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“La economía cubana no da para más, pero no llegará a haber un período especial”

El economista cubano Elías Amor ve arriesgado iniciar a partir del año que viene la descentralización económica anunciada por Díaz-Canel. “Como decía San Ignacio de Loyola, en tiempos de tribulación es mejor no hacer mudanzas”, explica.

La Casa del Perro en Calle 23 y K © CiberCuba
La Casa del Perro en Calle 23 y K Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

El Gobierno cubano anunció hace cuatro meses que preparaba la descentralización de la economía más ambiciosa en 60 años. Ese cambio ya tiene fecha. Hace una semana el mandatario Miguel Díaz-Canel dijo que a partir del año que viene los planes económicos “no llegarán desde arriba”. Sobre la viabilidad del nuevo modelo, CiberCuba ha hablado con el economista cubano residente en España, Elías Amor.

El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel ha anunciado la descentralización de la economía cubana que prometió en 2015. ¿Es viable acometer esa reforma en el corto plazo?

Lo primero que se debe tener en cuenta es que no se trata de una descentralización de la economía, sino tan solo del instrumento de la planificación central que realiza el estado comunista hacia las empresas, también estatales. El marco jurídico de derechos de propiedad no se altera. La descentralización real de la economía que supondría el aumento del sector privado y un retroceso similar del estatal, ni se la plantean, y mucho menos con la declaración de estado socialista escrita con sangre en la nueva Constitución. Una verdadera descentralización de la economía, como la que hicieron los vietnamitas con el Doi Moi es impensable con esta generación de dirigentes políticos. Por tanto, dudo que veamos cambios de ningún tipo.

Con respecto a lo segundo, llevar el instrumento de la planificación del Estado a las empresas, lo problemático ha sido el momento elegido, lo que hace inviable acometer la reforma. A nadie se le escapa que la economía cubana se encuentra, desde 2016, atravesando una etapa muy complicada, con bajos crecimientos del PIB, en el entorno del 1% totalmente insuficientes para generar recursos. La oferta productiva está paralizada, aparecen problemas de abastecimiento en los comercios, las tensiones de precios son insoportables y la competitividad exterior es nula. Ni siquiera han conseguido la unificación de las dos monedas en circulación. En tales condiciones, parece muy arriesgada esta decisión de planificar desde abajo, desde las empresas, sobre todo por la falta de experiencia, e insisto, porque el momento económico no es el más adecuado para hacerlo. San Ignacio de Loyola decía que “en tiempos de tribulación no conviene hacer mudanza”, creo que esta frase es perfectamente aplicable a la situación actual del régimen castrista. Puede ser peor el remedio que la enfermedad misma.

¿Qué efectos puede tener la descentralización de la economía?

Todos buenos, si se hace correctamente. En el Doi Moi la descentralización supuso, por ejemplo, que la agricultura improductiva y poco eficiente de la época estalinista, se convirtió en un sector potente, que no sólo daba de comer a toda la población, sino que permitía exportar los excedentes al resto de Asia, y ahí tenemos a Vietnam, una economía altamente descentralizada, donde la planificación central ha sido sustituida por la propiedad privada en numerosos sectores. Actualmente la economía crece por encima del 6% anual y se acabará convirtiendo en uno de los países más desarrollados de la región. La participación del Estado en la economía de Vietnam de un 90% ha bajado a poco más del 40% y seguirá disminuyendo, de acuerdo con la estrategia aprobada por el gobierno.

La descentralización de la economía exige algo que las autoridades castristas han dicho en numerosas ocasiones que no van a hacer: la creación de un marco jurídico estable para el respeto a los derechos de propiedad privada y garantías para la acumulación de riqueza, la inversión y el reparto de beneficios por las empresas privadas. En Cuba esto es inviable porque el Estado concentra toda la propiedad, y solo deja pequeños espacios a los agentes privados (el empleo privado solo alcanza un 13% del total, cuando debería representar más del 80%). Esta distancia entre lo estatal y lo privado ofrece una explicación de por qué la economía cubana funciona tan mal. La descentralización supondría separar al estado del control de la economía, y eso el régimen, por su ideología comunista conservadora y reaccionaria, no lo va a permitir.

¿Estamos ante una neoprivatización de empresas públicas? O sea, ¿viene en camino el reparto de las empresas del país?

Sin un cambio en el marco jurídico de derechos de propiedad, es inviable. Es cierto que cada día hablan más de esa entelequia que denominan “propiedad del pueblo de los medios de producción”, dejando entrever la majadería que los cubanos son realmente dueños de los activos de la economía y que el estado solo se encarga de la gestión de los mismos. Esto es engañoso, porque el estado, el conglomerado de empresas del ejército y la seguridad, ejerce su control y poder sobre una parte muy significativa de los activos de la economía, sobre todo los más competitivos, rentables y abiertos al exterior, y el “pueblo cubano” no participa de nada esto. Es más, los nuevos trabajadores independientes tienen prohibido acceder a numerosas actividades que se mantienen bajo dependencia estatal. Por otro lado, en la constitución han establecido la empresa estatal como eje de la economía y la prohibición expresa de enriquecimiento privado. Con estas mimbres, es muy difícil construir un cesto. No hay neoprivatización, ni entrega formal de la propiedad a los trabajadores, aunque el reparto de empresas es algo que se viene realizando desde los tiempos del llamado “perfeccionamiento empresarial” de Murillo, cuando el ejército y la seguridad pasaron a controlar las empresas más rentables.

¿Por qué cree que se toma esa medida en estos momentos? ¿Llega tarde o aún están a tiempo de esquivar la recesión?

La situación de la economía no da para más. Cae por un precipicio, por la falta de motivación, productividad, bajos salarios, obstáculos burocráticos y en los próximos meses se van a notar los efectos de la Ley Helms Burton y las nuevas medidas respecto a viajes de cruceros y de persona a persona adoptadas por EEUU. Además, la economía mundial se está apagando, con un crecimiento cada vez menor, lo que va a incidir en los resultados del turismo, y Cuba se verá perjudicada por ello también. Los precios del petróleo pueden escalar de forma importante, si se produce un conflicto en Irán, y entonces, la situación se puede poner más difícil aún.

Es decir, se trata de un momento complicado para poner en marcha este tipo de experimentos castristas. Tengo la sensación de que están poco reflexionados, y que es una jugada de imagen de Díaz-Canel y su ministro de economía, que les puede salir mal, con graves consecuencias para la sociedad. Han publicado en la web del ministerio de economía un volumen de información imposible de leer sobre lo que quieren hacer, que resulta impracticable en su ejecución. Desde luego, actuando de este modo, no se esquiva una recesión, ni se facilitan las condiciones para la mejora de la calidad de vida y bienestar en Cuba. Los tiempos difíciles no han llegado aún.

La economía cubana preveía cerrar el año con un crecimiento del 1,5%. Sin los cruceros y sin el petróleo venezolano ¿habrá periodo especial o no tan especial como el de los 90?

No llegará a ser un período especial, porque las circunstancias actuales son distintas a las que existían entonces. Ya existe un sector privado minoritario, pero altamente productivo, a la isla llegan remesas de las familias del exterior (incluidos los profesionales) en cuantía realmente importante que ayudan a sobrellevar la situación, se trata de colchones que pueden amortiguar los golpes. El gobierno debería hacer todo lo posible por aumentar el tamaño del sector privado, que es lo que mejor funciona, reduciendo el peso del estado, y entonces, las cosas podrían ir mucho mejor.

La incidencia de los cruceros hay que situarla en los justos términos. Según estadísticas de la Organización Mundial de Turismo, el porcentaje de viajeros de cruceros sobre el total del turismo a nivel internacional no supera el 3%, incluso en zonas como el Caribe con una elevada actividad de cruceros. Es decir, es una pequeña parte comparada con el total. En Cuba, la mayor parte del turismo llega por avión. La incidencia de los cruceros sobre la economía es limitada, pero se ha estado utilizando como propaganda por el régimen para su estrategia de “victimismo” respecto a Estados Unidos. En cambio, el petróleo sí que puede dar problemas si el precio se dispara y Venezuela sigue reduciendo los envíos a Cuba. Entonces habrá que acudir a los mercados internacionales y pagar el precio de mercado. No creo que la economía cubana esté preparada para eso. Encontrar otro proveedor dispuesto a vender petróleo a precio subvencionado, es inviable. Díaz-Canel no es un Castro.

El Gobierno cubano suele tardar mucho tiempo desde que anuncia una medida hasta que la ejecuta. Ahí están los lineamientos de 2011, que siguen sin ponerse en marcha al 100%. ¿Qué cree que va a pasar con el fin de las órdenes de arriba en la economía?

Pienso que el régimen castrista ha diseñado un modelo, con la nueva constitución, para seguir dirigiendo la economía desde el estado, con criterios ideológicos y políticos, no económicos. Esta decisión tiene un precio en términos de eficiencia económica y prosperidad para el país, pero igualmente supone trasladar al exterior, a los mercados de capitales, una definición de la economía que probablemente no es del agrado de todo el mundo que presta dinero. En el mundo, las opciones estalinistas para la economía han pasado a la historia, y salvo los casos excepcionales de Yemen o Corea del norte, Cuba no puede pretender imponer su modelo al mundo y lograr que le otorguen credibilidad y confianza en los mercados internacionales de capitales. Esta es una de las razones por las que ha funcionado tan mal la Ley 118 de inversiones extranjeras.

Los inversores están perdiendo la convicción de que en Cuba, en su economía, se iban a producir cambios hacia la economía de mercado libre, tras la desaparición de Castro. Es una frustración que embarga a muchos, y me consta que el régimen ha recibido recomendaciones para abandonar ese numantismo económico que no lleva a ningún sitio. La conclusión la conocemos, no han movido ni una coma de los planteamientos clásicos y las “órdenes de arriba” seguirán definiendo el funcionamiento de la economía. Hasta que alguien se canse de prestar dinero, y entonces, ya se verá.

Los campesinos cubanos podrán firmar contratos con empresas sin intermediarios. ¿Qué le parece la medida?

Esta medida comporta riesgos, pero igualmente podría funcionar bien. Riesgos porque si a los campesinos no se les permite aumentar la superficie de tierra para obtener más producción, no podrán atender esos pedidos procedentes del turismo, por ejemplo. En Cuba para lograr más tierra cultivable, con la única fórmula de arrendamiento, hay que superar una serie de trabas burocráticas que, en caso positivo, suelen acabar el procedimiento cuando la necesidad de producción ya ha desaparecido.

Por otra parte, el traslado de la producción, una vez cosechada en el campo, plantea problemas si no se cuenta con medios de transporte adecuados y gente que preste el servicio. Por último, la calidad. La producción que se dirige a los hoteles debe cumplir con estándares de calidad muy elevados, y por supuesto, superiores a los que se ofrecen a la población.

La ventaja principal es que permite obtener ingresos con los que realizar inversiones en fitosanitarios, bienes de equipo, tecnología, lo que sería posible si existieran mercados mayoristas especializados en estos productos, y aquí, nuevamente, el régimen da muestras de incompetencia, por cuanto sigue sin autorizar a los agentes privados en la distribución. En tal caso, se recurre a mulas para traer del exterior esos insumos, pero este modelo es insostenible, y no lleva a ningún sitio.

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Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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