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Cubanos opinan sobre los precios topados: "Solo se cumplen en la prensa"

“Seguimos centrados en repartir la pobreza en vez de preocuparnos por producir más riquezas, mientras vemos cómo los productos agropecuarios se pudren en el campo por la ineficiencia de las empresas estatales".

Cuentapropismo en Cuba © CiberCuba
Cuentapropismo en Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

En las últimas semanas se ha hecho costumbre topar precios en Cuba y con eso, se ha ido extendiendo la decepción de la población. Para más de un habitante de la isla, la medida gubernamental aplicada recientemente sobre los productos agropecuarios de provincias como La Habana y Santiago de Cuba le han puesto “la tapa al pomo”.

En el caso de la capital, las autoridades han especificado que se establecerán precios máximos de venta de productos agropecuarios que comercializan los trabajadores por cuenta propia, los concurrentes a los mercados de oferta y demanda y los carretilleros. Los mismos se pondrán en vigor desde el 15 de agosto y hasta que culmine septiembre.

De acuerdo con la ama de casa Raquel, de 41 años, “se trata de una medida que no es oportuna ni acertada porque no se corresponde con los salarios. En el intento de impedir que suban los precios, el gobierno ha estado poniéndole un techo muy grande a la mayoría de los productos de primera necesidad. Es lógico que nos sintamos disgustados porque los propios mecanismos de las autoridades están corruptos.

“Está claro que el que topa los precios lo hace en una oficina con aire acondicionado o montado en un carro moderno, sin tener que preocuparse por buscar la comida en la calle porque se la regalan o la compra a precio de gallina enferma. No veo más que la posibilidad de que aumente el descontento”, asegura.

En opinión del cuentapropista Camilo, de 38 años, “seguimos centrados en repartir la pobreza en vez de preocuparnos por producir más riquezas, mientras vemos cómo los productos agropecuarios se pudren en el campo por la ineficiencia de las empresas estatales y en los mercados la comida se bota antes de venderla más barata.

“Los precios topados generan nuevos problemas. Yo solo veo una pequeña rebaja en la carne de cerdo. La mejor manera de que haya comida es que se produzca más e impere la ley de oferta y demanda. A nosotros, los infelices, nos toca comprar lo poco que podamos, incluso cuando los alimentos son de mala calidad porque cuestan lo mismo a las ocho de la mañana que a las cinco de la tarde.

“El mercado se regula solo. El tema no está en fijar los precios sino en que haya más que vender, pero eso es propio de la economía capitalista y aquí nos obligan a decir que el capitalismo es malo. Además, no hay control. Los negociantes van a vender al precio que les dé la gana y el afectado será el cubano medio porque topados y todo no están baratos”, explica el agente de Telecomunicaciones.

A tenor con la maestra Liudmila, quien reside en el municipio capitalino del Cerro, “todo lo subieron, incluso lo que tiene valor agregado por venderse lavado y en nylon. Por suerte, la carne fue de lo que menos aumentó. Con esas tarifas, en una fruta bomba, unas libritas de frijoles, cebolla, limón, boniato y carne de cerdo, se me va el incremento salarial que me toca.

“No hay rebaja ninguna, sino un tope abusivo. Con esos precios, necesito trabajar una semana para hacer una comida. Realmente estoy perturbada. Son precios excesivamente altos para un trabajador estatal, incluidos los beneficiados en el aumento salarial. Estas medidas son una burla o una muestra de total desconocimiento de la realidad que vivimos.

“Se trata de una medida que no favorece nuestras demandas. Todavía debemos gastar el salario solo comprando sazones. Es una falta de respeto”, afirma la profesora de 39 años.

Del mismo modo, en Santiago de Cuba se toparon los precios para los productos agropecuarios en mercados de oferta y demanda, concurrentes, puntos de venta y carretilleros. Algunos de los alimentos cuyo costo se he restringido son viandas, vegetales, frijoles, maíz, frutas, carne de cerdo y de ovino-caprino, ahumados, huevos, aves, conejo y otros renglones.

Tal como ratifica el taxista Romelio, “debían llamarse los precios del abuso y no precios topados. La carne de cerdo está en algunos lugares a 37 pesos la libra, cuando decían que se mantendría más baja, y la libra de boniato, a tres pesos. Ahora se necesitará al menos un día de trabajo o más para comprar boniato suficiente para una comida familiar. Lo peor es que lo publican como una decisión a favor del pueblo.

“¿Cómo entender que varias producciones se pierden en el campo y en las ciudades falta el producto? Al parecer, donde único se cumple lo que dicen los dirigentes en Cuba es en la prensa. El discurso va por un lado y la realidad por otra. Se debería atacar las causas del problema y no maquillar las consecuencias”, agrega el chofer.

Por otro lado, considera el arrendatario privado Rigoberto, de 49 años, “estos topes serán en vano, como lo han sido hasta ahora. Si no se incentiva la producción y se le da libertad al campesino para que comercialice directamente su cosecha, el cuartico seguirá igualito.

“En todas las provincias están publicando el listado de precios topados, sin embargo, los comerciantes particulares se ríen de eso, principalmente en los agromercados. No hay control efectivo y los afectados seguimos siendo los que no tenemos ni dónde caernos muertos. No solo afectan nuestros bolsillos, sino nuestra salud mental y física”, acota.

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