APP GRATIS

Carta abierta a Díaz-Canel: “La Otra Cuba”

Deje de considerar a USA nuestro enemigo y de usar el embargo para justificar las ineficiencias, errores e injusticias que ocurren a diario en el país, expresó el autor del texto.

Carro y personas en una calle de La Habana (Imagen referencial) © CiberCuba
Carro y personas en una calle de La Habana (Imagen referencial) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Un cubano residente en Canadá envió a la redacción de CiberCuba una carta dirigida al gobernante Miguel Díaz-Canel, en la que le pide que empiece a desmantelar un régimen que atropella al pueblo a base de violencia y censura.

Después de denunciar la alarmante escasez de alimentos y medicinas que padece la población, y la renovada hostilidad por parte de los elementos más radicales y extremistas del gobierno contra los que piensan diferente, el autor de la misiva pide a Díaz-Canel que deje de usar el embargo para justificar las ineficiencias, errores e injusticias del sistema, y que asuman su responsabilidad en la tragedia cubana.

A continuación transcribimos, íntegramente el contenido de la carta enviada a nuestra redacción.

“La Otra Cuba”

(Carta abierta al presidente Miguel Díaz-Canel)

Hace sesenta y dos años, el pueblo de Cuba escuchó esperanzado al hombre que en uno de sus discursos prometía una Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, en una Habana que inundaba sus calles y plazas con miles de personas aferradas a un sueño. Hablaba Fidel Castro Ruz de un futuro mejor, de motivos para creer en una nación próspera y democrática. Su discurso hacía pensar en el retorno al camino de los derechos cívicos y la reincorporación a un mundo abierto a las ideas y el mercado.

Nada de aquellas promesas perduraron, pronto la Revolución de luces humanistas traicionó sus propios ideales y derivó en una dictadura comunista que impuso la represión y la planificación económica, agravando de esa manera no sólo la crisis económica sino la espiritual. Poco a nada podemos hacer los cubanos todos para terminar con los efectos de esa Crisis permanente, ahora acentuados por la pandemia del COVID-19, si usted y su gobierno no toman medidas que alivien la carga del ciudadano común.

Presidente Díaz-Canel, comience de una vez a desmantelar un régimen que a base de violencia y censura continúa atropellando a nuestro pueblo.

Ahora mismo, la gente de a pie está sufriendo de manera alarmante la escasez, la falta de alimentos y medicinas y esas colas que parecen no tener fin. No decimos esto a la ligera, los cubanos y cubanas somos reconocidos en el mundo entero por nuestra capacidad creativa, el ingenio, la alegría estridente y por una resistencia tenaz ante los problemas, y la inmensa mayoría de nosotros sabe en carne propia lo que es la estrechez, las colas y el hambre. Sin embargo, los últimos meses hemos sido testigos de una renovada hostilidad contra los que piensan diferente y los que intentan abrir negocios particulares, una hostilidad promovida por los elementos más radicales y extremistas con cargos en el Estado (Raúl Castro Ruz, Machado Ventura, Fernando Rojas, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas y Ramiro Valdés, entre otros), empeñados en conservar el poder a cualquier precio.

Ese pequeño grupo de intolerantes y totalitarios han infligido un daño incalculable a la nación desde sus posiciones de privilegio y ceguera ideológica. Es por ello, que en medio de las consecuencias que impone la pandemia, los cubanos, tanto los de adentro como los de afuera, están imposibilitados de realizar acciones humanitarias que de alguna manera puedan paliar la crisis, y nos mantenemos rehenes de una cúpula corrupta que insiste en su retórica de confrontación, mientras que nos ha venido machacando desde 1959 que USA es un enemigo irreconciliable al que hay que denigrar y si es posible destruir.

Deje de considerar a USA nuestro enemigo, deje de utilizar el tema del embargo para justificar todas y cada una de las ineficiencias, errores e injusticias que ocurren a diario desde Pinar del Río hasta Guantánamo, pasando por la Isla de la Juventud, y que son más bien el producto de un bloqueo interno que ustedes se obstinan en reforzar. Asuman su responsabilidad en la tragedia y encaren la verdad. En nuestras escuelas se nos enseña desde décadas que el origen de nuestros males, el subdesarrollo, las desigualdades sociales, el monocultivo, la monoexportación, la emigración y hasta la prostitución tenían su raíz en dos elementos básicos: el sistema capitalista y la influencia de los Estados Unidos en las decisiones fundamentales y la distribución de la riqueza. ¿Por qué hay que depender entonces de ese país, si contamos con las oportunidades de comercio e intercambio tecnológico que ofrecen China, Rusia, Canadá, México, India, Japón, Francia, España, Italia o Inglaterra?

A Estados Unidos nos unen estrechos lazos históricos, culturales y económicos, además de compartir juntos la amarga experiencia del colonialismo y la pasión por la libertad y la justicia que han sido reivindicadas en nuestras luchas de independencia. Como los estadounidenses, los cubanos entienden y aprecian el valor de la soberanía, y de nuestra parte se evidencia el sincero respeto por el sentido común, el éxito y la apertura a los emigrantes de todo el mundo que encuentran en la tierra del norte, un espacio para rehacer sus vidas. Nuestros caminos, los de Cuba y USA, se han cruzado en determinados momentos, se han originado conflictos dolorosos que algunos se esfuerzan en resaltar al tiempo que alimentan de modo artificial las diferencias. Es hora de renunciar a la propaganda antiimperialista y aceptar un diálogo franco que alivie las tensiones.

La administración norteamericana de Obama dio un paso hacia el entendimiento y la distensión, ofreció oportunidades y vías de cooperación que el Estado cubano desaprovechó y que no aceptó de buen grado, pues lo único que pareció interesarle fueron las finanzas de las empresas estatales y los negocios de un muy reducido número de nacionales cercanos a las esferas de influencia. El pueblo de Cuba pensó que había posibilidades reales de mejorar sus vidas y cambiar la atmósfera de guerra permanente con que hemos crecido. El pueblo de Cuba, una vez más, terminó decepcionado y engañado.

Díaz-Canel, está en sus manos un cambio real: libere a los presos políticos, deje de perseguir y condenar al opositor, al artista independiente, al que piense diferente; permita el libre mercado y la circulación sin censura de la información, restituya todos los derechos a los emigrados cubanos y convoque a unas elecciones plurales y con supervisión internacional. Con esas medidas el embargo será removido de forma inmediata y su gobierno adquirirá la legitimidad y la aprobación internacional que hoy no tiene.

Fue José Martí quien expresó: “Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. Presidente, deje de escuchar y cumplir los deseos de ese grupo de radicales comunistas que por medio del odio y la violencia han dejado una triste marca de muertes, cárceles, exilio, y la división de familias, amigos, vecinos y compañeros de trabajo por motivos políticos. Prohíba los actos de repudio ahora mismo, eso demostraría audacia, inteligencia y honestidad del Estado cubano que usted dirige.

Le exigimos al gobierno de Cuba que comience a normalizar las relaciones con USA, pero en primer lugar que normalice el trato con los ciudadanos cubanos y elimine de sus discursos los calificativos de mercenarios, gusanos, apátridas, malnacidos o excubanos. Esto ayudará a todos los sectores de nuestra sociedad y abrirá oportunidades de inversión en Cuba no sólo para Estados Unidos, sino también para el resto de la comunidad internacional que recela de las leyes y el irrespeto de los derechos civiles impuestos en la Isla. Abrir tiendas exclusivas para el dólar americano o restringir el trabajo de miles de profesionales no resuelve ninguna de nuestras urgencias, si acaso constituye otra burla, una muestra irreparable de desprecio.

Le exigimos a usted personalmente, Díaz Canel, que tome acciones concretas para aliviar la angustia espiritual y la precariedad material que atormenta al pueblo cubano, para que ofrezca a nuestra gente una verdadera razón que le haga desistir de sus planes de abandonar el país y crean de nuevo que la felicidad en nuestra patria sagrada es posible.

El texto fue publicado originalmente por el lector Ernesto Ramón Domenech Espinosa en su muro de Facebook.

¿Qué opinas?

VER COMENTARIOS (3)

Archivado en:


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada