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Nuevas evidencias del peligro de caída de meteoritos en Cuba

A pesar de las escasas probabilidades de que ocurra un impacto de meteorito, un científico advierte que “estos eventos ocurren, y que algún día pudieran ocasionar daños o afectar a las personas"

Sección de meteorito e imagen satelital del destello producido el pasado viernes © Josep M. Trigo / CSIC-IEEC - Facebook / Manuel Iturralde Vinent
Sección de meteorito e imagen satelital del destello producido el pasado viernes Foto © Josep M. Trigo / CSIC-IEEC - Facebook / Manuel Iturralde Vinent

Este artículo es de hace 3 años

La caída de un meteorito en la zona oriental de Cuba, avistado por varios testigos y registrado por cuatro estaciones sismológicas de la región, ha dado lugar a un debate sobre el peligro de caída de cuerpos celestes en la isla.

“Los impactos contra el suelo y las bolas de fuego son eventos muy poco frecuentes en Cuba, así como en el resto del mundo… cada día impactan con la atmósfera innumerables cuerpos celestes que se destruyen antes de llegar a la superficie terrestre. Esto significa que el riesgo es estadísticamente menor”, explicó en un post de Facebook el geólogo Manuel Iturralde Vinent.

A pesar de las escasas probabilidades de que ocurra un impacto de meteorito, el científico advierte que “estos eventos ocurren, y que algún día pudieran ocasionar daños o afectar a las personas. Por eso, a pesar de la poca frecuencia, el peligro de impactos está presente y no debe ignorarse”.

Tal y como recordó Iturralde Vinent, citando al ingeniero Yasmani Ceballos Izquierdo, especialista en el Instituto de Geofísica y Astronomía, “el registro histórico de bolas de fuego y meteoritos reportados en Cuba oriental comienza a partir del 14 de agosto de 1833, cuando la prensa dio a conocer el impacto de un bólido que destruyó la tercera parte de la iglesia parroquial de Baracoa”.

De considerable envergadura resultó el impacto de un meteorito tipo siderita, del cual se encuentran varios fragmentos etiquetados como "Cuba" en diferentes museos del mundo. Asimismo, Iturralde Vinent reseña el evento ocurrido el 25 de abril de 2019 en Moa, caracterizado como "bola de fuego" y que dejó un rastro de humo durante su caída, que duró aproximadamente 10 segundos, según reportaron varios observadores.

A pesar de lo llamativo de este último evento, el mismo no se registró en la base de datos mundial de bolas de fuego y meteoritos, ni se encontraron evidencias materiales en el macizo montañoso en el que los testigos señalaron se habría producido el impacto.

Sin embargo, el evento del pasado viernes, ocurrido en Bahía de Nipe (Holguín), sí fue “reportado dos personas desde la base de Guantánamo y quedó recogida en la base de datos internacional de fireballs con el número 1755-2021”, según precisó Iturralde Vinent.

Dicha base de datos también incluyó reportes de avistamientos de bolas de fuego en la isla de Jamaica al sur de Cuba y en Naples, península de la Florida, pero no resultaron suficientes para “reconstruir la trayectoria teórica de algún objeto o conjunto de ellos”, añadió el especialista.

Fue el sistema que registra las tormentas eléctricas el que captó el destello producido por el evento del pasado viernes. “Si se compara este destello con el provocado por el Meteorito Viñales en febrero del año 2019, captado por el mismo sistema de satélites, se evidencia que el de Nipe es mucho más pequeño, probablemente proporcional a las dimensiones menores de este objeto”, afirmó Iturralde Vinent.

No obstante los testigos y las señales captadas, Iturralde explica que no constituyen evidencias suficientes para afirmar que se trata de un meteorito, para lo cual haría falta recuperar evidencia física del mismo. El experto recordó que existe mucha “basura tecnológica” orbitando la tierra y que termina penetrando la atmósfera y cayendo a la tierra, dejando a su paso una estela lumínica debido a la fricción.

“Hasta ahora no se ha reportado ningún cráter de impacto u objeto caído del cielo durante este evento, lo cual puede responder a que se trataba de un cuerpo pequeño que se fundió y sublimó a su paso por la atmósfera, de acuerdo a la nota confeccionada por varias instituciones del CITMA, especialmente el Instituto de Geofísica y Astronomía”, indicó el especialista.

En Cuba, según refiere Cubadebate, ha podido confirmarse hasta la fecha el hallazgo de seis meteoritos, verificados científicamente mediante análisis químicos y otros procedimientos de laboratorio. El primero de todos se encontró en 1938 en el poblado de Mango Jobo, en la hoy provincia de Artemisa. Dicho cuerpo se fragmentó en tres objetos de 1 099, 344 y 162 gramos de peso, respectivamente.

En agosto de 1974 fue descubierto en Bacuranao un segundo meteorito. El ingeniero Arnaldo Correa lo encontró dentro de un lecho arenoso a unos 40 metros de la costa, y a una profundidad entre seis y ocho metros aproximadamente.

La caída del tercero fue avistada a plena luz del día por unos campesinos que faenaban en la finca Palmarito, a poca distancia del poblado cienfueguero de Santa Isabel de las Lajas, el 10 de junio de 1994. Dos años más tardes se avistó la caída del cuarto meteorito en Calabazar, en el capitalino municipio de Boyeros.

Los dos últimos fragmentos localizados de roca espacial cayeron en el año 2001. Uno en el barrio conocido como Balcón de La Lisa y el otro en un campo arado en Güira de Melena. Más allá de la curiosidad que despiertan tales objetos, concluye Cubadebate, su investigación contribuye a develar misterios referidos al nacimiento del sistema solar, incluida la Tierra.

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