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"Hemos diseñado un país donde el que más vale es el que llega 'de afuera’", cubanos opinan sobre el trato al turista nacional

"Fundamentalmente en la temporada baja, que es en la que nos encontramos ya, el turismo nacional contribuye decisivamente a llenar los hoteles, pero como retribución solo recibe un trato distinto y distante del que se le da a canadienses, alemanes, y demás"

Autobús turístico en 23 y M © CiberCuba
Autobús turístico en 23 y M Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

Aunque es apicultor, Efraín Verbena, de 48 años, ha tenido una amplia experiencia en lo que a estancia en instalaciones turísticas cubanas se refiere. Hace alrededor de seis años que pasa al menos un fin de semana en Varadero o en la cayería Norte de Ciego de Ávila, pero no se siente aún “como un turista”.

Según explica este santaclareño, “es una pena tremendísima que en Cuba para donde quiera que uno se vire, el cubano sea el extraño. Le rendimos culto a los extranjeros, le facilitamos una buena estancia, pero con nosotros nos comportamos como lobos. Fundamentalmente en la temporada baja, que es en la que nos encontramos ya, el turismo nacional contribuye decisivamente a llenar los hoteles, pero como retribución solo recibe un trato distinto y distante del que se le da a canadienses, alemanes, y demás.

“En el bar, la bebida es de la calidad más baja, y el café parece colado en cualquier cafetería estatal. Y la situación se agrava en el restaurante, donde se ha reducido la diversidad de platos hasta el punto de que puedes encontrar un par de platos fuertes nada más, incluida la claria. Eso, sin mencionar la cara de los dependientes, que da la sensación de que te atienden a disgusto. Por más que nos resistamos a aceptarlo, hemos diseñado un país donde el que más vale es el que llega de eso que llamamos, popularmente, ‘de afuera’”, afirma.

Sin embargo, desde que en 2008 se abrieron las agencias de viaje nacionales y las carpetas de los hoteles cubanos al llamado mercado interno, el turismo nacional no solo ha repercutido positivamente en los ingresos turísticos en CUC, sino que ha ayudado en el amortiguamiento de la estacionalidad ya que su período de alta coincide con el de la baja del turismo internacional.

A tenor con la artesana Gisela, de 41 años, “voy a un hotel a recondenarme la existencia. Si es verano, como lo que hay son cubanos, la animación no existe, el buffet está de lágrimas y en las cafeterías todo es 'no hay' o 'se acabó'. Incluso si el hotel está medio vacío, escuchas a los trabajadores quejándose del 'cubaneo'.

“El año pasado me pasé un día y medio con mi familia comiendo hamburguesa y embutido en un hotel cinco estrellas. Eso da vergüenza. Es verdad que hay cubanos que llegan y arrasan y eso está mal, pero somos clientes y pagamos igual o más que los extranjeros y hay que darnos el servicio que contratamos, ni más ni menos. Ojalá poco a poco todos pudiéramos ir a un hotel. Fueron muchos años sin disfrutar de sus ofertas”, comenta.

Desde la óptica del arrendatario privado Francisco, “el turismo en vez de ampliar la planta hotelera con instalaciones de lujo, debe mejorar la existente. Que la ocupación no esté ni al 50% es un síntoma de que persiste ineficiencia. El problema de Cuba es que la industria nacional sigue paralizada y no puede satisfacer las necesidades del sector y está muy lejos de hacerlo.

“¿Cómo se entiende que haya hoteles en los que a la hora del desayuno falte pan o den yogurt de un solo sabor? A veces ni alcanza la comida para todos los clientes. ¿Eso pasa solo con los cubanos o también con los extranjeros? El desarrollo de esta industria no solo debe poner atención a los mejores hoteles, sino a todos porque tienen que existir hoteles e infraestructuras extrahoteleras para todos los bolsillos. Considero que al turismo nacional hay que ofertarle un precio diferenciado, como hacemos nosotros los particulares.

“Otra situación que afecta sobre manera, es que si no estás en los principales polos turísticos, como Varadero, Holguín, La Habana y Ciego de Ávila, la atención es todavía peor. Entiendo que hay que tener un nivel de prioridad, pero no solo centrarse en los hoteles todo incluido”, acota el cuentapropista.

Un forista de Cubadebate se pregunta “¿qué proyecciones existen para el turismo nacional? Hablamos de costos, habitaciones, nuevas instalaciones, pero nadie menciona (y los siguientes datos son reales), que una familia cubana de dos adultos y un niño de 13 años y uno de ocho paga por cuatro días en un X hotel, X cantidad de CUC... Pero ese mismo hotel por la misma cantidad de dinero le da a una familia de Argentina de aproximadamente la misma composición una oferta para hacer el viaje y hospedarse por siete días. Por favor, como dice una canción: 'El cubano al mismo cubano le estorba'”.

De acuerdo con lo que confiesa Tony también en Cubadebate: “Vivo en Varadero que, como todos saben es el principal polo turístico de sol y playa, y este ha sido el peor año del mismo. Los hoteles están vacíos y la comida para qué. Y en las noticias dan cifras de arribo de visitantes creo que exageradas. Seguro ahí están incluyendo a los cubanos que viven en otros países, que vienen de visita. Tienen que tomar medidas. Gracias al turismo nacional muchos hoteles no están cerrados”.

Al decir del ingeniero industrial Jorge Alberto, “a nosotros no nos dan en muchos lugares las mismas atenciones y el respeto que se le ofrece al turista internacional para que se sienta cómodo, sobre todo si es un cubano americano, que son de los que más propina dejan y más gastan en cualquier lugar que visitan.

“Yo voy par de veces al año a Varadero, pero con el dinero que mi familia me manda desde Miami. Si fuera por mi salario no podría ir más que a un campismo o a un hotelucho de la Empresa de Alojamiento, que se pagan barato y en moneda nacional.

“No obstante, en los hoteles tres y cuatro estrellas en los que he estado se siguen reduciendo los costos y eso afecta la calidad de los servicios. Cada año que voy hay ofertas más pobres que el anterior. Si no hay ‘costo' la comida no es buena y las bebidas tampoco, ni hay líquidos para las piscinas, ni materiales para mantener las habitaciones”, ratifica el empresario estatal de 38 años.

En palabras de Yamila, “yo nunca he ido a un hotel y como es natural estoy loca por ir, pero ¿de qué manera?, ¿comiéndome un cable durante un año entero o quizás dos para disfrutar de tres días y dos noches en Varadero? La gente inventa todo tipo de cosas para poder ir a un sitio de estos al menos una vez en la vida, cuando es para que pudiéramos disfrutar de ello más a menudo. Sin embargo, disfrutan más los hoteles los que no son de aquí y los que no trabajan.

“A mi modo de ver el problema fundamental del turismo es la poca importancia que se le da al mismo en varios territorios. Hay que dejar de pensar al país para un extranjero. El desarrollo del turismo necesita tener más en cuenta a los turistas nacionales porque son los clientes potenciales, con los que se puede contar durante todo el año. Por eso hay que saber explotar cada atractivo de nuestros pueblos y ciudades”, plantea la económica de 45 años.

Por otro lado, destaca el médico Ricardo que “antes del 90 para un cubano un día en el Habana Libre costaba 33 pesos. Ahora la mayoría de los que van son los que reciben remesas o cubanos que tienen el CUC necesario para poder pagar. Yo, que trabajo desde hace 22 años, no he podido darme el lujo de un hotel ya que solo gano para comer. El 80% de los cubanos a lo que más tiene acceso es a los campismos populares.

“Muchos nacionales van a los hoteles en los meses de verano, pero si los precios bajaran serían muchos más. ¿Qué necesidad hay de que, en la baja del turismo internacional, los hoteles estén casi vacíos, si aquí hay cubanos con tremendas ganas de disfrutar y de pagar hasta donde se pueda? Sé que hay cubanos indisciplinados, pero es deber de los trabajadores del sector mantenerlos a raya y ser rigurosos con el cuidado de las instalaciones. El aumento de los precios a costa de bajos niveles de eficiencia y calidad debe parar. Todos merecemos vacacionar dignamente”, concluye.



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