me ha puesto el listón bien alto. Como sabes él es el entrenador de la triplista colombiana Caterine Ibargüen Mena, campeona olímpica y mundial.”

Con la misma sonrisa, ojos expresivos y dinamismo que la caracterizó como jugadora, Milaisis Duany se prepara a entrenar a sus pequeñas y sueña con mejorar su aún muy joven vida.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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