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Cubano atropellado por un tren vivió para contarlo

"El golpe me lanzó unos metros en la línea, al tiempo que logré virarme para sentir cómo la locomotora me pasó por arriba, por lo menos unos seis metros".

Joven cubano accidentado con sus médicos © Juventud Rebelde
Joven cubano accidentado con sus médicos Foto © Juventud Rebelde

Este artículo es de hace 3 años

El cubano Adrián Díaz Rojas, de 30 años de edad, hoy es conocido como «El hombre del milagro del tren», luego de que lograra sobrevivir al atropello de una locomotora.

El suceso ocurrió hace dos años, un 13 de septiembre sobre la 1:00 de la tarde, en el crucero de Saratoga, cerca de los Talleres de Ferrocarriles en la provincia de Camagüey.

"La locomotora me pasó por arriba hasta la mitad de su largo", relató a Juventud Rebelde el joven cubano, quien hoy puede festejar el milagro de estar vivo.

"Me bajé del tren Bayamo—Camagüey en el crucero porque venía de Las Tunas, de la comunidad rural Dormitorio. Andaba tan entretenido con el teléfono que seguí caminado por la vía principal del tren. Todos me dicen que el tren venía pitando y frenando como loco, pero yo no escuché nada, pues estaba hablando a través del “manos libres” con los audífonos puestos y sin tocar el teléfono", cuenta.

Rojas asegura que cuando escuchó el sonido del tren, ya era demasiado tarde.

"El golpe me lanzó unos metros en la línea, al tiempo que logré virarme para sentir cómo la locomotora me pasó por arriba, por lo menos unos seis metros", dice.

"Cerré los ojos porque temí que el líquido o aceite caliente de los frenos me dejara ciego, y me protegí la cabeza de los golpes de las mangueras hasta que la locomotora se detuvo. Fue un momento espantoso. Aún escucho el chirrido de los frenos sobre mi cabeza y las voces de socorro de algunos vecinos y los maquinistas, quienes al ver lo que me había ocurrido corrieron hacia el lugar gritando desesperados: “¡¿Está muerto?!”.

El joven cuenta que, a pesar del suceso, pudo responder que estaba con vida.

"Cuando pude responder les dije: “Estoy vivo…”, y entonces se formó el corre-corre. Los vecinos me auxiliaron; incluso uno de ellos se metió bajo la locomotora y me sacó con mucho cuidado. No sentí nada, mi cuerpo estaba como muerto, pero el conocimiento nunca lo perdí»", sostiene.

Adrián Díaz Rojas recibió los primos auxilios en el cuerpo de guardia del hospital Amalia Simoni, y luego fue intervenido por un equipo multidisciplinario.

Aunque el joven no tenía lesiones en sus órganos ni traumas internos, quedó parapléjico, con fracturas severas en su columna espinal, y solo movía sus ojos, dedos y boca, cuenta el citado medio.

"Me vi postrado en una cama con 28 años de edad mientras todos en mi alrededor sufrían por mi estado", asegura.

Luego un equipo de médicos del hospital, al frente del doctor Antonio Puentes Álvarez, especialista de segundo grado en Ortopedia y Traumatología, sometieron al joven a una gran operación.

"Quedó parapléjico a causa del fuerte golpe de la locomotora, que le fracturó las vertebras L2 y L3, además de destruir en ese segmento toda la lámina y el pedículo, estructuras que unen las vertebras", declaró a JR el doctor Puentes Álvarez.

También explicó que dicha lesión "requirió de un injerto a pie de obra: tomamos huesos de la pelvis, de su cresta ilíaca, para conformar de nuevo el canal medular, que protege las estructuras neurológicas necesarias para la funcionalidad y sensibilidad de los miembros inferiores".

La columna lumbar alta del joven debió ser estabilizada, descomprimida y recanalizada para lograr equilibrio y fortaleza en su raquis o zona inferior, y esto se logró mediante la colocación de ganchos y barras metálicas.

"Entramos a la duramadre (la más externa y resistente de las tres membranas que rodean la pared del encéfalo y la médula espinal) y al cono medular (uno de sus componentes) para realizar la novedosa práctica de la medicina regenerativa: la primera de dos infiltraciones de células madre aplicadas a este joven", relata el especialista, quien agregó que unos días después le hicieron la segunda infiltración de células madre hasta la zona de la lesión más severa, entre las vertebras L2 y L3.

Roberto Díaz, el padre del joven, dijo que luego de 15 días de estas intervenciones su hijo comenzó a sentir sensaciones en el cuerpo.

"Primero sentí fuertes deseos de ir a orinar, luego cosquillas cuando los médicos me pasaban el lapicero por la planta del pie y poco después mi virilidad regresó una mañana, lo que me hizo muy feliz", dice Adrián.

Al año del accidente, el joven cubano pudo dar sus primeros pasos. No obstante, aún lo esperan otras cirugías.

"En septiembre se le realizará un nuevo estudio tomográfico para decidir la desinstrumentación de los ganchos de su columna y la implantación de células madre directamente en las estructuras del cono medular, porque la práctica de la medicina regenerativa permite, según la evolución del paciente, continuar con nuevos ciclos. Incluso más adelante hay que operarle un pie para estabilizarlo completamente", explicó el doctor José García Fernández.

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