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Juan Velázquez: Lo mejor que han hecho es poner a Yipsi Moreno al frente del atletismo cubano

Juan Velézquez Videaux analiza las claves del fracaso deportivo cubano y pronostica cinco medallas para el atletismo en Tokio 2020.

Juan Velázquez Videaux, periodista y ex atleta © Julita Osendi
Juan Velázquez Videaux, periodista y ex atleta Foto © Julita Osendi

Este artículo es de hace 4 años

En el curso 1973-1974, la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana me recibía, junto a otros muchos estudiantes; entre ellos, cuatro deportistas de alto rendimiento, el pelotero Pablo Díaz, el judoca Ricardo Lamas, el sablista Francisco de la Torre y el triplista Juan Velázquez Videaux; mi entrevistado.

Antes de dar paso a su historia de vida les quiero hacer una anécdota: mi primer hijo, Javier, nació durante las pruebas finales de la carrera. El día que examinábamos Economía Política, el ascensor de la Escuela, ubicada en esos momentos en la calle 19 de Mayo, estaba roto, algo extraño.

Yo llevaba a mi bebé, muy molesta por los puntos del parto, e inmediatamente mi equipo CUBA hizo una sillita para subirme los cuatro pisos mientras Juanito cargaba a mi recién nacido.

¡Había que verle la cara a aquel moreno fortachón cargando a Javierito!. Apuesto a que un Mundial de Atletismo no lo hubiera emocionado tanto, y es que así es Juan Velázquez, mulato fuerte, que se mantiene muy bien a sus 68 años, recién cumplidos y que además, es un ser humano sensible, sencillo, y amigo a toda prueba.

¿Por qué el notorio descenso del deporte cubano?

Por varios factores:

El primero, es la caída del campo socialista en los 90. Entrenadores que trasmitieron sabiduría y experiencia dejaron de venir; los recursos, la base material que entraba por tuberías, dejaron de existir; las giras de preparación, prácticamente costeadas por los organizadores de eventos del campo socialista, desaparecieron como por arte de magia.

Segundo, el cambio del sistema de participación deportiva, desaparecieron las áreas especiales, entre ellas las tan importantes pre EIDES de donde se nutrían las EIDES. ¿Has valorado de dónde salían nuestros campeones? ¿Cuántos pertenecían a la pirámide del alto rendimiento?

Tercero, la desaparición de la Industria Deportiva que provocó la ausencia del sustento material para cubrir las expectativas nacionales de niños y jóvenes, fundamentalmente ¿Dónde están ahora las pelotas y balones Batos: los colchones, los rings, los kimonos, los implementos en sentido general que producíamos para el importantísimo deporte masivo? Estamos recogiendo lo NO sembrado; sólo eso.

Cuarto, la ayuda que brindamos a otros países, que ahora vienen y nos ganan. Ellos tienen nuestro talento trasmitido por los técnicos cubanos y además poseen todos los recursos a su disposición. A esto únele que muchos de nuestros preparadores deciden quedarse, no los culpo, en pos de lograr una mejoría de su vida y de su familia.

Quinto, urge un cambio (aunque se han dado pasos ) de mentalidad y que todos los cubanos tengamos el derecho a competir por las Cuatro Letras. Que sea la MLB la que se niegue a que nuestros peloteros, que hicimos nosotros, jueguen por Cuba; no nosotros.

No poner más trabas. El mundo moderno rompe día a día las fronteras. Es por eso que estoy muy de acuerdo con los pasos que poco a poco está dando Cuba Deportes, en representación del Estado, al permitir que peloteros, basquebolistas, balonmanistas, voleibolistas, luchadores sean contratados por ligas profesionales foráneas, y después regresen a competir por su bandera. ¿Es tan difícil eso?

¿Qué piensas de nuestro atletismo en Tokío 2020?

Para mí estamos entre una y cinco medallas que pueden dar las discóbolas Yaima Pérez y Denia Caballero, el saltador de longitud Juan Miguel Echevarría, los triplistas Andy y Jordan Díaz y Christian Atanay Nápoles, la propia Yarisley Silva, experimentada garrochista que se crece en grandes competencias; las heptalonistas Yorgelis y Adriana Rodríguez, la ochocentista Rose Mary Almanza, clasificados hasta el momento. Cualquiera da una sorpresa. Juegos Olímpicos son Juegos Olímpicos.

Vives en en La Habana del Este, donde está el estadio Panamericano ¿Qué opinas del atletismo actual?

Lo mejor que han hecho es situar a una ex atleta, Yipsi Moreno, al frente de la Comisión Nacional; una deportista carismática, inteligente, comunicativa que, además, es campeona olímpica y tres veces mundial .

Una mujer que conoce las interioridades de la vida de los deportistas, que gozó y sufrió las mismas vivencias. Yipsi Moreno es el vivo ejemplo de lo que hay que hacer.

Fui a verla recientemente y le regalé mi libro "Olímpicos Cubanos: Famosos y Desconocidos", gesto que me agradeció e invitó a participar con ellos en cualquier iniciativa que encamine al campo y pista cubano a retomar posiciones elitistas en el planeta.

Ahora, Juanito, te propongo un viaje desde el pasado hasta tu jubilación, ¿cuándo y cómo te interesaste por el deporte?

Mis padres, Juan e Ignacia, me enseñaron a ser honesto, desinteresado, a lograr mis metas por el camino correcto; me inculcaron que el amor a la familia estaba por encima de todo. Somos siete hermanos y tengo cuatro hijos, dos varones y dos niñas, y cinco nietos.

En el deporte, comencé por el fútbol, a los 14 años y no fue en Guantánamo; yo vine para La Habana con 10 años acompañando a mi mamá.

¿Por qué tan tarde, no te gustaba el deporte?

Sí, pero no fue hasta los 14 que me captaron para la EIDE de Becas, ubicada en el Centro Voluntario Deportivo (CVD) Eduardo Saborit, de Playa. Fueron por los barrios y yo impresioné a los profesores por mi somatotipo; yo era fuerte, grande. Me encantaba jugar de delantero, pero al decirme el entrenador Fernández Pin que yo pintaba para portero, ahí mismo lo dejé. ¿Portero yo? Jamás.

¿Y esa fobia a la portería?

Me gustaba correr, anotar goles, no tirarme para detenerlos.

Y entonces, ¿cómo descubres tu veta atlética?

En el propio Saborit estaban haciendo unas pruebas de salto triple sin impulso y me dije: ¡eso lo hago yo!, y así fue. José Hernández Estrada era el técnico. Él a su vez era el recordista nacional de la especialidad con 16 metros un centímetro y padre de los actuales futbolistas Douglas y Erick Hernéndez.

Cuando José me vio con la atención que yo observaba la prueba se me acercó y me invitó a saltar. Lo hice, y entonces él se viró para Alejandra Cofiñí, quien había sido recordista de salto de altura en los años 50, y expresó: ahí tienes un triplista. A partir de entonces, él se convirtió en mi entrenador, aunque la dicha duró poco.

¿Por qué?

Sencillo. Él formaba parte de la selección nacional y partió hacia el tradicional periplo que los atletas de alto rendimiento realizaban por el Viejo Continente, sobre todo por la entonces Europa socialista.

No obstante, quedé en buenas manos, en las de Alejandra, quien me condujo a mi primera medalla en Juegos Nacionales Escolares, bronce en la quinta edición de un evento que ha sido el sustento de nuestros grandes triunfos pues en ese momento, la base estaba asegurada.

Ya tú eras compañero inseparable del que después fue recordista mundial de triple, Pedro Pérez Dueñas.

En efecto y en los sextos Juegos Escolares, de 1968, tras batalla campal, logré vencerlo en mi último salto cuando marqué 14 metros 93 centímetros, uno de los récords nacionales para menores de 16 años que se implantaron esa bella tarde de verano. Aún la recuerdo como si fuera hoy.

Ahí fue cuando los llamaron a integrar la preselección nacional.

Sí, ambos entramos al equipo Cuba en 1969. En ese año me convertí en el primer triplista cubano en ganar una medalla, la de plata, en el fuerte Torneo Esperanzas Olímpicas desarrollado en Sofía, Bulgaria.

¿Y qué pasó en la Copa Cuba de 1970?

Establecí un récord mundial juvenil muy breve. Cuando marqué aquellos 16 metros y 12 centímetros, fui el hombre más feliz del planeta pero la alegría fue efímera pues Pérez Dueñas lo mejoró en un salto posterior, con 16 metros y 38 centímetros.

En ese 1970 se efectuaron en Panamá los Juegos Centrocaribes y el triple cubano estuvo por todo lo alto.

Copamos el podio. El oro fue para Pedro, la plata para mi descubridor José Hernández y el bronce, mío.

¿Por qué con tu espléndido somatotipo, técnica, juventud y preocupación por tus entrenamientos, te fuiste quedando detrás?

Porque Pérez Dueñas era un atleta de talento excepcional, con gran explosividad y velocidad; era muy elástico. Parecía un hombre de goma.

Después de aquella victoria en los Escolares ¿nunca pudiste volver a derrotarlo?

Sí, en dos confrontaciones internas y para ello tuve que hacer marcas personales.

Aquella fue una época dorada del campo y pista cubano.

Estuve 10 años en el equipo y siempre recuerdo con mucha admiración a mi entrenador, el mismo que condujo a Pérez Dueñas a su récord del orbe, el soviético Leonid Shervakov, quien fue un excelente triplista ex plusmarquista mundial.

Era una época de oro, como dijiste pues recibíamos el apoyo técnico del entonces campo socialista. A mí, además de Shervakov, me entrenaron otros dos soviéticos, Rem Kracherñiñikov y Volodia Tipakov, y los cubanos Mario Rodríguez Ponce y el profesor Sigfredo Banderas, quien después fue el padre de muchos triplistas de élite.

En los casos de Rodríguez y Banderas, estos absorbieron todos los conocimientos y experiencia de los soviéticos y comenzaron a construir la reconocida escuela cubana de triple, prácticamente son los pioneros de una pléyade de grandes especialistas del triple salto. Éramos uno, una familia, entrenábamos, competíamos y nos ayudábamos los unos a los otros.

En Cali 71, durante los Juegos Panamericanos, Cuba ocupó titulares deportivos en el planeta. Tú estabas allí.

¡Cómo para olvidarlo! Esa competencia fue una lucha interna antes de que el primero de nosotros hiciera la carrera de impulso. Imagínate allí estaba el brasileño Nelson Prudencio, subcampeón olímpico de México 68, que era el lógico favorito.

Pues quién te dice que en la Villa se nos acerca a Pedro y a mí el entrenador de Prudencio pavoneándose de lo bien que estaba su alumno y que iba a por el récord del mundo. Inmediatamente que se marcha, viene Shervakov y le pone la mano en el hombro a Pérez Dueñas y le dijo: Seguro que va a ver un récord mundial pero no va a ser del brasileño.

Y así, apenas 48 horas después, el cubano Pedro Pérez Dueñas volaba hasta los 17 metros 40 centímetros, quebrando por un centímetro, la plusmarca del soviético Víctor Saneev.

No te puedo describir en palabras aquel momento. Yo lo abracé, lo felicité pero la competencia proseguía y su salto me impulsó a salir a buscarlo, o sea, tratar de protagonizar otra hazaña, la mía, pero los nervios no me dejaron.

Terminada la justa, nos volvimos a abrazar y yo estaba muy feliz porque aunque quedé cuarto, Cuba estaba en lo más alto del Triple. Y eso era lo importante. ¡Se cumplió la premonición de Shervakov! Hubo récord del orbe, el primero de un cubano después de 1959.

Juanito, ¿qué recuerdas del mundo del deporte, del atletismo en particular, sobre la confrontación constante entre los atletas?

Mira, te hablo incluso a nivel internacional, mientras más rivalidad haya, más amigos somos. Existe un respeto, una ética. No importa que sean estadounidenses, rusos, chinos, japoneses. Recuerdo un momento muy especial.

En Bratislava, en el mítin de Ostrava, año 1978. Se impone el brasileño Joao Carlo de Oliveira, que era el recordista mundial con 17 metros 80 centímetros, seguido por Víctor Saneev y yo. Ambos nos pusimos a ver al sudamericano, admirados y a la vez atónitos.

Nos decíamos, por encima de la diferencia de idiomas, en nuestro inglés y por señas, que aquello era imposible, que Joao Carlo tenía que estar dopado por su maestría en los saltos, la depurada técnica y la longitud de los brincos. Aquello era un espectáculo y cuando terminaba el evento, nos abrazábamos, nos deseábamos salud y suerte.

¿Y sabes en lo que paró aquello? Pues, yo le llevaba a Moscú una botella de ron a Shervakov que ya había regresado a su patria, y mis compañeros me la robaron, brindamos todos con mi ron, cubanos y no cubanos; cuando se vació la llenaron de agua, la pusieron en su estuche y sólo cuando fui a regalársela a mi antiguo preparador, me dijeron la verdad.

Juan Velázquez fue cuarto en los Juegos Mundiales Universitarios de Sofía, Bulgaria´77. Allí, sus 16,90 metros, lo ubicaron en el tercer escaño del ranking mundial en esa temporada, pues los tres saltadores que le antecedieron brincaron con viento a favor, o sea, no homologables.

En 1978, queda segundo en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de Medellín, Colombia y en el 79, sexto en los Mundiales Universitarios de Ciudad de México, además de conquistar el título en los Campeonatos de Centroamérica y el Caribe de Atletismo en San Juan, Puerto Rico´75 y en Ciudad México´77.

Te retiras en 1980, antes de los Juegos Olímpicos de Moscú que eran tu sueño. ¿Por qué no pudiste asistir?

Yo estaba haciendo una muy buena preparación en la altura en México y tengo la fatalidad de lesionarme por primera y última vez en mi vida, lesión que me impedía ir a la cita moscovita.

Decían los entrenadores que Moscú sería el lugar idóneo para mí para saltar por encima de los 17 metros. Entonces, me frustré y decidí retirarme del deporte activo con una mejor marca de 16 metros 90 centímetros, la que establecí, como ya sabes en Sofía 77.

O sea, marché sin llegar a la preciada barrera de los 17 metros y sin asistir a unos Juegos Olímpicos. Quizás de no lesionarme hubiera podido cumplir mis dos sueños pero…¡la vida es así! He conseguido otras metas.

Tú fuiste uno de esos atletas de alto rendimiento que no estudian en la Universidad del Deporte. ¿Qué recuerdas de nuestros tiempos de estudiante de Periodismo?

Tú sabes; estabas allí. Yo simultaneaba mi carrera de estudiante con la de deportista sin faltar a la inserción ¿recuerdas? El estudio-trabajo. Yo estuve insertado en Granma y allí hice de todo, hasta construir la ampliación del complejo de periódicos. Me gradué en 1977 ¡cómo para olvidarlo!

Debo reconocer que en mis competencias y giras, se llegó a un acuerdo con la decana para que pudiéramos ponernos al día y examinar al regresar. Hubo comprensión y ayuda.

Además soy titulado en Inglés, en la Academia Abraham Lincoln y cursé postgrado en Historia de la Cultura Física Universal en el Instituto Superior de Cultura Física en 1979, entre otros estudios.

¿Cómo das tus primeros pasos en el Periodismo Deportivo?

Estando en Sofía en 1977, comencé a colaborar con Juventud Rebelde por medio del colega Raúl Arce. A partir de ahí Ciro Pérez, director entonces de Propaganda del INDER, me propuso que me presentara en septiembre y me gané la plaza en el semanario LPV, entonces medio oficial del INDER.

Allí estuve 10 años; después de los Juegos Panamericanos de Indianápolis 87 me trasladé a Juventud Rebelde donde permanecí hasta 1992 que me enviaron a la revista Bohemia. También laboré en Prensa Latina como colaborador. Como vez he andado muchos caminos como dice el poeta.

Estuve en Venezuela entre los años 2005 y 2008 como entrenador. A mi regreso, trabajé en la Comisión Nacional de Atención a Atletas como metodólogo, hasta mi jubilación en el 2012.

¿Cómo surge la idea de escribir libros?

Inspirado en esa leyenda que es Javier Sotomayor; lo primero que le hice fue una micro biografía suya, "Astro de las alturas", que fue publicada a propósito de la Copa Mundial de Atletismo que tuvo lugar en La Habana en 1992.

De izqda. a derecha: Eusebio Leal, Juantorena, Juan Velázquez y Sotomayor / Foto: Cortesía entrevistado

Esta trilogía la completan El Saltanubes (1997) y Saltando Nubes, que fue publicado en la Feria del Libro de Argentina, también en 1997.

Además escribí "Sentimientos, Pensamiento y Conducta de los atletas cubanos" (1978), "Famosos y Desconocidos" (con tres ediciones: 2000, 2008 y 2016)," Ana Fidelia Quirot, Cual Ave Fénix" (1999) en coautoría con Ana Luján; "Elegidos por la gloria" (2002), con Irene Forbes; "Grandes Momentos del atletismo Cubano" (2012) y" El genio Triunfador de Eugenio George" (2013).

A eso añade que entre 2001 y 2003 dirigí el Proyecto Deportivo-Cultural "Famosos y Desconocidos", con sede en la Unión Árabe de Cuba, que contó con un gran respaldo popular.

¿Tienes en mente nuevos libros?

Tengo algunos pero materialmente ¿para qué? Es un verdadero suplicio. Primero, para que lo acepten; después ¿cuánto se demoran para publicarlo?. Te digo que el de Eugenio (George) se demoró tres años en ver la luz, casi fallece el DT de las Increíbles Morenas del Caribe y no lo ve publicado.

Pero, además, ¿qué te pagan? ¿Crees que con la miseria que pagan por un libro te incentivan a escribir? ¡No! Así que no, por ahora si no cambian las cosas en relación con esto, no tengo ninguno en mente, desistí.

Yo puedo vivir sin eso; además de mi exigua jubilación como periodista he sido cuentapropista y, así, vivo feliz, con mi amada Santa en La Habana del Este.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos

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