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Voleibol cubano y el rostro de su medalla de plata en Lima

El voleibol registró la actuación más destacada de la delegación cubana este domingo y es lo mejor en cuanto a deportes colectivos en los Juegos Panamericanos de la capital peruana

Voleibol cubano © Cubadebate
Voleibol cubano Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 4 años

Después de jugar un sensacional partido ante Brasil en ronda semifinal, el equipo cubano de voleibol masculino no mostró su mejor rostro en la discusión de la medalla de oro de Lima 2019 frente a un elenco de Argentina que fue mejor desde el calentamiento, a pesar de ser tan joven como la selección antillana.

Sí, porque entre los argumentos para explicar el “cambio de imagen” de un partido a otro está que “son muchachos jóvenes”, pero ¿y sus rivales? ¿Acaso tienen 40 años o van en busca de pasar al retiro? No. Un dato deja al desnudo tal pretexto: menos el atacador auxiliar y olímpico en Londres 2012, Nicolás Bruno, hoy con 30 años, el resto de los titulares de la escuadra albiceleste no pasa de los 24 abriles.

Es decir, los jugadores fundamentales de Argentina son tan jóvenes como los jugadores fundamentales de Cuba y cuando hace menos de un mes esa misma nómina de la Isla venció a ese mismo equipo sudamericano en la Copa Panamericana, la prensa ni los aficionados argentinos expusieron que ese era un equipo joven, algo que, incluso, bien pudo suceder, porque se trata de su plantel B (segundo en importancia).

Conclusión. No ganó un equipo súper experimentado. No se perdió porque nuestros jugadores son demasiado jóvenes. No se jugó contra la mejor plantilla de Argentina. Claro, si Cuba tuviese a todos sus jugadores disponibles (absolutamente todos), no tenga dudas en que el segundo grupo de la mayor de las Antillas sería superior a su similar del país sudamericano. Pero el sueño supera a la realidad y Cuba perdió porque Argentina fue mejor, porque, además, tuvo (tiene) un técnico que piensa, habla y educa.

Mientras el entrenador argentino no levantaba su voz y daba indicaciones certeras, en la banca de Cuba apenas se escuchaba el “vamos, muchachos”, “peores juegos hemos levantado”, “son solo cinco puntos de diferencia”. Nada de plan táctico. Cero explicaciones técnicas. Todo se trataba de valor, de coraje, y en el deporte contemporáneo el talento va delante de la disposición. Y Argentina mostró talento y disposición, mientras Cuba quedó solo en lo segundo.

Horacio Dileo, el DT ganador, aprendió de sus derrotas ante Cuba en la Copa Panamericana disputada en Colima, México, y le ganó la partida estratégica a Nicolás Vives, que solo se dedicó a aplaudir, incluso, su capitán Liván Osoria tuvo que tomar la palabra en aras de alcanzar un superior funcionamiento en la cancha.

A pesar de todo, el voleibol registró la actuación más destacada de la delegación cubana este domingo y es lo mejor en cuanto a deportes colectivos en los Juegos Panamericanos de la capital peruana. Además, el equipo borró la imagen dejada en los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018, cuando culminó en la cuarta posición.

Una generación que logró discutir un título que no se alcanza desde Winnipeg 1999. Una medalla de plata que mantiene la idea de que Cuba es una máquina de crear voleibolistas, algunos con más talento que otros. Lo más negativo (y triste) es que los más talentosos ya no viven en Cuba, ni representan a Cuba, al menos hasta que tres de esos (tantos) jerarcas regresen en los próximos meses: Robertlandy Simón, Raidel Hierrezuelo y Michael Sánchez.

Ahora muchos restan méritos a la medalla de plata y dicen que Cuba perdió, cuando deberían mencionar que Argentina ganó. Existe una enfermedad crónica en no saber reconocer el trabajo de los rivales y solo culpar a los nuestros en cada revés. Mientras el mundo se mueve al ritmo del siglo XXI, Cuba y su deporte están estancados en algún día nublado antes de la caída de la Unión Soviética. Los planes de estudios son los mismos. Los planes de entrenamientos son los mismos. Las ideas son las mismas. Los argumentos son los mismos. Cuba es la misma.

Al final, el equipo de Vives cedió por barrida, con marcadores de 25-20, 25-17 y 25-20, y la imagen dejada fue descompuesta. Eso, tal vez, es lo más discutible, la manera en que se perdió, porque perder siempre es opción y más cuando tantas cosas mal se hacen en este país en materia deportiva.

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