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Subiendo y bajando lomas… así se camina en Santiago de Cuba

Las lomas lo dominan todo en Santiago de Cuba, más para el Centro Histórico que para otras locaciones, pero aun así están por doquier, y no hay quien escape de ellas. Son las responsables de una ciudad serpenteante, zigzagueante, con calles que cuando uno no está abrumado por los problemas de la cotidianidad, si miras bien, tienen unos cierres visuales hermosos

Calles empinadas de Santiago de Cuba © CiberCuba / José Roberto Loo Vázquez
Calles empinadas de Santiago de Cuba Foto © CiberCuba / José Roberto Loo Vázquez

Este artículo es de hace 5 años

Santiago no es la única ciudad cubana con lomas, no hay que ser tan egocéntricos y regionalistas, pero si de algo estoy seguro es que en ninguna otra urbe del país las personas conviven con sus pendientes y las han incorporan a su cotidianidad como lo hacen los hijos e hijas de la tierra caliente. Ahí no hay discusión.

CiberCuba / Las empinadas calles de Santiago de Cuba

A las dos de la tarde, en un día de cualquier verano, las calles exhalan vapor como perro que se estremece para arrancarse las pulgas. Cielo sin nubes en el horizonte y un sol que más que rajar, ultraja las piedras.

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Pacheco camina por La Alameda y dobla por Trinidad. Ese es el camino que todos días coge para ir para su casa luego de salir de su centro de trabajo. Antes de llegar a su destino final, siempre visita a familiares, incluyendo sus hijos, y amigos que le quedan de paso. Es la misma rutina a la que está habituado pero que se vuelve insoportablemente pesada en la época estival. No se acostumbra a vivir en una ciudad a la que le urge un sistema de transportación pública más eficiente, y tiene una edad donde lo sabe, a puro dolor en sus piernas.

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Vive muy cerca del Parque Abel Santamaría, justo en Trinidad. Antes de llegar a su casa sube una de las mayores pendientes de la ciudad y que tiene una característica peculiar: “casi cuando llegas al final de la loma tiene un pequeño descanso, unos pocos metros que te preparan para subir el resto, bien inclinado. Llegas con la lengua afuera y jadeando. En algún momento de mi vida me jubilaré del trabajo, porque este camino, todos los días, se ha vuelto una difícil carga. Será por la loma y no por enfermedad pues aún quería seguir trabajando… pero sé que llegará el día en que subir y bajar por Trinidad será cosa de una vez por semana”.

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Una historia similar es la de Nereida, pero ella tiene una solución: “cojo por Enramadas, voy evitando las lomas, voy por lugares menos inclinados, y de paso voy entrando a las tiendas, no porque vaya a comprar nada, sino para estar pendientes de las rebajas a ver qué consigo para revender luego”.

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Pero no todos pueden evadir estas largas serpientes de asfalto, mucho menos pagar 10 pesos para que un motorista te mueva.

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Asegura que no hay santo del panteón yoruba que le haga subir su calle cualquier día de verano a las tres de la tarde, “a esa hora el perro ni sigue al dueño ni le hace caso, ni levanta una guataca o ceja al verlo pasar”. Sonríe.

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Las lomas lo dominan todo en Santiago de Cuba, más para el Centro Histórico que para otras locaciones, pero aun así están por doquier, y no hay quien escape de ellas. Son las responsables de una ciudad serpenteante, zigzagueante, con calles que cuando uno no está abrumado por los problemas de la cotidianidad, si miras bien, tienen unos cierres visuales hermosos, y se dicen que únicos en el país, aunque no lo podría asegurar.

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Eso dicen los especialistas y se refieren a que las arterias originan paisajes urbanos sorprendentes: a veces miras una calle cuyo cierre visual son verdes montañas, otras el inmenso e intenso azul del mar caribe, a veces se entremezclan cables eléctricos con vetustas, añejas y corroídas edificaciones, y no pocas tienen tal inclinación que se asemejan a las piscinas infinitas, donde los bordes se pierden… pero en cualquier caso caminar por Santiago de Cuba nunca es una experiencia monótona… ¡claro!, si está usted dispuesto a mirar.

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Lo que es botón para un gigante, es escudo defensivo para un ratón: si a unos las lomas le hacen mella en el sosiego, para otros es la más hermosa de las características de una ciudad que se precia de tener más de medio milenio de fundada.

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Silvio conoce muchas ciudades italianas, “pero no cambio ninguna de ellas por la sabrosa brisa que entra por la ventana de la casa donde me alojo siempre que estoy en Santiago de Cuba, mientras me paro a observar el paisaje… siempre descubro, con desagrado, cómo las personas poco a poco cambian «la techa» hermosa de color rojo por el horrible hormigón… pero mientras no me quiten eso de ver las calles, seguir con mis ojos ese recorrido hasta terminar en el mar, soy feliz”.

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Hay quien asegura que las lomas de Santiago de Cuba son las responsables hasta de la belleza de los hijos e hijas queridos de esta ciudad. Mandy, uno de esos tuneros jocosos, una vez le propuso a su novia mandarla a la tierra caliente varios meses a subir y bajar las calles, “a ver si le salen nalgas, porque en El Chago, todo el mundo es fotingú, hombres y mujeres, y eso tiene que ser por las lomas, de tanto subirlas y bajarlas”.

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Él ora a los santos para que su mujer aplique a un programa de Maestría en la Universidad de Oriente y al menos, una semana al mes, suba y baje algunas de las famosas arterias inclinadas…, dice que “será una experiencia muy saludable para ella, para que mejore la circulación de la sangre en sus piernas”.

Obviamente a ella no le hace ninguna gracia el chiste… aunque no deja de caminar cuando está de visita en la antigua villa colonial, vaya a usted a saber por qué.

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Las escalinatas, esas que están regadas por varios puntos de la ciudad y que no solo se resumen en la muy popular y fotografiada de Padre Pico, son una solución arquitectónica al tema de las calles con enormes pendientes, pero no lo dude, esconden debajo enormes y descomunales planos inclinados.

CiberCuba / Escalinata en Santiago de Cuba

“A Santiago de Cuba le dicen la ciudad escalonada, es uno de sus epítetos, porque las escalinatas contribuyeron al sistema defensivo de la urbe, en épocas pasadas, porque prevenían en desplazamiento de armamentos dentro de la villa colonial, pero también permitían la circulación de las personas por lugares con diferencias de alturas”, comenta un arquitecto.

La más famosa es sin dudas la escalinata de Padre Pico, quizás por estar dentro de una barriada con aires franceses, o porque está dentro de una zona bien privilegiada del Centro Histórico. Sin embargo, todas tienen algo que les une, más allá de su ubicación en la urbe: como es imposible que transiten por ellas los carros y bicicletas, son el escenario hermoso para pasar las tardes conversando fuera de la casa, evadiendo el típico calor santiaguero, también para jugar dominó, hacer actividades deportivas los abuelos, etc.

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Hay muchas historias sobre las lomas de Santiago de Cuba. Se dice que hubo un borracho de la zona de Martí, que en medio de una de sus épicas hazañas de bajar varias botellas, casi fue a dar a la bahía de tanto rodar por una de estas arterias, pero de muy buena tinta sé de unos cuantos que al estar en un vehículo han echado un buen cojo… cuando se han visto en la punta de una de estas y les ha invadido la misma sensación de estar en una montaña rusa: la caída libre.

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“Una vez estaba de visita en Santiago de Cuba e íbamos en un carro. Cogimos por una calle cercana a Plaza de Marte, rumbo a Trocha. Ahí hay una loma corta pero muy inclinada. Estaba al lado del conductor. Cuando vimos esa loma, yo metí un grito que mejor ni te digo todas las malas palabras que lo acompañaron. El chofer era amigo mío, y te lo juro, buscó a alguien que siguiera conduciendo, dice que ese sube y baja de Santiago de Cuba no le gusta”, detalla Mandy.

Las lomas, así como el resto de las arterias de Santiago de Cuba, tienen sus historias. Unas veces recogidas en los libros, otras en el imaginario popular, pero siempre un lugar especial en el corazón de los nacidos en esta urbe. El santiaguero vive en las calles.

CiberCuba / Las empinadas calles de Santiago de Cuba

Sin embargo, las lomas a veces se les quiere, otras se les odia, pero de cualquier forma, sí hacen de esta una ubre con paisajes únicos.

“Cuando te paras delante de la loma de Trinidad, a las dos de la tarde, con el sol al hombro, quemándote las espaldas, es que te das cuenta que en Santiago de Cuba las lomas se suben para arriba y se bajan para abajo… y no es redundante”, sentencia Pacheco.

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.


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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.

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