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Carta abierta al barcelonismo

El club necesita una violenta sacudida.

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Foto © @brfootball

Este artículo es de hace 3 años

Estimats culers:

Parecía que después de Roma y Anfield no podía haber algo peor, pero Lisboa demostró que esos fracasos eran susceptibles de derivar en un ridículo de dimensiones épicas. Lo que sigue es mi caminata personal por las callejas que han conducido al duro abismo.

Empiezo...

Una directiva que se entretiene hilando bretecillos mediáticos y después, en sonoro ejercicio del cinismo, ensaya un mea culpa que termina admitiendo “irregularidades internas”.

Una dirección deportiva que juega al 'piti-piti-peo' con cada fichaje, desangra al fútbol base y hace negocios tan dudosos como el de la salida de Arthur Melo.

Un técnico que parece ser el asistente de su propio asistente, traído por los pelos con el único argumento de que el tipo venera el cruyffismo.

Un núcleo de jugadores envejecidos que se ven obligados a recurrir cada vez más al instinto y menos a lo físico, incapaces de aportar la intensidad que reclama una escuela basada en la posesión de la pelota.

Un equipo, el Barcelona, desgarrado hasta el escándalo (diría Borges) por sucesivas y contrarias deslealtades.

Un fundamentalista del barcelonismo, yo, solicitando una revolución urgente en el equipo.

Entonces, ¿qué pido?

Pido unas elecciones que defenestren a Josep Maria Bartomeu (igual cabe decirle Bartumor) y su comparsa, y reinstalen en la silla presidencial a Joan Laporta, el hombre que encabezó la etapa más gloriosa de la historia del club.

Pido el reemplazo de Eric Abidal y su equipo de trabajo, incapaz de fundar una estrategia guiada por la sensatez: en su colección de disparates se cuentan botones como los contratos de Jeison Murillo y Kevin-Prince Boateng, el cese a media temporada de Ernesto Valverde y la venta de Carles Pérez (que después forzaría la compra de Martin Braithwaite).

Pido que Quique Setién vuelva a atender sus vacas en Cantabria y que Eder Sarabia salga con las maletas del egocentrismo hacia donde le parezca, siempre y cuando sea lo suficientemente lejos de Can Barça. Ya que no va a venir (al menos de momento) Pep Guardiola, que venga Xavi Hernández o, en su defecto, Ronald Koeman. Esto es, gente de la casa.

Pido, faltaba más, cambios en la plantilla. Hay que buscar salidas que hagan caja (¡porque el club está en ruinas!) y sobran las opciones: Nelson Semedo y Junior Firpo no tienen nivel Barça; Ousmane Dembelé y Samuel Umtiti viven entre algodones; Luis Suárez, Sergio Busquets e Ivan Rakitic no volverán a ser los que antes fueron. Y encima están los casos de Antoine Griezmann, Arturo Vidal, Philippe Coutinho... Duele decirlo por dos o tres de ellos, pero son, ahora mismo, prescindibles.

Llegado a este punto, pido confianza para los que tocan a la puerta (Riqui Puig, Ansu Fati, Trincao, Pedri) y una gestión inteligente en aras de traer a jugadores de alto rango. Neymar –el hombre ideal- suena a quimera, y Lautaro Martínez luce igual de complicado. Pero hay más elementos de valor en los mercados: de convencerlos se trata ahora el juego. De eso, de conservar a Lionel Messi al frente del proyecto, y de no tenerle miedo –ningún miedo- a los cambios que se imponen.

Visca Barça!

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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