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Esposa de activista cubano comparte consejos ante las detenciones arbitrarias en Cuba

La esposa del activista cubano Boris González Arena compartió en las redes sociales 5 consejos que pueden ser útiles a familiares de opositores cubanos y a quienes se interesen por la realidad de Cuba.

Registro de llamadas / Juliette Fernández ©

Este artículo es de hace 3 años

Juliette Isabel Fernández Estrada, esposa del activista cubano Boris González Arenas, compartió cinco consejos para familiares de opositores detenidos en Cuba.

En su perfil en la red social Facebook Juliette comenta algunas vivencias personales desde su experiencia como familiar de un activista con ideales políticos enfrentados a la "Revolución".

“Si eres madre, esposo, hija de un opositor, aprendes pequeñas manías, como limitar la profundidad de las conversaciones telefónicas; entrenarse en la identificación de posibles oficiales de la Seguridad del Estado, sus motos, sus cascos; o aterrarse cuando el teléfono celular de tu allegado está con insistencia apagado o fuera del área de cobertura”, indica en su mensaje Juliette.

La joven se refiere además a las horas o días de angustia que transcurren mientras un familiar opositor es víctima de una detención arbitraria y a cómo estos momentos son un desafío para quienes se quedan esperando noticias en casa.

“El camino que uno seguirá después que confirme la detención varía en función de cuánto se sabe alrededor del hecho. No siempre somos testigos del arresto, a veces nos enteramos por un amigo, o por un testigo anónimo; casi nunca es posible saber a qué unidad policial (u oficina no identificada, o terreno descampado) han llevado al secuestrado. El peor escenario es cuando ni siquiera tenemos certeza de la detención, ni de la hora en que ocurrió. A partir de ese momento, echa a andar una maquinaria de rutinas y de vivencias exclusivas de cada episodio, que en algún sentido van cobrando fluidez gracias a la experiencia. Uno abre el closet y se pone el traje de ocasión para tales circunstancias”, comenta Juliette.

Las técnicas que utiliza para descubrir a dónde lleva la Seguridad del Estado cubano a su esposo cada vez que lo detienen de modo arbitrario por ejercer sus derechos de libre expresión han originado estos consejos.

En primer lugar, Juliette propone denunciar la desaparición o detención. “Con ese acto, además, se activa la red de los primeros contactos ―periodistas independientes y amigos solidarios― que serán un sostén invaluable. Lo bueno es que cada vez se suman más patas a la mesa. Las redes sociales digitales son el sitio para unir la propia voz a la de los demás que se hagan eco”, señaló.

En segundo lugar, está descifrar dónde se encuentra detenido el familiar. “El teléfono se convierte prácticamente en el único campo de batalla, hay que pasarse horas pegado al auricular. Al igual que los primeros contactos, es preciso tener ubicados los números de todas las estaciones policiales de la ciudad, de otros centros como el Vivac, servicios de información de la PNR, de Atención a la Población del Ministerio del Interior y de la Fiscalía General de la República”, sugiere Fernández Estrada.

La joven alerta además que los familiares de opositores detenidos deberán estar preparados para realizar varias rondas de llamadas telefónicas a todas las unidades, en las que habrá líneas ocupadas, redireccionamientos y reportes de “negativo” o frases como “detenido no está, porque no aparece en el sistema”.

“Es casi improbable que en uno de esos sitios respondan que sí, que nuestro familiar está en un calabozo de esa unidad. Sin embargo, es seguro que en alguno de los números a los que llamaste estaba tu ser querido, a unas rejas del teléfono”, comenta.

Uno de los trucos más efectivos, según Juliette, es llamar en el momento de cambio de guardia de los oficiales a cargo del teléfono, aunque a veces es difícil identificar ese horario del relevo.

“La única vez que he sabido dónde estaba mi esposo antes de su liberación fue así como me enteré. Al parecer el oficial entrante todavía no había sido advertido de que el detenido era un “CR” (contrarrevolucionario) y, por tanto, una pertenencia de la Seguridad del Estado”, señaló Juliette en su mensaje en Facebook.

La joven además lleva un registro de cada llamada de esas rondas. Registra los nuevos teléfonos tras cada detención, escribe las respuestas que recibe y horas exactas de las llamadas, entre otros detalles.

Ir personalmente a las estaciones considera que no es una estrategia factible, a menos que se sepa el paradero exacto del detenido. En cambio, si se conoce el sitio y la hora en que fue arrestado, una opción es dirigirse a la unidad principal de ese municipio, pues muchas veces se les conduce allí como una primera parada antes de ser derivados a las de otros municipios distantes de su casa.

Otra técnica que usa esta incansable mujer es insertar llamadas al celular del activista detenido mientras llama a las unidades policiales para identificar su paradero. Esto le da esperanza de que pueda contestar y poner fin a la incertidumbre.

El tercer consejo de Juliette es registrar también las llamadas de quienes se preocupan por la situación del detenido. "El apoyo de las personas de confianza y los aliados es un consuelo salvador para quienes sufrimos la espera. En mi libreta queda también anotado el nombre de todos los que telefonean o me escriben por Internet. Su ayuda nunca es reiterativa, nunca es excedente. Es, sin dudas, el saldo positivo del evento; y el más bello testimonio de una Cuba a veces oculta, pero palpitante”, señala.

La comunicación clara, abierta con los niños que viven en el entorno inmediato a los opositores es su cuarto consejo. Los menores muchas veces son testigos y sufren los conflictos que ocurren en sus familias, por lo que es imprescindible tratar el asunto con suma delicadeza y sinceridad.

“Los niños se incluyen en esa alianza, aunque sean pequeños y no puedan entender con la razón lo que está sucediendo, porque siempre están aptos para comprender que su madre, abuelos, tíos, los necesitan también a ellos”, indica Juliette.

“En poco más de cinco años hemos pasado por diversas fases en la comunicación con nuestros hijos a propósito de una detención de su papá. De decirles que está ausente por motivos de trabajo, cuando eran pequeños; a hacer partícipe a nuestra hija mayor, pero presentar otra versión ante el niño; hasta informarles en tiempo y claramente a ambos”, asegura la esposa de Boris González Arenas.

“Ya no tiene sentido mantener ocultamientos, después que nuestro hijo menor presenció una irrupción de agentes de la Seguridad, preludio de un arresto, en el camino al parque con su padre. El mensaje a los niños es, en definitiva, simple como un cristal y no necesita muchas variaciones con la edad: tu papá es un hombre bueno, tal y como tú lo conoces; por nada que diga nadie tienes que dejar de pensar eso; cuando llegue a casa lo vamos a querer más que nunca”, le dice Juliette.

En su quito consejo reserva un espacio para encontrar la calma, la salud espiritual en medio de tantas emociones encontradas. “Caminar, ejercitar la respiración, intentar la oración o la meditación, tomarse un tilo o un clorodiazepóxido, las estrategias se van erigiendo a base de gustos, experiencia y posibilidad. La ansiedad, además, puede regresar bajo otros tintes en los días siguientes a la liberación”, señala Juliette.

“Ten paciencia, permítete volver a la vida a tu ritmo, recibe con todo el corazón a quien hasta ayer estaba en una celda. Respira y recuerda que ha terminado un capítulo más del camino hacia un país feliz”, así concluye su mensaje y con estas palabras calla Juliette otros muchos dolores.

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