Una británica ha sugerido implantar el autostop como vía para combatir el cambio climático en el Reino Unido, un “método” de transporte masivo que vio durante una estancia en Cuba, donde comprobó cómo cada día numerosas personas se desplazan “cogiendo botella”.
Mary Brown, residente en el pueblo de Stroud, en el condado de Gloucestershire, Inglaterra, contó su experiencia en la sección Cartas, del diario The Guardian, en la que se dan a conocer los textos enviados por los lectores del periódico.
Según relató, lleva tiempo valorando la idea de una campaña para volver a hacer autostop en su país.
“Hace muchos años (antes de la muerte de Castro) tuve unas vacaciones en Cuba. Hubo una grave escasez de combustible, debido al bloqueo de Estados Unidos. Allí, nos dijeron, era un delito no recoger a los autoestopistas”, describió.
“¿Podría un sistema de este tipo (…) prender aquí? Podríamos comenzar si todos empezamos a hacer autostop y revelamos por qué. ¿Quizás podríamos llevar un letrero con nuestro destino deseado y “reducir las emisiones” claramente?”, añadió.
Mary Brown estuvo en la Isla antes de noviembre de 2016, pero si regresara ahora encontraría un panorama incluso mucho peor.
El transporte de los miles de cubanos que día a día deben trasladarse hacia sus centros de trabajo y estudio ha vuelto a depender de la buena voluntad de los choferes de autos estatales, y de la “ayuda” de policías e inspectores que los obligan a colaborar.
En medio de la severa crisis, durante el último mes fueron despedidos en La Habana 17 trabajadores estatales que “violaron” las medidas tomadas por el gobierno ante la escasez de combustible.
Los sancionados no cumplieron con la orden que obliga a todos los carros estatales a detenerse en las paradas de guaguas a recoger pasajeros, un mandato que en algunos lugares fue emitido desde junio, cuando ya se avizoraba la escasez actual.
Los viajes interprovinciales han sido severamente afectados. Imágenes tomadas el fin de semana en la terminal de ómnibus de La Habana, mostraba sus instalaciones vacías de pasajeros y empleados. La desolación reina en los pasillos, dársenas y salas de espera, aunque las autoridades de transporte han anunciado el restablecimiento de algunos de los viajes previamente suspendidos.
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