Como una de las ofertas del verano, abrió en Santiago de Cuba una nueva cremería-pizzería cuyos precios de los platos de helado oscilan entre los 0.65 centavos CUC y los 2.95 CUC, hecho que ha motivado, desde su apertura, la vieja polémica del salario y lo que con este se puede o no comprar en el país.
«Infinita» es el nuevo local que trae a la ciudad sabores de helados nunca antes visto en la urbe, ni siquiera cuando existía en la privilegiada zona de Ferreiro aquel sitio que se llamaba «Alondra»: kiwi, yogurt, mantequilla de maní, fior de latte, frambuesa, mare blue, manzana, café, cheesecake, menta, albaricoque, cassata siciliana, cereali, pistacchio, moscatel, además de los bien conocidos chocolate, vainilla, fresa, entre otros.
El otro hecho singular es que en el propio centro se elabora el helado, a partir de ingredientes importados y mezclados en una pequeña mini industria, lo que ha garantizado –hasta ahora y a menos de un mes de abierto– la calidad del producto, que sin dudas es bien cremoso, colorido y con sabores que abarcan una amplia gama de gustos.
Entonces, ¿dónde está el quid de la polémica?
Considerando que un salario básico mensual en Cuba ronda los 30 CUC, y que el plato más caro cuesta casi tres, es fácil entender el porqué de la polémica, sin embargo, el asunto no es tan sencillo.
Pero sería de ingenuos pensar que en la Cuba actual pudiera existir un local donde se ofrecieran helados con sabores tan variados, elaborados con materias primas importadas, y que una bola costara un peso. Incluso, en las cremerías más caras que existían hasta ahora, cada bola cuesta entre 2 y 3 pesos, y no tienen ni esa gran variedad tan exótica y tampoco esa calidad excepcional.
«Infinita», donde cada bola cuesta entre 7 y 8 pesos, está lejos de ser una opción para aquellos que se les llaman «cubanos de a pie», siempre y cuando lo analicemos desde el punto de vista del salario, que es como debía ser, para ser justos.
La otra arista del asunto es diferente.
Años atrás, cuando en Santiago de Cuba solo existían un coppelia, con sus precios acorde al bolsillo, y «Alondra», que era en CUC y bastante caro, incluso más que el actual «Infinita», la existencia de un local como este sí era un verdadero problema, pues ante la carencia de ofertas, las pocas no podían tener precios tan elevados.
Sin embargo, muy cerca de «Infinita» hay, en estos momentos, unas cuatro cremerías en CUP y un coppelia también en CUP, y si extendemos aún más la distancia de este cerco, habría que incluir otras dos cremerías en CUP y un coppelia en CUP.
Al final, la existencia de locales como estos, muy lejanos del salario promedio en el país –más en el oriente donde las personas ganan mucho menos– y del bolsillo del «cubano de a pie», siempre causará polémica, pues no debería ser.
Pero la realidad cubana no suele regirse por esa lógica.
Aun cuando muchos son del criterio de que si lugares como estos coexisten con otros más cercanos al nivel adquisitivo no deberían de doler tanto. Sin embargo, cuando comer una bola de helado cueste más que lo que se gane en un día, nunca estará bien, mírese por donde quiera que se mire.
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