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Ministra, ¿vamos por el camino correcto?

Hágaselo mirar: está chocheando. Una persona intolerante, una talibana, no puede estar al frente de la Educación en Cuba. A una ministra se le exige algo más que una incontinencia verbal. Por ejemplo, resultados.

Ministra de Educación, Ana Elsa Velázquez. Al lado, una cola cubana. © CiberCuba
Ministra de Educación, Ana Elsa Velázquez. Al lado, una cola cubana. Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

La ministra de Educación de Cuba, Ana Elsa Velázquez Cobiella, nos ha dado este viernes una clase magistral de intolerancia política. Con esa soltura que acompaña al poder inmerecido, la mujer que está al frente del sistema educativo cubano desde 2008 ha osado dejar rastro de sus dotes antidemocráticas para soltar dos disparates en Twitter. El primero, señalando con el dedo acusador a quienes utilizan las redes sociales para criticar la mala gestión del Gobierno de Cuba, diciendo que lo hacen por “dinerito”, y el segundo, es de juzgado de guardia. Dice que los comunistas cubanos van por el camino correcto.

Es temerario que en este nuevo capítulo del desastre económico cubano un ministro del Partido Comunista venga a decirnos que nuestro país, con su éxodo masivo de jóvenes y con la depresión económica que sufre desde hace décadas, va por el camino adecuado. Yo diría, con el mayor respeto, que ni siquiera va. Se deja llevar. Las decisiones políticas que han representado un cambio para la gente que vive y sufre en el país, no se han tomado cuando tocaban sino cuando han sido inevitables. Son fruto de la ineficiencia de los gestores que han estado al frente de los sectores económicos más importantes del país desde 1959.

No es cierto, señora ministra que vayamos por el camino correcto. Vamos mal y es mentalmente saludable reconocerlo. Usted es una prueba de que una transición democrática es impensable en Cuba mientras haya gente de su talante con la posibilidad de tomar la más mínima decisión.

Las redes sociales sacan las vergüenzas al Gobierno de Cuba día sí y día también. No habría dinero en el mundo, señora ministra, para pagar a todos los cubanos que denuncian injusticias, cosas mal hechas, corrupción, malos tratos, discriminación, crímenes, violencia, brutalidad policial y errores históricos de quienes, como usted, no pisan la calle. Ni usted ni los suyos saben lo que es una cola como Dios manda porque si lo supieran, se morderían la lengua antes de soltar tonterías en Twitter.

Somos muchos los cubanos que hemos tenido la fortuna de salir de Cuba y vivir en países con democracias consolidadas, que cuando hemos leído su 'tuit', señora ministra, nos hemos llevado las manos a la cabeza. No es ni puede ser un delito disentir y querer encontrar una forma diferente de hacer política. La alternancia es siempre saludable. El respeto, también. Ustedes, con su intolerancia, contribuyen a radicalizar a la gente.

No nos engañan. Lo que buscan declaraciones como las de Díaz-Canel defendiendo que la calle es para los revolucionarios o las suyas acusando de mercenarios a quienes critican las calamidades de Cuba, sólo pretenden movilizar a los extremos. Poner en pie de guerra a quienes huyeron del comunismo y no quieren oír hablar de la socialdemocracia ni de su capacidad para corregir los desajustes sociales achacados al liberalismo. No nos engañan. Los comunistas cubanos han entrado de lleno en la campaña electoral de Estados Unidos. Nos quieren polarizados. Nos necesitan enfrentados.

Usted y los intolerantes como usted, llevan a muchos cubanos a escorarse en un extremo alejado del centro porque para ellos todo lo que huela a progresistas huele también a comunistas. Es miedo y odio y usted con su intolerancia, les ayuda a reafirmarse en que no hay entendimiento posible. No hay puentes que cruzar porque gente como usted los dinamita.

Sé que sus palabras también pretenden despertar a los comunistas dormidos. A los perdedores de esta aventura 'revolucionaria'. A quienes por edad ya no podrían sobrevivir lejos del paternalismo estatal. A esa gente humilde a la que sólo les queda fuerzas para defender lo poco que les han dado. Menos de lo que merecen, pero más de lo que podrían conseguir ahora.

El discurso de los comunistas cubanos no busca construir ni conciliar. Decir a estas alturas que la calle en Cuba es para los revolucionarios es poco menos que lanzar una amenaza de muerte a todo aquel que no apoya al gobernante PCC. Es una advertencia inaceptable. La calle es de todos. Les guste o no. Lo entiendan o no. Es de todos.

Es vergonzoso que un país que oficialmente no admite que existen colas y por eso no las saca en los medios de comunicación estatales, sí divulgue a los cuatro vientos la creación de brigadas paramilitares para controlarlas. ¿Dónde se ha visto que un Gobierno saque al Ejército a la calle para controlar una cola? El Ejército no está ni puede estar en democracia para organizar filas de consumidores ávidos por paliar la escasez y sobrevivir al desabastecimiento. El Ejército está para garantizar la seguridad nacional. Y eso es justo lo que les preocupa. Por eso han decretado el toque de queda en Pinar del Río, una provincia siempre rebelde. Los 62 casos confirmados de coronavirus en ese territorio no justifican una medida tan radical en estos momentos. No es un problema epidemiológico el que les preocupa.

A 26 años del Maleconazo y de la crisis de los balseros, Cuba es hoy una olla de presión y los comunistas cubanos saben que en cualquier momento puede estallar. Pero ya no tienen un Ejército de 11 millones de soldados. Ahora han podido reclutar unos 22.000, un 0,2% de la población. Son milicias mermadas, que visten de civil para que parezca que no forman parte de una banda organizada y pagada con 'dinerito' del Gobierno.

La cosa se pone difícil, señora ministra. No vamos por el camino correcto. Usted, hágaselo mirar: está chocheando. Una persona intolerante, una talibana no puede estar al frente de la Educación en Cuba ni cobrar de las arcas públicas. A una ministra se le exige algo más que una incontinencia verbal. Por ejemplo, le pedimos resultados. ¿Es hoy la Educación cubana mejor que cuando usted llegó al ministerio en 2008? ¿Le cuento un secreto? Cuando llegamos con un título de universitario cubano bajo el brazo a una universidad europea, nos tratan como a portadores del dengue. Piense un poco, ¿también es culpa de un enemigo externo? Hágame caso, jubílese y le aseguro que nos faltarán palabras para agradecerle ese inmenso favor a la patria.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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