Con el escueto título de “El Ídolo de Güines, subcampeón estadounidense”, Cubadebate ha reaccionado con un artículo de opinión firmado por Michel E. Torres Corona a la nueva condición del ajedrecista cubano, Leinier Domínguez, recientemente convertido en subcampeón de Estados Unidos.
“Se puede entender que una persona renuncie a su Patria. Podemos perdonar incluso que se tome la dulce Coca-Cola del olvido. Pero tampoco vamos a promoverlo ni a agasajarlo”, empieza Torres Corona.
A continuación el articulista declara que “la política del INDER y la institucionalidad cubana en general no obligaron a Leinier a jugar bajo la bandera estadounidense”, y subraya que fue una decisión suya, cargada de “repercusiones éticas y políticas”, según el punto de vista de quien lo valore.
Añade que el suyo es un “éxito” para el país que ahora “defiende”, y por ese motivo le resta toda significación “para Cuba”.
Aunque ha partido de señalar que las autoridades deportivas cubanas “no obligaron” a Leinier a jugar por Estados Unidos, poco después el propio periodista admite desconocer “la responsabilidad institucional” en el caso, y subraya que “si existe sería muy reprobable”.
A continuación, imparte una clase de patriotismo: “La historia moderna está llena de individuos que enarbolaron dos o más banderas: yo me reservo los aplausos para los que no asumieron esa postura”.
El periodista intenta restar peso a su declaración y declara que no es su intención cuestionar la libertad de las personas para elegir su lugar de residencia ni “tampoco quitarle a nadie el hecho de sentirse cubano”.
Sin embargo, aunque subraya que “cada quien es soberano de su destino”, en el caso de los abandonos deportivos, dictamina que no se puede “exigir que Cuba celebre a esos que ahora compiten (incluso contra ella misma) en equipos de otras nacionalidades”.
Michel E. Torres Corona reconoce que “algunos” se han manifestado en las redes sociales pidiendo que los medios de prensa estatales den cobertura al triunfo deportivo del ajedrecista.
“El quid de la cuestión lo pone y lo quita la gente según sean sus intereses y su perspectiva sobre el asunto”, afirma. “La prensa cubana no tiene la ‘obligación’ de cubrir sus éxitos”, asegura.
“Para cada decisión en la vida hay una consecuencia. No se puede estar con los indios y con los cowboys" y por ese motivo destaca que "Cuba no tiene que agasajarlo como el hijo prodigio que abandonó su seno, en nostálgica espera por su regreso”, agrega.
El periodista afirma que “sentirse cubano”, no es garantía de nada, y sus razones son las siguientes: cubanos se sintieron también Luis Posada Carriles, Fulgencio Batista o Gerardo Machado.
“Una cosa es ser cubano. Y otra cosa muy distinta es merecerlo. Y que conste que ya no hablo de Leinier. No hablo siquiera del deporte. Hablo de esa defensa a ultranza que se hace de cualquier individuo por el mero hecho de haber nacido en la Mayor de las Antillas, no importa qué decisiones haya tomado o las posturas que, con respecto a su propio pueblo, su país, haya adoptado", concluye Michel E. Torres Corona.
El triunfo de Leinier Domínguez en una de las superpotencias del ajedrez mundial representa una gesta que el ajedrecista firmó en un evento donde participaban tres de los trebejistas más cotizados del planeta, dos de los cuales no pudieron aventajarlo en la clasificación final. Se trataba, además, del primer evento oficial que disputa tras estar dos años inactivo.
En 2018 Domínguez fue excluido de la preselección cubana a la Olimpiada Mundial de Ajedrez por residir desde hace algo más de dos años en Estados Unidos.
En diciembre de 2018 se supo que Leinier Domínguez estaba registrado en la federación norteamericana de ajedrez.
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