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Cuba gana angustiosamente a Australia y sigue viva en el Premier 12

La selección antillana dispuso 3x2 de los australianos en el décimo episodio, tras un juego donde volvió a lucir inerme con el madero en ristre.

Lázaro Blanco © Premier 12/Twitter
Lázaro Blanco Foto © Premier 12/Twitter

Este artículo es de hace 4 años

*Después del horripilante estreno de la víspera, el team Cuba se apeó frente a Australia con una alineación muy parecida a la que había sucumbido versus Canadá. La única variante introducida consistió en sacrificar al joven camarero César Prieto por el veterano Raúl González (parecía mejor introducir a Pavel Quesada en la antesala, mover a Ayala al campo corto y enviar al dugout al Grillo Arruebarrena), y en el box -sabrá Dios con qué pretexto- apareció la novedad teórica de encargarle la crucial apertura a Vladimir Baños. El pinareño se presentó por debajo en los conteos (para colmo, con rectas entre 85 y 87 millas), y en un abrir y cerrar de ojos le llenaron las bases sin la sombra de un out. Entonces alguien recordó que existía Lázaro Blanco, le encomendaron la misión de sacar las castañas de aquel fuego, y el granmense dio la clásica “galleta sin manos” al colgar un gran cero apelando a unas cuantas screw balls y montones de sliders. Con el orgullo herido por la incomprensible decisión de postergarlo, Blanco ofreció un concierto de ponchados, autoridad y pundonor.

*A la altura del quinto episodio, Despaigne acertó a romperle el juego perfecto a Joshua Guyer, un derecho que se desempeña como relevista en la modesta liga de su país. Era apenas el tercer hit de Cuba en nada menos que 13 capítulos del torneo Premier. Y en ese mismo inning, Samón –el que más feo y el que mejor hace las cosas- empujó a Cepeda para facturar una carrera que le recordó a la fanaticada de la Isla que sí, que el home también existe para pisotearlo. Todos los pitchers (da lo mismo si veloces o de rompimientos, si con más o con menos dominio de la zona) le sostienen las riendas al equipo nacional. Qué pena y qué bochorno, diría mi amigo Arzuaga.

*Tras el rodado de Alarcón que puso 2x0 el juego, los australianos se desperezaron con el bate y empataron la pizarra. Los bullpen de ambos bandos entraron en escena, y en una de esas, a la altura del octavo, Gracial y Despaigne dejaron sembrado en tercera a Roel Santos, confirmando que los swines de los legionarios japoneses andan a media máquina. Sin embargo, Liván Moinelo (ayer en horas bajas) salvó el orgullo de los Halcones de Fukuoka y apagó el naciente incendio del noveno al subir una argolla al marcador luego de heredar dos adversarios en las bases. Así, entre amenazas y conjuros de amenazas, el encuentro llegó al increíble fildeo de Aaron Whitefield, quien corrió casi una milla detrás de un batazo que capturó de espaldas al diamante, como Willie.

*En ese justo instante, presumí que el béisbol no quería darle la victoria a Cuba. Todo le funcionaba en contra a la tropa de Miguel Borroto, desde los inefables breaks hasta los elementos clave para aspirar a un pasaporte olímpico. Todo, menos el brazo zurdo de Moinelo, que no creyó en la Regla Schiller en el décimo capítulo y sentó las bases de un éxito angustioso, favorecido por un tiro a la goma que no pudo retener el cátcher San Miguel. Visto lo visto, Sudcorea –el rival de la próxima salida- va a ser un muro alto. Muchísimo más alto que el de Trump.

ALINEACIÓN DE CUBA

Roel Santos, CF; Raúl González, 2B (William Saavedra); Yurisbel Gracial, RF; Alfredo Despaigne, BD; Frederich Cepeda, LF; Alexander Ayala, 3B; Yordanis Samón, 1B; Yosvani Alarcón, C; Erisbel Arruebarrena, SS.

EL JUEGO AL DESNUDO

Positivo: A excepción del abridor, el pitcheo cubano hizo alardes de categoría.

Negativo: La tendencia a tocar una y otra vez sigue haciendo ver muy vieja –inclusive retrógrada- a la pelota cubana.

Preocupante: La improductividad de los hombres del centro de la tanda.

Incomprensible: La designación de Baños para la apertura.

Recomendable: Si el único que golpea bien la bola es Samón, habrá que subirlo en el line up. ¿O no?

El héroe: Moinelo, que se reivindicó del fallo del primer día.

El villano: Mitchell Nillson, el cuarto bate más pasivo que me ha tocado ver en un terreno.

Momento clave: El relevo de Lázaro Blanco, salvador de un prematuro y penoso temporal.

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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