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Donald Trump hace de Kennedy en la crisis con Irán y deja al campo a sus rivales

Similitudes entre Trump y Kennedy.

Donald Trump © El Pais
Donald Trump Foto © El Pais

Este artículo es de hace 4 años

El presidente Donald Trump, acaba de dejar al campo a sus rivales Demócratas con un arma mortífera e inesperada; comportarse igual que el mitificado John F. Kennedy durante la Crisis de Octubre (1962) en la trifulca con Irán, donde sus oponentes y la izquierda post Muro de Berlín ya se frotaba las manos para dar rienda suelta a sus habituales lloriqueos antinorteamericanos.

El Partido Demócrata, que está atravesando su particular Vía Crucis desde que Trump los derrotó electoralmente, veía en la crisis con Teherán una oportunidad de oro para seguir dándole caña a Trump, al que tiene sometido a un juicio político para intentar destituirle, pero no previó que el cuestionado mandatario actuara con igual mesura que el ícono demócrata John F. Kennedy ante la instalación de misiles balísticos soviéticos con ojivas nucleares, de corto y medio alcance, en Cuba, hace 57 años.

La izquierda global, reagrupada tras los destrozos causados por la caída del Muro de Berlín, también veía en la confrontación con el régimen de los ayatolás, otra ocasión de oro para criminalizar a Trump; pero se quedaron con la carabina al hombro porque con el General Qasem Soleimani pasó como con Pedro Navajas, no hubo preguntas, no hubo curiosos, nadie lloró.

El strike de Trump ocurrió además a contrapelo de la imagen que medios de comunicación del establishment norteamericano y mundial han tratado de vender del presidente norteamericano más atípico de los últimos 100 años, que parece disfrutar poniendo de los nervios a sus adversarios y a la prensa que aún sigue presa de los días de vino y rosa de Kennedy, una imagen tan falsa como la que pretenden hacer ahora del actual inquilino de la Casa Blanca.

Kruschov (i) con Kennedy / Cibercuba

Tras el ataque a las bases norteamericanas de Ain Al Asad, en el oeste de Iraq y Erbil, en el Kurdistán, Trump lanzó una naked ball con cambio de velocidad, quemando el bate de todos esos mataperros de la izquierda mundial que se conmueven con Greta Thunberg, mientras aplauden los desastres ecológicos de China y Cuba o glorifican a Stalin y Lenin, dos carniceros rusos con amplia hoja criminal.

El mandatario norteamericano tiene además otra carta de triunfo en su mesa: Estados Unidos se ha reconvertido de importador a exportador de petróleo y derivados, reduciendo la dependencia del crudo del Golfo Pérsico y arrinconando a Rusia como vendedor de combustibles a Europa; justo lo contrario del error Obama azuzando la Primavera Árabe, que acabó desestabilizando a la región más convulsa del planeta con el destrozo de Siria y el infarto de Egipto.

Cuando la aguerrida izquierda mundial preparaba ya la pancarta para tomar París; habría que analizar esa tendencia de los camaradas por la Ciudad Luz, que bien vale una misa, Trump estaba planificando las sanciones económicas a Irán, que harán crujir su deteriorada economía y la vieja pugna entre moderados y muyahidines.

El mundo actual, aún carente de un reordenamiento de las esferas de influencia de la Guerra Fría, está construido y equilibrado en una economía transnacional con potentes actores emergentes como China y Viet Nam, pero donde Estados Unidos aún sigue siendo dueño de muchos caballitos.

Este desbalance no solo ocurre por culpa del capitalismo financiero, como propaga la izquierda, sino también por el fracaso del comunismo en todos los ámbitos, como ocurrió en la URSS y China y como pasa en Cuba y Venezuela, ahora mismo.

Ya puede La Habana ir tomando nota del Kennedy's deal, desempolvar sus jugosos archivos de la Crisis de Octubre, e intentar desentrañar en la fabulosa papelería un método de activación de teléfono rojo con la Casa Blanca; mientras la izquierda mundial y los zombies demócratas sigan luchando contra el embargo.

El compañero Trump dispone de un amplio repertorio de lanzamientos, que combina la endiablada slider de Aroldis Chapman con aquella curva de oro de Camilo Pascual y la knukle ball de Burt Hooton, aquel yuma imberbe que silenció a la escuadra cubana en Cartagena (1970), cuando el one, two, three antillano eran Wilfredo, Isasi y Rosique.

¡Ay, Trump, estamos contigo, pero que muy bravitos! se escucha soto vocce en las victrolas zurdas del progresismo mundial, que sigue instalado en el maniqueísmo de que sus adversarios son malos y feos; mientras que sus ídolos son buenos y lindos, como Kennedy; como Donald...

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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