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Arnold Alcolea: "¡Cuántas medallas perdió el ciclismo cubano por la tozudez de algunos!"

Después de su retiro oficial en el 2015 pasó a trabajar como mecánico de autos, por cuenta propia. Y ahora ha regresado al ciclismo y corre en el Máster.

Ciclista cubano Arnold Alcolea © Facebook / Arnold Alcolea
Ciclista cubano Arnold Alcolea Foto © Facebook / Arnold Alcolea

Este artículo es de hace 4 años

Tengo que confesar que al ver de cerca a Arnold Alcolea, sin discusión, unos de nuestros mejores ciclistas, me impresionó.

Nos encontramos casualmente; él muy amable y caballeroso, se me presentó y de inmediato no dejé escapar la oportunidad de entrevistarlo para CiberCuba.

Arnold Alcolea / Cortesía del entrevistado

“Nací en 1982 en el mismo centro de Santiago de Cuba; hijo de María Estela y Norberto, somos cuatro hermanos y de mi primer matrimonio tengo dos hijos, Amanda, 12 años, y Alex, 9, que parece se inclina hacia el ciclismo. Ahora estoy casado con Maily Rodríguez”.

O sea, ¿otro ciclista en la familia Alcolea?

“No quisiera, te lo digo con sinceridad. He pasado mucho en mi deporte, he sufrido mucho; no quiero que a él le pase lo mismo”.

Su rostro, tan agradable, se transforma; se respira que le duele lo que dice, así que cambio el tema.

“Yo ahora vivo en San Miguel del Padrón, que es mi casa prácticamente desde que llegué a la capital en el curso 1999-2000. Claro, primero viví en el velódromo, ubicado al este de La Habana”.

¿Siempre te gustó el ciclismo?

“Practiqué varios deportes: judo, esgrima, atletismo, pero tiraba para el ciclismo. A los cuatro años yo estaba montado encima de una bicicleta”.

¿Recuerdos de esa bella infancia?

“Si tú supieras. Yo me enganchaba en los camiones y créeme que sufrí varias caídas 'mortales'. Mi mamá salía corriendo y me quitada la bicicleta (una Forever 26 china) y al otro día estaba de vuelta encima de ella.

“Y en mi Forever china comencé a practicar oficialmente el deporte de las vielas y los pedales porque no había bicicletas en la EIDE santiaguera en el año 1994”.

¿Quién te descubrió? ¿Cómo te captaron?

“Yo no pertenecía a ningún área especial ni mucho menos. Mi área especial siempre fueron las calles de Santiago. Nada, me vieron que en mi Forever nadie me podía aventajar, y me mandaron derechito hacia la EIDE, donde estuve poco.

“De inmediato, ya con 14 años, y aún sin poseer el somatotipo idóneo para practicar el ciclismo, me trasladan a la ESPA. Agustín Lorenzo fue el primer y único entrenador que de la nada me subió al equipo nacional, aprendí a montar bicis de carrera, yo era callejero”.

¿Cuál fue tu primera bici de carrera?¿Te la dieron en la escuela?

“No, muchacha, no. Mi mamá se la compró a un vecino; en la ESPA, como ya te había dicho, no había y allí andaba yo muy orgulloso en mi Forever. Mi primera bicicleta profesional era soviética, muy pesada, de hierro, pero tenía las condiciones requeridas. Era marca Moscú 80”.

¿Tomaste parte en alguna edición de los Juegos Nacionales Escolares?

“Sí, ya estando en la ESPA, en el último año. Mi entrenador me dijo que lo cogiera como un juego, que no me estresara y así lo hice. Me decía que a mi edad (15 cuando aquello) no se podía hacer otra cosa, que no se podía quemar etapas.

“Él me enseñó muchas cosas: técnica de una bici profesional, maldades en la carretera que se traduce en la táctica de carrera que vas a emplear”.

¿Amigos, compañeros de esa etapa?

“Arón Argüelles, santiaguero, corríamos juntos, éramos muy unidos, pero sólo a mí me subieron a la selección nacional juvenil.

“Te cuento: yo intervine en los Juegos Nacionales de esa categoría y mis resultados superaron las expectativas: fui cuarto en ruta y en la contra reloj. Quedé en una mejor ubicación que muchos del equipo nacional; ahí me suben.

“Así viene el guajirito santiaguero para esta gran urbe con una mochilita y grandes deseos de triunfar. Es cuando paso a vivir en el hotelito del velódromo nacional”.

Por supuesto, ahí cambias de entrenador.

“Claro, me recibe Ernesto Arias. Académicamente estudiaba en el pre y luego me gradué como Licenciado en Cultura Física. Estuve un año como juvenil y a los 18 ya integro la preselección nacional. Entonces paso a ser alumno de ese legendario pedalista que es Eduardo Alonso, máximo ganador de Vueltas a Cuba, con cinco”.

¿Que me imagino te trasmitiera su vasta experiencia?

“En los entrenamientos yo trataba de asimilar toda su sapiencia. Él nos trasmitía lo que hizo como atleta, pero no todos éramos Eduardo Alonso”.

¿A qué te refieres?

“Él hizo locuras en su vida deportiva, por ejemplo, corría las contra reloj y acababa vomitando el alma por el esfuerzo realizado. No paraba vielas, casi no respiraba. Y… ¡así nos entrenaba! Él quería que fuéramos como él”.

Hago un aparte para decir que puede llegar a ser un error creernos que lo que hicimos en nuestras profesiones, otros tengan que imitarnos. Cada ser humano es único, irrepetible, para bien o para mal. Exigir sí; pero comparar no.

“Yo me llevaba muy bien con él, pero con lo exigente que era me decía que hasta que no le ganara a los grandes (Eliécer Valdés, Pedro Pablo Pérez, Rolando Basulto) no podría competir oficialmente.

“Fue así que empecé a ganarles con 19-20 años; en 2003 fue mi primera Vuelta a Cuba, corriendo por Santiago de Cuba, pero no pude concluirla. Me caí en la etapa de Ciego de Ávila”.

¿Por qué no integraste el Cuba A o el Cuba B si ya eras de la preselección?

“Recuerda que el Cuba A estaba formado por nuestros mejores ruteros, y el B, los más destacados en pista. Yo todavía no estaba a esos niveles. Así y todo no terminar mi Vuelta, eso significó mucho en mi trayectoria pues nunca había corrido etapas tan largas; fue un desafío, una enseñanza.

“La más difícil para mí, aunque no lo parezca, fue la llana entre Camagüey y Ciego. En el embalaje final fue cuando me caí y quedé tan mal que no pude continuar. Pero aprendí, de todo se aprende”.

¿Y en la siguiente Vuelta?

“Ya en el 2004 corrí con el Cuba B junto a los pisteros Gutiérrez y Pupo, y Yenier López que era rutero. Esa Vuelta sí la concluí, incluso, gané la etapa Guantánamo-Santiago de Cuba”.

Estabas feliz me imagino. ¿Qué te aportó esa Vuelta?

“¡Experiencia! Era muy difícil una Vuelta a Cuba. Para mí fue un importante fogueo. En esos tiempos venían figuras y equipos foráneos muy fuertes. La caravana multicolor que invadía las carreteras de Cuba estaba integrada por prestigiosos pedalistas. Era muy difícil ganar una etapa.

“Representantes de España, Canadá, Alemania, Venezuela, México brindaban rivalidad extrema; muchos venían por el clima, otros por lo difícil del trazado de la Vuelta”.

Arnold, y entre Vuelta a Cuba y Vuelta a Cuba, ¿no corrías internacionalmente fuera del país?

“Recuerdo una Vuelta a Venezuela, durísimo aquello, me dio mucha experiencia, me fogueé. Incluso, fui tercero en una etapa. Difícil el trazo de la carrera, durísimos los rivales, carretera desconocida. ¡En fin! Una clase magistral del pedal recibí allí.

“Quiero decirte que fue, por ese entonces, mi única experiencia internacional pues incluso después de mi segunda Vuelta a Cuba, seguía sin estar en la mira de los entrenadores para representar al país. Siempre llevaban a los mismos a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, a los Panamericanos. No le daban agua al dominó”.

Pero en Cuba sí competían. Yo recuerdo aquellos tiempos y siempre el ciclismo estaba en cartelera.

“En efecto. Y yo me destacaba, pero nada”.

¿Por qué no intentaste pasarte a la pista? ¿No te gustaba?

“Me encantaba, lo intenté miles de veces pero los entrenadores se empecinaban en que no, en que lo mío era la ruta”.

¿En qué año pudiste subirte a otra bici más moderna?

“Cuando llegué al velódromo me entregaron una, un verdadero ripio, de tubulares (gomas con cámara ya en desuso), cambio con palanquitas, de hierro. Aquello no tenía nombre.. Ahora me río pero entonces…Era marca Anquetil Vitus. Con ella tenía que demostrar mi valía. No había de otra”.

Ahora ves los Mundiales de Ciclismo o los Juegos Olímpicos y disfrutas esas super modernas bicis; esos británicos arrasando. ¿Cuáles son las características de las bicicletas actuales?

“¡Uf! Son cohetes. Son ligeras, aerodinámicas, cambio en manilla de frenado, fabricadas con fibra de carbón, llantas altas, rayos más corticos. Hay pedalistas que gustan del cambio electrónico con batería”.

¿?

“Sí, sin cables; son por mandos, botoncitos que aprietas y cambias la velocidad, ¡Una locura!”

Con una como esa Arnold Alcolea…

“Hubiera volado. Imagínate. Cuestan entre 10 mil y 12 mil dólares”.

¿En cuántas Vueltas a Cuba interviniste?

“Todas, entre el 2003 y 2010; gané las ediciones de 2009 y 2010, entonces yo era la primera figura del equipo nacional. En vueltas anteriores fui en cinco ocasiones líder de la montaña y en dos, subcampeón en la categoría sub 23”.

O sea, se deduce que fuiste ascendiendo en tu nivel Vuelta tras Vuelta.

“En 2003 gané el circuito de Santiago de Cuba de la Vuelta y en 2005 fui sub campeón del Campeonato Nacional en la contrarreloj individual.

“Ese resultado lo mejoré al coronarme un año después en la misma prueba. También en ese año 2006 me impuse en el Campeonato Nacional de Ruta Élite. En el 2007, gano la quinta y sexta etapas en San Carlos, en la Vuelta a Costa Rica mientras en 2008 quedé quinto en la clasificación general de la Vuelta a Chiapas, y tercero en la de la Vuelta a Costa Rica, donde gané la quinta etapa en Tres Ríos.

“Como ves, ya había entrado en la mira de los preparadores. Mis resultados me respaldaban”.

¿Cómo fue la del 2009 cuando por vez primera vestiste el maillot de campeón?

“2009 fue muy fuerte. Los principales rivales eran los canadienses del Club Blackberry, los venezolanos del NCR y parte de la selección nacional de Colombia.

“Me caí en la etapa de Trinidad estando a segundos del líder de Canadá, Parisien; lo que recuperé en la montaña de Topes de Collantes (quedé segundo en ese tramo) y puse vestir la camiseta de líder.

“Además fui segundo en la contra reloj de Matanzas y tercero en la etapa de Ciego. Cuando entré al Capitolio y supe que había ganado, experimenté una de las sensaciones más espectaculares de mi vida: ¡uno de mis grandes sueños se hacía realidad!

“Pero te digo más. En ese 2009 estuve de líder de América (ranking que realiza la Unión Ciclística Internacional, UCI) y no lo gané porque me dejaron de llevar a dos competencias internacionales que punteaban, me superaron por sólo dos unidades. Yo vestía de blanco como líder del continente, líder del Americam Tour. Finalmente fui segundo y me sentí muy mal. Lo tuve en las manos y no lo perdí en la carretera; eso duele más”.

Es muy sincero mi entrevistado porque no por gusto, el rostro es el reflejo del alma. Esto le sucede no sólo a él, incluso, a atletas de otros deportes y de otros países, pero es durísimo tener la posibilidad de reinar tan cerca y ver cómo se escabulle.

“No obstante, mi ánimo no decayó. Estaba en un gran momento de mi carrera. Volví a imponerme en la Vuelta a Cuba del 2010. Fue una prueba durísima no solo por la participación extranjera con Venezuela, Canadá y México a la cabeza, sino porque las condiciones climatológicas fueron adversas: llovió mucho.

“¿Y sabes algo? Fui campeón de la Vuelta sin ganar ni siquiera un etapa”.

¿Entonces, dónde aseguraste el triunfo?

“En mis fuertes: la montaña en Topes de Collantes y la contrarreloj. Otro logro es que ganamos por equipos. Ese 2010 también me fue alentador pues quedé segundo en el Panamericano de Ruta en Aguascalientes, México; fui campeón en el Nacional de Ruta en la contrarreloj individual; plata en el Nacional de Ruta y bronce en la clasificación final del América Tour de la UCI”.

Además, Arnold Alcolea recibió ese año el Premio de la Regularidad en la Vuelta Ciclística a Costa Rica.

¿Quién era tu entrenador en tus dos victorias en Vueltas a Cuba y qué bicicleta montabas?

Después de Eduardo Alonso me entrenó Cecilio Mera, matancero, quien me guió en mis dos éxitos en Vueltas a Cuba. La bici era mejor, comprada para mí, marca Argón 18: liviana, el grupo de cambios era Campagnolo de fabricación italiana”.

La vida deportiva de Arnold Alcolea incluyó dos Juegos Centrocaribeños: Cartagena de Indias 2006 y Veracruz 2014. En los primeros fue séptimo en la ruta.

“En la cita azteca mejoré y quedé quinto en la misma especialidad, pero se dio una situación: ya te he dicho de mi pasión por la pista y el ofuscamiento de la comisión técnica del deporte en impedirme probar suerte en dicha especialidad.

“Siempre fue una batalla campal pero no tenía de otra que ser rutero. Así las cosas, prácticamente no teníamos a nadie con verdaderas opciones en pista en Veracruz y convencí a Alfredo López, que era el jefe de entrenadores, para que me dejara competir en pista y… ¡quedé segundo en la carrera por puntos, superando hasta un campeón mundial!”

¿Corrieron los mejores?

“Oye, allí estaban el conocidísimo Juan Esteban Arango, colombiano, titular del orbe en Ómnium y su coterráneo, Edwin Parra quien me vino a superar en las últimas ocho vueltas”.

Para los que no conocen mucho de ciclismo, en el Ómnium se corren 160 vueltas a la pista del velódromo, y hasta la 152 el cubano marcaba la punta.

“Pero a pesar de no ganar, demostré que yo era pistero. Ninguno de los otros cubanos que sí lo eran, pudieron sostener mi ritmo, ni siquiera lograron apoyarme. Aquello parecía un Campeonato Mundial.

“Fue una galleta sin manos. ¡Cuántas medallas perdió el ciclismo cubano por la tozudez de algunos! Oye, yo clasificaba para Mundiales y nunca aparecía el dinero para mí. O me decían que no habían dado la visa. No, no, no. Los beneficiados siempre eran los de la velocidad, sobre todo las niñas que siempre han sido mejores que los hombres. Eso no se discute.

“Corren con nosotros, entrenan con nosotros, y a muchos les han ganado…¡A mí nunca! Pero de que son buenas, lo son”.

¿A cuántos Panamericanos has asistido?

“Del deporte, a Aguascalientes 2010, fui plata en ruta; a Juegos Continentales solo a los de Guadalajara 2011, bronce en ruta. Pensé, que luego de lo que había hecho en Veracruz me darían un chance de correr la pista pero…¡ni el Sol! ¿Y sabes qué? En Cuba yo le ganaba a los de pista. ¿Es contradictorio o deseos de…?”

Sin palabras me quedé yo conversando con Alcolea. Vuelvo con mi querida frase: ¡Cosas del Orinoco!

En ese 2011, el santiaguero ocupó el sexto peldaño en la Vuelta Ciclística a Venezuela y el noveno en el Tour de San Luis, Argentina.

Al siguiente año, Arnold Alcolea concretó su mayor sueño: ¡asistir a unos Juegos Olímpicos!

Londres le abrió sus brazos y el cubano no defraudó al alcanzar la mejor actuación de un hijo de la Mayor de las Antillas en citas estivales: lugar 62 entre unos 200 pedalistas de todo el planeta.

“Para mí estar en la capital británica, en medio de tantas estrellas de todos los deportes, convivir en la villa con tantas personas diferentes, aquellas instalaciones… ¡en especial el velódromo! Sabes que los ingleses son los mejores pedalistas de pista en la actualidad. Oye, aunque sea verlo, ya que por supuesto, no pude probarlo, fue algo espectacular”.

¿En qué bicicleta corriste?

“En una Treck estadounidense que fue donada por el Centro Mundial de la UCI que radica en Suiza, la cual mantuve hasta mi despedida del deporte activo”.

¿Qué recuerdas de aquella prueba de ruta?

“¡Uff! Era un recorrido de 265 kilómetros que se corría en un circuito de nueve. Comprendía una pendiente de 2,8 kilómetros que había que subir nueve veces. Los anfitriones, además de ser excelentes ciclistas, se lo conocían al dedillo.

“Una sola vez pude yo practicar en él; yo entrenaba solo junto a mi entrenador Cecilio Mera. Era yo el único cubano allí, imagínate. Esa vez fueron justos conmigo, la verdad ante todo.

“Yo entrenaba un promedio diario de entre cuatro y ocho horas; mi objetivo era quedar entre los mejores pues yo era amateur (solamente cuatro lo éramos) y así y todo aventajé a muchos profesionales al quedar en el lugar 62, profesionales que cada año intervienen en los más afamados tours como el de Francia y las vueltas a España e Italia.

“Participar en los Olímpicos de Londres ha sido de lo mejor que me ha pasado en la vida, y para mi nivel, mis posibilidades técnicas, el entrenamiento que pude tener, ¡cumplí!”

Aquel muchacho que tengo enfrente conmueve. Su lugar 62 se transforma para mí en una medalla olímpica o mundial. Convencida estoy que el cubano pudiera haber alcanzado mayores lauros con otros recursos; sobre todo, si hubiese sido escuchado en relación con su amor por la pista.

“Yo estaba feliz, máxime cuando yo sabía que el retiro estaba cerca a pesar de la buena forma física en la que me encontraba. Así en enero del 2013 tomo parte en el Tour de San Luis, Argentina, onceno lugar; y posteriormente en el Panamericano de Ciclismo de Ruta en Zacatecas, México, sexto, dentro del lote de avanzada compuesto por 14 corredores”.

Según informaciones obtenidas por internet, en el 2014 Arnold Alcolea intervino en el primer Clásico Camagüey - La Habana (versión mutilada de la Vuelta a Cuba) que se efectuó en febrero. Allí fue sexto en la clasificación general y lidereó los premios por puntos y de la montaña entre los 79 corredores que concluyeron el periplo de 85 que iniciaron esta competencia. En la suma de llegadas a metas volantes y finales totalizó 28 puntos.

“Quiero decirte que además de los eventos ya mencionados yo corrí en seis Vueltas al Táchira, célebre tour sudamericano, en las cuales gané varias etapas y siempre me ubiqué entre los primeros quince.

“También en cuatro Tour de San Luis, Argentina, carrera totalmente profesional. En una de las versiones perdí la camiseta de líder por puntos pues mi equipo no me pudo respaldar; allí intervenían verdaderas fieras del pedal”.

¿Quiénes formaban tu escuadra?

“Cuando aquello estaban Yenier López y Félix Nodarse, compañeros de muchos años, pero el profesionalismo no perdona,por eso son profesionales.

“Estuve en ocho ocasiones en las Vueltas a Costa Rica; fui tercero en una de ellas, en la cual establecí entonces el récord de etapas ganadas. Fui líder de la regularidad y por puntos. Yo era un ídolo para la afición tica, muy conocedora del ciclismo.

¿La mayoría de tus rivales eran profesionales, no?

“Sí, yo creo que menos los cubanos, todos lo eran. Recuerdo que en una ocasión competí en el Regio Tur de Alemania junto a Pedro Pablo Pérez, Alien García, Lizardo Benítez, Adonis Cardoso y Reldis Pérez y entre monstruos, quedamos en el puesto diecinueve”.

“En Martinica competí en cuatro giros, en uno de las cuales fui líder absoluto, algo inusual: gané montaña, por puntos, regularidad y la vuelta. Guadalupe, México, Colombia y Venezuela (corrí ocho Vueltas a Venezuela) siempre me veían rodar sobre su pavimento”.

Cierre de tu carrera, ¿te sentías fuerte para seguir?

“Los Juegos Centrocaribes de Veracruz 2014 y la Vuelta a Costa Rica de ese año marcaron mi despedida. Yo me sentía bien pero ya me consideraban un viejo”.

¿Cómo así?

“Ya te narré las anécdotas de esos eventos. En Veracruz mi plata en el Velódromo de Xalapa en la carrera por puntos, con mis 94 unidades, sólo superado por el colombiano Weimar Roldán, parece que no gustó; yo siempre tuve la razón en querer ser pistero.

“A continuación, en Costa Rica, fui el líder de metas volantes. O sea, me despedí con la frente bien en alto”.

¿Para ti, los mejores ciclistas cubanos de todos los tiempos?

“Eduardo Alonso, al que admiro, lo vi, me enseñó, y Sergio 'Pipián' Martínez, por lo que he escuchado. Entre las féminas, Yoanka González, plata olímpica”.

¿Qué haces en estos momentos?

“Después de mi retiro oficial en el 2015 pasé a trabajar como mecánico de autos, por cuenta propia. Y ahora, regresé a la bici pues corro en el Máster que ha cogido mucha fuerza; hacemos más eventos que el equipo nacional. ¿Y quieres que te diga algo?: le ganamos a esos muchachos”.

Lo miro seria porque si eso es cierto, mal andamos si adultos de 40 y más le ganan a los jóvenes y fuertes pedalistas del seleccionado cubano.

“Conmigo corren Alien García, Rubel Rodríguez, Alexis González, José Luis Piedra, Rubel Quiñón, Erick González, entre otros”.

¿Reciben premios?¿Quién patrocina eso?

“Somos como una hermandad que integran veteranos de Costa Rica, Panamá, Estados Unidos, y los ganadores de las carreras reciben bicicletas, accesorios, cascos, gafas; nada en metálico, pero ¿y qué? ¡sabes lo que es una bici, un neumático, un casco! A eso añádele lo que nos divertimos y confraternizamos.

“Vamos a competir en Panamá y República Dominicana. Todo lo dirige la Asociación Máster de ciclismo; el INDER otorga la licencia de ciclista.

“Ahora queremos organizar una carrera en Santa Cruz del Norte para que vengan todos, será una fiesta del pedal”.

Su rostro se alegra mientras su corazón se agita y su mente trabaja en lo que será, sin dudas, una gran competencia. Es hora de la despedida. Ha sido muy locuaz mi interlocutor pero no lo dejo ir sin una última pregunta.

Si tú no quieres bajar de la bici, ¿es cierto que no anhelas que tu hijo sea ciclista? ¿De veras?

“Jajaja. Eres tremenda. Es un vicio que no se deja así tan fácil, pero… ¡cómo se pasa trabajo cuando eres incomprendido! Pero que sea lo que Dios quiera. Yo solo quiero lo mejor para él”.

Parte raudo y veloz en su moto el gran Arnold Alcolea y a mí me ronda la idea de que su pequeño Alex pueda ser el pistero que tanto él deseó ser.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos

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