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Gobierno de Cuba no consigue echar a andar la primera fábrica de mascarillas desechables del país

En medio de la pandemia que mantiene ingresadas a 1.593 personas en todo el país, la producción industrial de nasobucos lleva tres meses a la espera de la firma del contrato, abrir una cuenta bancaria y comprar la máquina que fabrica 146 cubrebocas por minuto.

Un operario observa cómo funciona la producción de mascarillas © Solimaq MX
Un operario observa cómo funciona la producción de mascarillas Foto © Solimaq MX

Este artículo es de hace 3 años

El Gobierno de Cuba no consigue echar a andar la primera fábrica de mascarillas desechables y quirúrgicas de la Isla, que estará ubicada en Matanzas.

Los burócratas cubanos llevan tres meses a la espera de firmar el contrato con un importador extranjero que reside en la Isla y de recibir el permiso para abrir una cuenta bancaria. Además, no han comprado la máquina necesaria para fabricarlos, quizás el detalle más importante.

Todos estos trámites son imprescindibles para empezar a producir y dejar de importar los nasobucos que protegen del contagio del coronavirus, una enfermedad que mantiene ingresados a día de hoy a 1.593 personas en toda la Isla.

La "demora" en la puesta en marcha de la fábrica de nasobucos ha sido denunciada en la red social Facebook por Diosdado Abreu Falcón, director del Grupo Empresarial Gardis, especializado en el incremento de exportaciones y la sustitución de importaciones en el país.

La fabricación de nasobucos desechables en Cuba significa un ahorro de divisas para el país, que en estos momentos importa este producto a 0,46 USD, cuando producirlo en la Isla costaría 6 centavos de dólar, recoge el diario oficialista Trabajadores, que se hizo eco de la reacción del director de Gardis.

En sus redes sociales, el ejecutivo estatal se preguntó: "¿Qué falta para tener en Matanzas la inversión de la primera máquina para la fabricación industrial de las mascarillas desechables?"

El funcionario asegura que la máquina de mascarillas que no arranca en Matanzas tiene capacidad para producir 146 cubrebocas por minuto, con una plantilla que trabajará en dos turnos para satisfacer la demanda interna y destinar parte de la producción a la exportación.

“Aunque todos han tratado de ayudar, comenzando por el Ministerio de Economía y Planificación, ya llevamos tres meses y hoy hace falta lograr la soberanía en este elemento. No pedimos ni un USD, solo apoyo para esta inversión”, señaló el funcionario dando a entender que no se trata de dinero, sino de falta de voluntad política.

La producción de mascarillas está a falta de que "la importadora firme el contrato" y que el Banco Central de Cuba autorice la apertura de una cuenta bancaria con fines específicos.

Estos trámites han sido solicitados ya por el gobernador de Matanzas debido a que el empresario que estará al frente del proceso es un extranjero residente en Cuba, dispuesto a cobrar en CUC, por lo que el país no tendrá gastos en Moneda Libremente Convertible, añadió el director de Gardis.

Diosdano Abreu Falcón ha mostrado mucha ilusión en sus redes sociales con este proyecto que, en su opinión, convertirá a Matanzas en la provincia más productiva del país.

Al conglomerado Gardis pertenecen compañías estatales como Unymoda, Demos, Transgardis, Gavas y Adecor, que dicen emplear a personas con discapacidad y trabajar por producciones lo más limpias posibles.

La máquina que fabricará las mascarillas estará ubicada en la sede de Unymoda, una empresa estatal dedicada desde el año 2000 a la confección de sábanas. Aún no ha sido adquirida, según el diario oficialista.

Una economía en crisis

En estos momentos Cuba atraviesa una situación económica difícil, que está dejando largas colas a lo largo y ancho de la Isla en ls que no se cumplen las medidas de seguridad para evitar el contagio de la COVID-19. A la escasez crónica que vive el país se suman ahora las restricciones y consecuencias del coronavirus.

No se puede pasar por alto que la Isla tiene una de las tres economías más restrictivas del mundo, sólo superada por Venezuela y Corea del Norte.

Las autoridades cubanas, que mantienen las fronteras aéreas cerradas desde el 24 de marzo y el turismo, uno de los motores económicos del país, se ha hundido. Este descenso de la llegada de visitantes empezó a notarse ya a finales de 2019 (antes de la COVID-19) con un recorte del 6% en el arribo de turistas debido a los efectos de las limitaciones de Washington a los cruceros, viajes en barco de recreo y aviones privados de ciudadanos estadounidenses que iban a la Isla.

En abril pasado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronosticó un pinchazo de la economía cubana de un 3,7 por ciento en 2020, debido a los efectos globales de la pandemia del coronavirus. Poco, comparado con el hundimiento de hasta un 12,1 por ciento del PIB en la zona euro en el mes de junio, según el FMI.

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