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“Yo ni sabía que en El Salvador jugaban pelota”, dijo uno. “No, ni los salvadoreños tampoco”, añadió el otro.
La escena sintetiza el estado de opinión derivado de la última genialidad de los directivos del béisbol insular, quienes la víspera anunciaron un equipo para topar contra la selección de aquel país. Tal como lo lee.
Lo primero es la comedia del absurdo. Seamos honestos: que Cuba concierte un dual meet beisbolero contra los cuzcatlecos es tan inapropiado como que los ingenieros de la NASA vengan a pasar un doctorado en la CUJAE. Y que nadie se sienta ofendido con el símil, por favor: no es más que la verdad monda y lironda.
Lo segundo es una comedia de humor negro. ¿En serio vamos a llevar allá a muchos de los mejores peloteros del país? ¿Tan exigente va a ser el compromiso que necesitamos convocar a once de los jugadores que estarán en la Serie del Caribe? Cargar con Frederich Cepeda para el tope de marras es como si Brasil trajera a Neymar para un duelo contra Cuba.
Lo tercero es la comedia satírica en estado natural. Atención, damas y caballeros: se dice que el encuentro es un paso en el alistamiento del equipo con vistas a los Panamericanos de Lima 2019. Lo cual es tan ingenuo que raya en el cinismo. Es como si aceptáramos que subir hasta un segundo piso representa una parte de la preparación para escalar el Everest.
Nada, que hay que reírse.
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