El confinamiento no es una novedad para el artista chino Ai Weiwei, que pasó casi tres meses en una pequeña habitación tras ser detenido por las autoridades de su país en 2011. Acusado luego de evasión de impuestos, un cargo interpretado como castigo por su activismo político, el artista lleva años sufriendo el acoso y la estrecha vigilancia de las autoridades chinas.
Desde Cambridge, Inglaterra, donde ahora reside, el disidente criticó en entrevista para CNN el manejo oficialista del brote de coronavirus que se identificó por primera vez en la ciudad de Wuhan y desde entonces se ha extendido a más de 210 países, infectando a más de 2.5 millones de personas.
En un reciente artículo de opinión para The Art Newspaper, Weiwei argumentó que las tácticas de contención del Partido Comunista han demostrado la "efectividad de las reglas autoritarias", mientras que la incapacidad de otros países para controlar la pandemia ha expuesto las "desventajas y malas prácticas de las sociedades libres y democráticas".
"China ha resuelto muchos problemas sociales durante su desarrollo. Al mismo tiempo, nunca ha negado su intención original, que es construir una sociedad socialista con características chinas. No reconoce el sistema de valores universal de Occidente: elecciones democráticas, libertad de expresión y un sistema judicial independiente. China ha dejado en claro que nunca comprometerá ninguna cuestión de principios", escribe el artista.
"Durante mucho tiempo, impulsado por la expansión del capital, Occidente creía que la acumulación de riqueza aceleraría la consumación de la democracia y la libertad por parte de China. Esta ilusión ha sido claramente destrozada", agrega.
"El papel cada vez más importante de China en la economía mundial presenta una amenaza potencial para el orden mundial, especialmente en los ámbitos de la política y la cultura, que ha sido dominada por Occidente. Esta amenaza se volverá cada vez más aguda con la creciente fuerza de China, y el mundo será testigo de una confrontación de dos ideologías extremas. Curiosamente, ya han establecido una relación interdependiente. La verdadera guerra ideológica acaba de comenzar, y el brote de COVID-19 es solo un punto de partida, escribe Weiwei
Tales comentarios son consistentes con su evaluación de los poderes de largo alcance del estado chino. Muchos problemas planteados por la pandemia, desde la censura hasta la vigilancia, son temas que el artista chino se ha pasado años explorando.
En las últimas semanas, ha habido debate sobre los supuestos esfuerzos de China para ocultar el brote inicial del virus y falsear las estadísticas de muertos, acusaciones que Beijing niega firmemente. Según Ai, la entrega selectiva de información de China desde el principio proporcionó una "posibilidad de propagación del virus". Sin embargo, comprender las motivaciones de China es tan importante para el artista como el supuesto encubrimiento. "Ellos (en Occidente) solo hablan de China prácticamente (que) no divulga información. Pero nunca preguntan, '¿Por qué?'
Para el artista, China no funcionaría como un estado sin el "control y manipulación" de la información.
"En China, todo tiene un uso político. Y tienen una razón clara para dar los números que desean, o para limitar o cambiar o distorsionar la llamada verdad", dijo Ai. "Un número no significa nada para ellos", aseguró. "En muchos casos en China, ni siquiera obtienes los nombres reales o la cantidad exacta de personas. Están completamente perdidos porque el estado quiere (preservar) su propia imagen".
Según el disidente chino, la historia está destinada a repetirse en China si el gobierno no admite los errores pasados, como la manipulación de las cifras de las víctimas del terremoto de Sichuan, en 2008, sobre la cual hizo una obra famosa.
"China nunca aprenderá. No importa qué tipo de desastre enfrenten. Lo único que aprenden es cómo usar este poder autoritario para manipular la historia. Ese tipo de arrogancia y éxito los llevará a otra crisis.
Es una pena. Es obvio que tienen que cambiar su comportamiento y aprender a ser más científicos y confiar en su propia gente, pero simplemente, no hay confianza en China entre los líderes y su propia gente", dice el artista.
Mantener el control estatal puede haberse hecho mucho más fácil. Durante la pandemia, las autoridades chinas desarrollaron un sistema de "código de salud" basado en colores diseñado para rastrear los movimientos de las personas y frenar la propagación del virus. Utilizando tecnología móvil y Big Data, se asignaron códigos QR digitales únicos a cientos de millones de ciudadanos, indicando su estado de salud y dándoles acceso (o prohibiéndoles) el transporte público, restaurantes y centros comerciales.
Como resultado, Ai cree que el virus ha fortalecido lo que él llama el "estado policial", permitiendo que el gobierno continúe recolectando datos y construyendo una comprensión más profunda de sus ciudadanos. "China tiene 1.400 millones de personas y un solo poder. Tienen que mantener este tipo de poder investigando lo que todos piensan y su comportamiento".
En enero, Ai comenzó a monitorear el brote inicial del virus en Wuhan, donde viven algunos de sus familiares y amigos. Trabajó desde Inglaterra con equipos locales para filmar lo que estaba sucediendo en el terreno y en los hospitales. Pero aún no tiene claro cómo dar forma a todo este trabajo.
"Soy como cualquier otra persona, estoy totalmente perdido", dijo. La pandemia le ha servido para meditar sobre el papel del arte. "Incluso la buena escritura, el pensamiento filosófico, o una buena imagen, realmente no se pueden comparar o equiparar con el profundo dolor, la tristeza y la decepción de nuestra situación actual, o incluso nuestra comprensión del futuro".
Por ahora, Weiwei se mantiene ocupado planificando documentales, escribiendo guiones y realizando entrevistas. En algún momento, asegura, "la forma saldrá".
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