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En China hay opciones para emprendedores cubanos

Entrevista a Isidro Estrada, un cubano que lleva 24 años viviendo en China.

Isidro Estrada y su esposa © Cortesía del entrevistado
Isidro Estrada y su esposa Foto © Cortesía del entrevistado

Este artículo es de hace 4 años

Isidro Estrada (La Habana, 1957) lleva 24 años viviendo en China, donde ha aprendido el arte de la mirada paciente para escudriñar el gigante que atraviesa el río palpando las piedras; en ese tiempo se ha casado y trabaja, aunque sin derecho a pensión, por ser extranjero.

Conversar con Isidro es fácil porque conserva el dictum Caribe de su Habana natal y la pasión de los sabios antiguos por entender el mundo que habita. CiberCuba le ha pedido que haga de Marco Polo para nuestros lectores y lo ha hecho salvando la diferencia horaria y el pudor del cazador cazado porque es periodista y sabe que toda entrevista implica desnudarse un poco en cada pregunta.

Ahora mismo, asistimos a una gran protesta en Hong Kong, que parece resistirse a ser China. ¿Cómo se vive esa algarada desde tu latitud?

En los medios informativos oficiales, que es decir todos, se insiste en destacar la contracorriente. Es decir, a aquellos chinos -sean hongkoneses o del continente-, y vivan aquí o en el resto del mundo, que se oponen a la violencia y al “independentismo”.

No es cuestión sencilla dar respuesta a esta interrogante. Hay mucha pasión de momento sepultando la capacidad del análisis. Creo que de ambos lados hay intereses atendibles y entendibles. Vamos por partes.

China percibe un deterioro de su estabilidad, justo en un punto de su geografía que le significó una sucesión de humillaciones en el siglo XIX, a manos de Inglaterra y Francia –desigual guerra incluida-, tras lo cual quedó establecido por la fuerza el consumo del opio en territorio chino y la pérdida de soberanía china sobre el actual Hong Kong. Hoy Londres, y en gran medida Washington, están apostando a inflamar las tensiones, y encuentran caja de resonancia en ciertos sectores radicales y, a mi modo de ver, quintacolumnistas deseosos de hacerles el juego.

Habría que partir de diferenciar a los violentos radicales y a los quintacolumnistas – que me parece están en minoría aún - de los hongkoneses que desean preservar un sistema político que difiere en gran medida de lo que rige en el resto de China, en términos de libertades formales.

Esta separación profiláctica podría dar pie a una provechosa negociación con los sectores mayoritarios, que, hasta donde conozco, desean mantener las prerrogativas heredadas del capitalismo liberal al momento de hacer el traspaso de poderes, pero sin que ello suponga un choque frontal con el poder en Pekín.

Llegado ese punto, ambas partes deberían entrar en un proceso de mutuas concesiones y arreglos pragmáticos, partiendo quizás de retirar por completo la ley que dio origen a las protestas y el pase a retiro del actual liderazgo hongkonés, a favor de políticos respaldados por una mayoría de votantes en el enclave.

Hablo de una situación ideal, en que ambas partes cedan algo, pero ya sabemos que no siempre prima la razón sobre la pasión.

¿Qué hace un cubano en China; eres un caso aislado o hay más cubanos en tu situación?

La pequeña comunidad cubana en China, oscilamos entre 150 y 300, es una de las de más reciente, en el ámbito de la emigración desde la Isla con diversos destinos. Viene formándose gradualmente desde los años 90 y ha evidenciado un sostenido incremento desde que Cuba aplicó cambios a su política migratoria en 2013. Hoy residen en el país, de manera permanente o temporal, cubanos de diversas profesiones y oficios, entre los que predominan los menores de 40 años.

Yo viajé por mi cuenta en 2005. Cuatro años más tarde contraje matrimonio con una ciudadana china y desde entonces he vivido aquí, con cierta intermitencia. Antes había trabajado en China por dos periodos de tres años cada uno para medios informativos chinos, autorizado por mi centro de trabajo en Cuba en aquel entonces, la agencia Prensa Latina.

Isidro junto a su esposa / Foto: Cortesía del entrevistado

¿Es fácil adaptarse a China o te costó trabajo?

Pienso que uno se amolda en cierta medida, pero adaptarse completamente es bien difícil. Para empezar, China no estimula la emigración permanente, mucho menos el otorgamiento de ciudadanía, por lo que de momento no se puede aspirar a mucho más que a la “tarjeta verde”, que se entrega desde hace unos cinco años, de manera muy selectiva y con énfasis en personas que aporten capital contante y sonante a la economía local. Con ese documento en mano, al menos te libras de tener que pedir visa. En teoría iguala tus derechos y deberes a los de los ciudadanos chinos, pero ojo, en teoría. Tampoco, al menos hasta hoy, es un sitio donde como extranjero tengas garantizada una pensión tras llegar a la edad de retiro, como es mi caso. No es país para viejos… No para los venidos de fuera, conste.

Súmale los tropiezos con el idioma, la gastronomía, los hábitos en general y el modo en que te ven los nacidos en esta tierra. Así, se te completa un cuadro en el que serás por siempre un extranjero. Es lo que he vivido.

Leyéndote, he visto tus retratos de una parte de China y su gente. Treinta años después se sigue repitiendo eso de un país dos sistemas. ¿Cómo es la China de ahora mismo?

China, más que un país, es una suma de países. Si evalúas el desempeño económico y, por consiguiente, la prosperidad de sus diversas regiones, encontrarás que algunas exhiben niveles de vida cercanos a países de Europa, en particular en el cinturón costero oriental, donde se iniciaron las reformas en los años 80. Por otra parte, cuando llegas al Occidente y centro, verás poblaciones con ingresos similares a los de África, donde apenas se tiene lo preciso para sobrevivir, por condicionantes geográficas e históricas.

La teoría de “un país, dos sistemas” fue la pragmática respuesta que el fallecido líder Deng Xiaoping enarboló para viabilizar el regreso como entidad política al país de la isla de Taiwán, que hoy cuenta con su propio gobierno. Sin embargo, atendiendo al sentido de la oportunidad, se aplicó mucho antes en las ex colonias de Hong Kong y Macao, en 1997 y 1999, respectivamente. Los actuales sucesos de Hong Kong están poniendo a prueba la eficacia de esa política.

De modo resumido, la China actual sigue siendo un gran laboratorio, sobre todo en lo económico y político, a tenor de los postulados con que Deng encaminó la Reforma y Apertura desde 1979, alegando que cambiar al país suponía “cruzar el río palpando las piedras”. De esta idea deriva una constante aplicación de la “prueba y el error”. Es decir, probar diversos métodos, dejando que persistan los que demuestren ser efectivos en la realidad, mientras se obvian los que no rebasan la prueba práctica. Por encima de tropiezos –que los hay y los habrá- China sigue siendo una economía dinámica, que ya se ubica en segundo lugar mundial, más cercana cada vez a los EEUU.

Cuando vine por vez primera, en 1995, China aún era la “Fábrica del Mundo”, capaz de llenar todos los escaparates del planeta con sus baratijas e imitaciones, con frecuencia a contrapelo de los derechos intelectuales. Hoy se desdeña esa visión en favor de un país que apueste más por el valor agregado, la tecnología de alta gama, la investigación y el desarrollo y la promoción del consumo interno, respetando en esencia los derechos de propiedad intelectual. A tal tenor, han desaparecido millones de chiringuitos y fábricas que hasta no hace mucho eran el pan nuestro de cada día. Hoy muchos los extrañamos, pues resolvían mil necesidades de la cotidianidad. A cambio, y en condición de suplencia, China nos está ofreciendo su creciente y millonario negocio de las compras en línea, o bazar virtual.

En otras estampas tuyas, he leído sobre ciudadanos de China que se han instalado en La Habana como hombres y mujeres de negocios ¿Cómo has visto ese viaje inverso al tuyo?

Llegado este punto, es preciso hacer algunas aclaraciones. Sigo siendo residente en Cuba. Hace un tiempo renuncié al denominado PRE (Permiso de Residencia en el Exterior), pues al menos a mí apenas me ofrecía algún beneficio práctico. Por mi edad, China me concede una visa prolongada para personas mayores con familiares en China. Es menester reconocer que en ese aspecto China viene avanzando bastante, de modo que se puedan acomodar diversas categorías de extranjeros dentro de su entramado social. A día de hoy, no vislumbro ninguna oportunidad empresarial de este lado, ya que, ante todo, nunca he tenido sangre para los negocios. Tanto mi mujer china como yo siempre nos hemos desenvuelto en el ámbito editorial, sobre todo con traducciones de literatura.

Por otra parte, los empresarios chinos que han ido asentándose en Cuba se dividen en dos grandes categorías: los que son parte del personal de grandes conglomerados con respaldo estatal, como Yutong, Gran Dragón, Huawei y similares, y los que desde tiempos de la Zona de Berroa, lograron establecer pequeñas empresas y han conseguido sobrevivir a los altibajos en la economía cubana y mundial. También hay quienes se casan con cubanos y tras obtener la residencia en la isla abren algún negocio allá, con mejor o peor suerte.

Imagina que un lector de CiberCuba está pensado en irse a vivir a China. Por favor, haz de Marco Polo.

Quien desee vivir en China debe empezar por tener muy claro qué quiere hacer acá. Es posible que necesite incluso más de un viaje corto antes de decidir. Hay que investigar, investigar y luego investigar, desde lejos o in situ. Es imprescindible estar actualizado sobre las diversas legislaciones para extranjeros. Y siempre hay un plus en contar con amigos chinos. Y digo amigos más que socios. Porque de “socios” de ocasión suele estar empedrado el camino chino hacia el infierno.

A estas alturas, además, hay cubanos residentes por su cuenta acá que le conocen la contrapelusa al mercado chino y que, dada la posibilidad, podrán actuar como agentes con la parte china, viabilizando todo tipo de gestiones. De que los hay los hay, sólo requieren que se les desaten las manos, hasta ahora amarradas.

Existen sitios, sobre todo en el sur de China, que esperan por los cuentapropistas cubanos, porque hasta esas latitudes están llegando ya nuestros emprendedores. Si no se dinamiza la actividad, es debido a las trabas que aún lastran la actividad económica de esas personas en la isla. Entiendo, desde mi profanidad, que una apertura cubana para las importaciones privadas desde China redundaría en notables beneficios para el mercado interno de la isla.

Si, por otra parte, el interés es académico, China ofrece cada año miles de becas en sus universidades y centros de estudio. Conozco a cubanos haciendo y obteniendo maestrías, aspirando a doctorados. Sobre este tema hay información en la Embajada china y en el Instituto Confucio en La Habana.

En fin, no hay que cogerle demasiado miedo al “monstruo”. Sólo saber cómo pasarle la mano por el lomo sin que muerda.

¿Por qué, cómo y cuándo te fuiste de Cuba?

Ya pasé por ese camino, así que seré breve. Mi traslado a este país por cuenta propia obedeció en primer lugar a una búsqueda de refugio sentimental, tras varias desavenencias matrimoniales que concluyeron en divorcio. Una vez consumada la separación, y como buen caballero, legué la totalidad de mis contados bienes materiales a mi familia y me quedé en la calle y sin llavín. China me ofrecía oportunidad de trabajo y de recomenzar mi vida, tomando en cuenta – y aquí doy vueltas al refrán – de que no solo de sueños vive el hombre. Así de simple.

Tú eres periodista y trotamundos ¿dónde has vivido, además de La Habana y China? Y cuéntanos tu periplo etíope.

No creas. Contrario a las apariencias, soy bastante sedentario. No en balde ya acumulo 24 años en China. Los demás desplazamientos alrededor del orbe (por Norte y Sudamérica, Europa y Australia) han sido eventuales y por lo general breves. El otro período prolongado de estancia fuera de Cuba fueron mis cinco años en Etiopía, donde estudié idioma amárico en la Universidad de Adís Abeba y trabajé como traductor de colaboradores cubanos en ese país del Cuerno Africano, en las décadas de los 70 y 80. Para ese fin, se escogió a un grupo de jóvenes que a la sazón estudiábamos inglés, en lo que es hoy el Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras (ISPLE). Era la época en que Cuba se posicionaba como adalid de los No Alineados y en general del Tercer Mundo. Algunos fuimos a Etiopía, otros a Tanzania, otros más a Afganistán y así… Hoy pregunta cuántos de nosotros estamos usando esas lenguas tan exóticas. Si encuentras más de dos te doy otra entrevista.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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