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Relaciones Cuba-Estados Unidos: Quinquenio baldío

La cobardía castrista ha metido las relaciones diplomáticas en un tiempo y espacio muerto.

Raúl Castro y Barack Obama © Ismael Francisco / Cubadebate
Raúl Castro y Barack Obama Foto © Ismael Francisco / Cubadebate

Este artículo es de hace 3 años

Hace cinco años, Cuba y Estados Unidos restablecieron sus relaciones diplomáticas, en un acto que Europa y el Vaticano vieron como el fin de la Guerra Fría, el presidente Barack Obama como una oportunidad para mirar al futuro y el General de Ejército Raúl Castro con miedo a que acelerara el fin del castrismo.

Aunque el intercambio de cartas oficiales entre ambos gobiernos se produjo el 1 de julio, la fecha que marcó formalmente la reanundación de relaciones diplomáticas fue la ceremonia inaugural de la Embajada de Cuba en Washington, el 20 de julio de 2015.

Obama fue unilateralmente generoso con la dictadura castrista, promoviendo la cancelación de deudas añejas, animando al Congreso a levantar el embargo, devolviendo a los cinco espías fracasados, sentenciados y condenados por tribunales norteamericanos, y persuadiendo a quienes desconfiaban de La Habana.

El varapalo que le propinó el castrismo fue inversamente proporcional a su generosidad; promoviendo y/o tolerando ataques sónicos en La Habana contra diplomáticos estadounidenses y de Canadá y azuzando a mataperros mediáticos contra Obama. Pero en su pecado llevaron la penitencia, porque un error de cálculo grave y costosísimo generó en el poder castrista la fantasía de que Hillary Clinton ganaría las elecciones.

Donald Trump no tardó en recolocar a Cuba en su sitio, denunciar públicamente los ataques sónicos, reducir el personal de su embajada al mínimo indispensable y apretarle las clavijas económicas con sanciones en todos los ámbitos posibles que, en algunos casos, benefician a la dictadura en su demagogia de plaza sitiada y perjudican al pueblo cubano.

Curiosamente, Cuba no ha vuelto a ser incluida en la lista de países promotores del terrorismo, solo se le acusa de no colaborar suficientemente en ese empeño, no se ha anulado la enmienda agrícola que permite la importación de alimentos y se mantienen los programas bilaterales en defensa, limitados al área de influencia de la Base Naval de Guantánamo, lucha contra el tráfico de drogas y personas, y ambiental en el espacio del Golfo de México.

Recientemente, la administración Trump sancionó a FINCIMEX, la principal gestora cubana de remesas en dólares, aunque las regulaciones para implementar la medida han quedado pendientes por parte del Departamento del Tesoro. Algunas fuentes señalan que solo se trata de un impasse para posibilitar que Wester Unión encuentre otro socio cubano no vinculado al complejo militar-empresarial de GAESA.

Cuba ha retrocedido económicamente hasta el punto de que los cubanos viven con el fantasma de la crisis económica de los 90 y el gobierno acaba de eliminar el absurdo gravamen del 10 al dólar, que facultaba al estado para quedarse con diez de cada 100 dólares que un cubano enviaba a su familia en la isla.

Como es habitual, La Habana intenta culpar a Trump de hasta la falta de boniato, arroz, frijoles y pescado fresco en Cuba, pero la causa principal de la pobreza cubana es la torpeza económica comunista y su voluntad política de imponerse a los cubanos convirtiéndolos en dependientes del estado para casi todo.

La prioridad política de Raúl Castro Ruz es ganar tiempo hasta noviembre, por si Joe Biden tocara la flauta; pero será el segundo error de La Habana en seis años, pues el candidato demócrata tiene memoria y vivió como vicepresidente de Obama su decepción con la cobarde torpeza política del anciano general.

El tiempo de las concesiones unilaterales a Cuba se agotó y la pelota está en el campo del raulato, un hombre que se estrenó con un reformismo notable y ha acabado escondido entre Mayarí y La Habana, mientras Miguel Díaz-Canel y su joven equipo se desgasta en una resistencia baldía que solo los llenará de melancolía y reproches.

La racionalidad evidencia que Cuba debe combinar su capital humano con las oportunidades que brinda el mercado más dinámico del mundo, a 180 kilómetros de sus costas; seguir apostando a China y Rusia, que siempre se miran con recelo, es otra fantasía recurrente de mediocres.

De victorias morales está empedrado el camino del infierno y Cuba no interesa a nadie, excepto a los propios cubanos. Cuba no es nada en el orden mundial y es un mercado pequeño para los apetitos del capitalismo, que saldrá tocado del coronavirus.

Raúl Castro cargará con la irresponsabilidad histórica de haber mordido la mano tendida de Barack Obama; sus sucesores tendrán que elegir cómo relacionarse con Estados Unidos y con su propio pueblo, sabiendo que a Muamar el Gadafi y a los zares rusos no los asesinaron por buenos.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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