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Esclavitud y trato de favor con los hijos de militares: así se forja el relevo del MININT en Cuba

Son adolescentes de 14 a 16 años y estudian talleres vocacionales de Contrainteligencia, Instrucción Penal, Criptografía, PNR, Criminalística, DTI y Educación Penal en el IPV Hermanos Martínez Tamayo, de Playa, en La Habana.


Este artículo es de hace 3 años

Alumnos del Instituto Preuniversitario Vocacional (IPV) Hermanos Martínez Tamayo, de Playa, en La Habana, donde se forja el relevo del Ministerio del Interior (MININT), son sometidos a situaciones de esclavitud y trato de favor con los hijos de los militares como parte de su formación para ingresar en el aparato que controla la "seguridad" del Gobierno cubano.

Dos testigos con opiniones distintas sobre los métodos y resultados educativos empleados en esta vocacional del MININT cuentan su experiencia a CiberCuba. Donde una dice severidad, el otro habla de infierno. Donde una (residente en España) cree que la formaron para ser una mejor persona, el otro (residente en Cuba) considera que sólo les enseñan a infiltrarse en el pueblo para minar los grupos opositores. Por razones obvias, ambos prefieren no identificarse.

En el IPV Martínez Tamayo estudian unos 700 alumnos de entre 14 y 16 años (datos del curso 2019-2020 recogidos por Cubava). "Son 11 aulas de muchachos, que empezarán las clases en noviembre". Todos acceden a esta "vocacional" después de superar un examen de aptitud, que incluye preguntas sobre las preferencias sexuales de los alumnos, cuenta el testigo residente en Cuba.

Según su experiencia, en el test psicológico que hacen en las secundarias para captar estudiantes, les preguntan sin rodeos si les gustan los hombres o las mujeres o si son vírgenes. "Más tarde se desaparecen y después te llaman y te dicen si entraste o no", continúa este testigo.

Sin embargo, ésta no es la experiencia de la joven cubana, residente en España, que estudió hace siete años en el IPV Martínez Tamayo. "Eso a mí no me lo preguntaron", señaló.

Fachada del IPV Martínez Tamayo. Foto: CiberCuba

"El proceso de selección es una mentira total. Se meten en las secundarias y dicen que el Martínez Tamayo es un Pre (universitario) normal de la calle; que tiene determinadas condiciones y que puedes coger la carrera que tú quieras. Así te meten en un hoyo del que muy pocos pueden salir", cuenta el testigo residente en Cuba.

"Una vez que quieres irte (y eso es un proceso muy difícil porque el mismo ministro del Interior tiene que firmar el permiso) cogen los datos de tu familia y la tachan como amenaza a la Seguridad del Estado", añade.

Sin embargo, la joven residente en España, aunque admite que no es fácil salir de ahí, dice que no es algo imposible. "Del MININT es muy difícil salir porque hay que hacer mucho papeleo y se demora, pero no te meten preso si te vas", aclara.

"Cuando entras te das cuenta de todo. Las asignaturas son todas políticas para lavar el cerebro; para hablar mal del capitalismo y de todo lo que huela a Estados Unidos. Se habla y se discute de política como siete veces al día. Aparte están las asignaturas normales: Matemáticas, Español o Historia y las lecturas obligatorias: Imperio vs resistencia, de James Petras; el Diario del Che en Bolivia, La contrarrevolución cubana, de Jesús Arboleya; Palabras antiimperialistas, de Hugo Chávez o Cuba y la revolución norteamericana que viene, de Jack Barnes. Encima, tenemos que marchar como si estuviéramos en el Servicio Militar", lamenta el testigo que vive en Cuba.

"Muchas niñas se 'marimachean'; lloran y sufren porque quieren irse. Se destrozan completamente porque ese lugar no es ni para mujeres, ni para humanos. Los profesores te dan una galleta y no pasa nada", recalca.

Sin embargo, la joven residente en España niega la mayor. "Eso es mentira", afirma con contundencia.

Alumno con restos de tiza en la oreja, después de recibir una galleta de un profesor. Foto: CiberCuba

"Los profesores están todos adoctrinados por la 'revolución'. Hay trabajadores civiles de la Defensa; oficiales, mayores, capitanes, tenientes... La peor es la directora. Se llama Mirta Aguirre, es coronel del MININT e hija de uno de los jefes del Ejército oriental o central", apunta el testigo residente en Cuba.

"Esa mujer no tiene contacto ninguno con sus estudiantes. Cuando pasa por un pasillo, si hay estudiantes es obligatorio que se paren firmes y se echen a un lado. Si están sentados tienen que pararse y ponerse firmes. Si están limpiando, igual. Ella no soporta a sus estudiantes aunque su especialidad es Menores. Lo más bonito: tiene un comedor para ella sola, donde la comida es lo mejor de lo mejor. Lo sabemos por la sencilla razón de que los alumnos son los que botan la basura y saben si sobra camarón, carne de vacuno o conejo".

"Si (la directora) no quiere comer en su comedor privado hay que llevarle la comida a su oficina y retirársela. Ella es la única que puede entrar por la parte de alante del Pre. Ahí hay una cámara de 360 grados".

La coronel Mirta Aguirre fue la que dictó la Constitución de la Escuela, que "en la Orden 1 incluye todo lo que hay que hacer bajo su yugo. En esa escuela los alumnos son todo: custodios, jardineros y 'limpiaplatos'. Todo lo que necesite personal para hacer lo que sea, se utiliza a los estudiantes. Es una esclavitud", insiste el testigo residente en Cuba.

"Los alumnos son los campesinos en el huerto; los que tienen que recoger toda la basura de toda la escuela; los que tienen que limpiar más de 800 platos cuando les toca fregar. Esa escuela hay que limpiarla todos los días y dejarla impecable. Los levantan de madrugada a limpiar para que esa mujer no vea sucio el piso por donde camina".

"Ella (Mirta Aguirre) le quitó la merienda a los alumnos y los tuvo siete meses comiendo pan con guayaba. Dice que hace todo eso para ahorrar, pero todos sabemos para qué coge el dinero".

En los años en que estudió la joven que vive en España entrevistada por CiberCuba, la directora se llamaba Lourdes Cabrera, pero no le resulta extraño lo que cuenta el testigo de Cuba. "Ella era así. También es cierto que los alumnos hacen autoservicio, limpian y chapean. Te ponen a limpiar de castigo y si cometes algún error grave, te quedas de retén: o sea, retenido de castigo. Los de la Jefatura (de profesores) y los visitantes lo hacen todo apartados de los alumnos".

Perfil de los 'elegidos'

No hay un perfil físico ni social definido del alumno que entra a este IPV del Ministerio del Interior porque para infiltrarse en los barrios, el MININT necesita variedad. Entre los estudiantes hay hijos de militares de alto rango, pero también, gente de pueblo. Estos últimos son sometidos a una disciplina mucho más férrea y a labores de limpieza y mantenimiento de la escuela. "Hay veces que después de clases friegan 800 bandejas", asegura el testigo que vive en Isla.

"Los hijos de los militares pueden ir o no; pueden comer lo que quieran. Pueden, en fin, abusar de los alumnos sin miedo ninguno porque saben que nadie los tocará", insiste.

En este punto coincide la joven que reside en España. "Yo estudié con los nietos de Raúl y el hijastro de Díaz-Canel y sí, es cierto que los hijos de los militares tienen trato de favor. El poder vale más. Hay muchos militares poderosos", reconoce.

Los alumnos del IPV Martínez Tamayo llevan un distintivo del MININT. Foto: CiberCuba

En la escuela se siguen los mismos métodos que en los ochenta se utilizaban en el IPVCE Vladimir Ilich Lenin. Los alumnos deben llevar una tarjeta de notificaciones en el bolsillo y en ella los profesores les señalan por una cara los méritos y por otra, los "reportes negativos".

Tarjeta de reportes del IPV Martínez Tamayo. Foto: CiberCuba

"En ese papel te ponen todo lo que ellos no quieren que hagan los alumnos. Además, del abuso físico y psicológico, ponen reportes por escupir, por chasquear los dedos. Cada reporte malo vale puntos. Si te pasas de 11, te quedas el fin de semana entero sin salir de la escuela, chapeando y guataqueando: trabajando como un caballo para ellos", añade el testigo que reside en Cuba.

La joven residente en España reconoce que "la tarjeta de reportes se lleva y los alumnos se quedan, hacen autoservicio, limpian, chapean, hacen de todo", admite.

El problema es que a los hijos de los militares les rellenan más los aspectos positivos. Por tanto, son los hijos de los obreros los que asumen el grueso de las tareas de limpieza y trabajo forzado, aclara el testigo residente en Cuba.

"Si ves las tarjetas de los hijos de los oficiales, están vacías y vacías se pudren. Para los hijos del cubano de a pie hay más reportes que méritos. A los hijos de los militares les ponen méritos por todo: hasta por caminar bonito. A los del pueblo no les importa lo que les pongan. Su objetivo, desde que entran, es uno: salir", dice este testigo que aún vive en la Isla.

Mientras ese momento llega, los alumnos del IPV Martínez Tamayo estudian asignaturas "siniestras", impensables en la formación de adolescentes cubanos de su edad: Contrainteligencia, Criptografía, PNR, Criminalística, DTI, Educación Penal, Preparación para Acción contra el Pueblo e Instrucción Penal.

Ésta última sería "la parte más oscura de la escuela" porque es donde les enseñan, por ejemplo, los métodos que deben utilizar en los interrogatorios. Tienen que fijarse en las veces que parpadea el interrogado y a la menor señal de flaqueza, saben que tienen que ser implacables. "Se utiliza el chantaje, la extorsión, la manipulación mental y el ataque psicológico", comenta el testigo residente en Cuba.

Lo peor de esas clases es que toman como ejemplo a un alumno del aula. "Los usan como si fueran el pueblo. Les hacen preguntas y los ponen en contra de ellos mismos. He visto a alumnos que han tenido que salir llorando porque no pueden más. Todos los estudiantes son sometidos a este tipo de demostraciones. Los que lo disfrutan, se unen a ese círculo del aula para ver más. Es horrible cómo te hacen sentir como una basura; cómo te tapan todas las salidas; cómo meten a tus familiares y lo utilizan todo", cuenta este testigo a CiberCuba.

En clase les enseñan que a la hora de interrogar "todo lo que uno hace, cuenta a favor de ellos": los movimientos de las manos; la forma de sentarse, la dirección en la que miras; la respiración, las veces que parpadeas. Es muy diverso. Necesitan saber si estás nervioso para meter presión. Mienten mucho. Te dicen que determinada persona ya declaró cuando ni siquiera está presa. Ponen a los detenidos a hablar uno contra otro para distorsionar la verdad", resume.

"Estudian a fondo cada comportamiento, cada respuesta, cada detalle. Estudian muy bien a la oposición. Saben muy bien cómo ligar con cada tipo de ciudadanos. Todos buscan filtrar todo lo que tengas que ver con movimientos de protestas, ataques terroristas, agentes de la oposición infiltrados. Vigilan blancos importantes; opositores importantes. Tienen meticulosos puntos de encuentro con contactos y contraseñas. Es muy difícil descubrirlos, pero no imposible. Todos tienen un punto débil. Hay muchos infiltrados en la CIA, en Unpacu; en cualquier parte de Estados Unidos y en todo el mundo. Todos tienen que actuar cuando creen que van a hacer algo que ellos consideran incorrecto. Todos tienen que informar y ahí es donde se pueden coger: mintiendo a un mentiroso con una gran mentira", sugiere.

Junto al IPV Martínez Tamayo estaría, según este testigo, un edificio estratégico en Cuba, el de Criptografía, por donde pasarían las llamadas del gobernante Miguel Díaz-Canel y de los agentes infiltrados. Además, en el edificio del Ministerio de Comunicaciones habría, siempre según este testimonio, una parte subterránea, con fuertes medidas de seguridad y puertas protegidas, donde trabaja un equipo de contrainteligencia. Es ahí, asegura, donde pinchan las llamadas de cada persona objetivo.

"En las clases de Criptografía ven cómo los agentes de la Seguridad del Estado tienen que criptografiar para dar partes", apunta.

Dice además, que en clase, esos alumnos de 14 a 16 años aprenden a usar porras, escudos antidisturbios, balas aturdidoras. Les enseñan todo tipo de artes marciales y con los perros, los ponen de demostración para ver cómo esas fieras les van para arriba".

"Para infiltrarse en el pueblo se visten como quiera, como reparteros, como bodegueros, como mendigos. Pasan dos años de entrenamiento para desarrollar todo: forma de hablar, misiones, objetivos. Sólo hay dos personas que saben que hay un agente infiltrado: el agente infiltrado y el operador".

La joven residente en España aclara que todo este tipo de formación militar la dan en formación vocacional. "Hay asignaturas normales y talleres vocacionales, que son pura cosa militar, cosas de táctica y eso. Hay demostraciones de los interrogatorios, en plan explicando cómo se hace, pero es algo normal. Nadie llora ni nada".

Un Pre normal

"Supuestamente, para todo el mundo esto es un Pre normal. Pero no es así. Es un infierno". En el último año, le dan a todo el mundo las carreras que ellos quieren y quien no acepte, lo castigan a seis años de cárcel por traición cuando cumplen 18 años. Antes de entrar les hacen jurar que tienen que dar ocho años al MININT o si no, van a la cárcel. Ellos dicen que las prisiones son escuelas", dice el testigo que reside en Cuba.

Sin embargo, la joven que vive en España lo desmiente. En los talleres, los militares van de uniforme pero no llevan armas. Los profesores que dan asignaturas normales, van de civil. Ninguno pega a los alumnos. Tú eliges la carrera que quieres. Va por la nota del escalafón, pero hay mucho militar poderoso y el que no tiene nada, no alcanza la que quiere", admite.

Otro punto en el que coinciden ambos entrevistados por CiberCuba es que dentro del IPV Martínez Tamayo están prohibidos los teléfonos. Cuando un alumno desafía la prohibición y es sorprendido con un celular, le decomisan el aparato y "es obligado a besar los pies del docente. A un compañero le rompieron el teléfono en la cara", dice el testigo residente en la Isla.

"Hay un cuarto donde guardan todos los documentos secretos y donde revisan los celulares de los alumnos. La vigilancia es buena. Hay muchas cámaras en lugares estratégicos. En cada posta, donde los alumnos hacen guardia abusivamente, hay una cámara, que sólo funciona por la noche y no tiene memoria. Transmiten en directo a un local que se llama Puesto de Guardia, donde un operador los vigila toda la noche. Cuando ve algo sospechoso hace rondas para vigilarlos y controlarlos", añade.

La joven egresada del Martínez Tamayo que vive en España sólo se limita a explicar que los teléfonos siempre han estado prohibidos, pero en su tiempo (hace 7 años) no había cámaras de vigilancia. "Los oficiales eran tu sombra. Ahora con el avance de la tecnología, no sé", dice.

En el IPV del MININT hay alumnos internos y externos. "La vida interna es un infierno. Este año hubo un brote de sarna porque no limpiaron los colchones; no los sacaron a coger sol en vacaciones. A los hijos de los militares los atendieron. A los demás los mandaron a bañarse con agua caliente, en un lugar donde eso no existe", comenta el testigo de Cuba.

Incluso en invierno, los estudiantes son obligados a bañarse con agua fría "para endurecer el cuero". Por eso hay que marchar para todo: para ir a comer, a estudiar, detalla.

Alumno, humillado en el piso. Foto: CiberCuba

A diferencia de lo que ocurre de puertas hacia afuera, en el IPV Martínez Tamayo, la comida no es un problema. "Se encargan de alimentarnos bien". Por eso no permiten que los alumnos entren nada de comida de sus casas. "Hace poco cogieron preso a un vendedor de bocaditos que los vendía a los alumnos escondido desde fuera porque decían que podía ser cosa de la oposición para envenenarnos", señala el testigo de Cuba.

La joven que vive en España coincide en este punto. "No te dejan comprar nada en la calle pero el porqué ya no lo sé".

Lo peor del IPV Martínez Tamayo es cuando los miércoles llega la hora de trabajar. "Lo menos que puedes hacer es ir a quemar basura; pero también hay que trabajar en un huerto que no produce nada y que es utilizado como medio de tortura. Nos ponen a guataquear en tierra infértil", dice el testigo residente en Cuba.

A la hora de estudiar, los alumnos "son vigilados como criminales y las relaciones amorosas están prohibidas. Si te cogen dando un beso, abrazando o muy 'empegostado', te ponen un reporte por manifestaciones amorosas. Si te cogen teniendo relaciones sexuales, te meten retén. Eso es quedarte preso un fin de semana y te obligan hasta a limpiar el sitio donde se quema toda la basura", explica.

También pueden obligarte a atender todo el día los antojos de la coronel y después de las nueve de la noche, te llevan a un cuarto y te encierran. Tiene rejas y candados inmensos", continúa.

Para su compañera residente en España, la experiencia no ha sido la misma. Ella no mira hacia atrás y ve el infierno. "Sinceramente para mí fue mi mejor enseñanza y aprendí mucho. Sentó las bases para ser una mujer preparada y una buena abogada. Creo que es uno de los mejores Pre, pero creo que son muy severos en ocasiones, como todos los militares, que son muy cuadrados".

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Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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