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Anciano que vive de vender coquitos en La Habana: “No tengo esperanzas de ver una mejoría ni un cambio”

Con casi 80 años de edad, asegura que le queda esperar tranquilamente la muerte.

Andrés Domínguez Beltrán © Captura de Youtube
Andrés Domínguez Beltrán Foto © Captura de Youtube

Este artículo es de hace 3 años

Andrés Domínguez Beltrán, un anciano cubano de casi 80 años que vive en el municipio Marianao, en La Habana, sobrevive vendiendo dulces de coco (coquitos), una de las golosinas más conocidas y populares en los barrios de la capital cubana.

“Yo pelo un promedio de 80 o 90 cocos. Eso me da para 5 o 6 días. Después de que está molida la masa, vendo diariamente entre 80 y 90 coquitos. De lo que invierto, saco 50 o 60 pesos cubanos de ganancia”, detalla en un material publicado por CubaNet.

El medio refiere que, desde las 5:00 de la madrugada, Domínguez se planta frente al fogón para cocinar los dulces. Luego agarra el saco de nailon y sale a andar por las calles para vender sus coquitos; a voz en cuello los pregona.

Sobre el proceso para obtener los cocos, relató: “Primero salgo a identificar donde están las matas de coco, luego hablo con los dueños para que me los vendan y, si acceden a vendérmelos, salgo a buscar quien me los tumbe. Pero todo no termina ahí, después los tengo que pelar y rallar para hacer el dulce. Entonces, ya para finalizar, salgo a venderlos para ganar algún dinero, con el cual, malamente, alcanza para poner un plato de comida sobre la mesa”.

“No puedo estar haciendo cola en la calle, por la edad no se me permite”, explica refiriéndose a las medidas que adoptó el gobierno cubano para proteger del contagio por coronavirus a la población de adultos mayores.

“Ya mis fuerzas no dan para mucho más. Me dio linfangitis, padezco de sacrolumbalgia. En los hombros ya me estoy sintiendo el esfuerzo y en la columna. Ya estoy para terapia, como se dice en la calle. Pero debo seguir, porque no me puedo morir de hambre”, expresó.

Domínguez refiere que a veces se ve en una disyuntiva, cuando los niños le dicen que no tienen dinero para pagarle los dulces. “Entonces de qué como yo”, lamenta.

“La palabra revolución para mí está mal empleada aquí, pues revolución no es un régimen o sistema de gobierno, sino todo lo que genera cambio”, dice desde su vieja y muy humilde casa de madera. “Aquí llevamos sesenta y pico de años y el cambio ha sido para peor, no ha sido para bien de nadie”, señaló.

Ya yo más o menos estoy viejo y tengo que conformarme con mi situación, pero la juventud no tiene por qué. Están obligados a decir que viva la revolución y vivan los CDR, sino por mucho que trabajen les pasará igual que a mí, por no participar en mítines ni nada de eso”, expone.

“Por el contrario, me he dedicado solo a trabajar y siempre he estado sobrando dondequiera que he estado”, agrega. Actualmente, Domínguez no dispone de un retiro salarial. A pesar de que trabajó por más de 30 años para el régimen cubano, su expediente laboral se perdió en un incendio que devoró su vivienda hace años y de ese modo trágico y burocrático se evaporaron sus tres décadas de trabajo.

“Trabajé en los muelles, en la fábrica de vidrios; fui operador de equipos pesados y en muchos lugares más. Yo trabajé en toda Cuba, pero para el Estado eso no cuenta”, se quejó. “Se me quemó la casa y con ella mis años de trabajo. Fue la época en que cuando pedías la baja de un centro laboral, te entregaban el expediente y te lo llevabas para la casa, eso fue por los años 90”, recordó.

“Cuando averigüé cómo podía hacer para recuperar mis años de trabajo, me dijeron que debía ir por todos los lugares donde trabajé y buscar testigos, papeles, pruebas de ello, y aun así solo me valorarían tres años de trabajo para el retiro. En fin, que lo que no quieren es darme mi pensión”, aseguró, aunque mantiene su sospecha de que el abandono se debió a su poca implicación con el el gobierno y sus organizaciones.

“Aspiraciones, con la edad que tengo y las condiciones de este país, ya no tengo ninguna. No tengo esperanzas de ver una mejoría ni un cambio, ni mucho menos de sobrevivir a esta situación por mucho tiempo. Lo que me queda es esperar tranquilamente a que me sorprenda la muerte, comiendo de lo que gane con los coquitos”, concluyó.

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Maykel González

Periodista de Cibercuba. Graduado de Periodismo por la Universidad de La Habana (2012). Cofundador de la revista independiente El Estornudo.


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