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Pilotos cubanos por cuenta propia en Playa Girón

En vísperas de la invasión por bahía de Cochinos, solo quedaban dos pilotos experimentados: Enrique Carreras y Álvaro Prendes.

Avión Hawker Sea Fury © Museo de Playa Girón
Avión Hawker Sea Fury Foto © Museo de Playa Girón

Este artículo es de hace 2 años

En el corto periodo de solo un año y cinco meses después del triunfo de la revolución ya Fidel y Raúl Castro habían copado todas las posiciones claves de jefatura en las fuerzas armadas y el Ministerio del Interior con figuras del viejo partido comunista cubano que les aseguraron el control absoluto del poder.

¿Cómo lograron establecer tal control en tan corto periodo? Porque el 8 de mayo de 1960 se produce en la fuerza aérea la última purga de elementos que habían expresado libremente sus opiniones sobre el rumbo totalitario que había tomado la revolución y amanecieron ese día bajo arresto. Fuimos los últimos de los Mohicanos. Digo que fuimos, porque yo también fui arrestado, pero liberado varias horas después, por una sorpresa que recibí confirmándome que Cuba estaba completamente bajo control comunista.

De cincuenta y tantos pilotos de diferentes aviones militares quedamos solamente siete cubanos y cuatro extranjeros. De esos cuatro extranjeros solo uno cayó en combate durante la batalla sobre Playa Giron y Bahía de Cochinos; otro fue arrestado por negarse a combatir y los dos restantes prácticamente no volaron.

Fuimos arrestados al amanecer del 8 de mayo de 1960. A mí me liberan durante la noche de ese mismo día. Estábamos en la sede de la Seguridad del Estado, en 5ta. avenida y 14, en Miramar y, después de media noche se aparece el comandante Manuel Piñeiro preguntando quién es Rafael del Pino. Levanto el brazo y me indica que lo siguiera. Al salir del edificio me comunica que mi arresto fue por error y que me dirigiera a un auto que estaba parqueado afuera, en Quinta avenida.

Al llegar al automóvil, me sorprendió encontrar a mi hermano mayor en el vehículo. Le pregunto a Félix porque estaba allí; me pide que tome asiento y, una vez dentro, me confiesa que él, desde la universidad, era un militante clandestino del partido comunista.

¡Coño Félix!, así que yo pasé todas las cosas que pasé desde el 10 de marzo; cárcel, torturas, exilio, Ejército Rebelde y ahora me liberan de un arresto que no entiendo porque soy hermano de un comunista. ¡Cojones, compadre, que mierda es esta!

Lo dejé allí, tomé un jeep y regresé a la base aérea de San Antonio de los Baños. Mi sobrerreacción no fue correcta. Había sido un día con un estrés excesivo, muchas horas sin saber qué diablos estaba pasando. Después de llegar a la casa lo llamé por teléfono para disculparme.

Yo no podía entender que todos aquellos oficiales que estaban arrestados junto conmigo, que habían conspirado contra Batista, que varios de ellos sufrieron prisión y otros se alzaron y cumplieron misiones aéreas en el ejército rebelde como el capitán Antonio Blázquez, pudieran ser enemigos de la revolución.

No me cabía en la cabeza que el Capitán Orestes del Rio, que había sido el fundador y el jefe de la Fuerza Aérea Rebelde en el Segundo Frente, comandado por Raúl Castro, pudiera estar preso allí. Y mucho menos comprender que si era cierto lo que se nos informaba de una inminente invasión a Cuba, se dejara la Fuerza Aérea prácticamente sin aviadores con solo siete pilotos para decenas de aviones de guerra de diferentes tipos.

Para que se tenga una idea del despelote formado por los comunistas utilizados por Fidel y Raúl Castro para “purificar” la aviación basta leer la siguiente relación de aviadores que se reincorporaron a la fuerza aérea que se encontraban presos, en el exilio o la clandestinidad durante la dictadura de Batista.

1- Enrique Carreras Rolas

2- Martin Klein Schiller

3- Álvaro Prendes Quintana

4- Rolando Cossío Soto

5- Claudio Rey Moriñas

6- Ángel Martínez Leiro

7- Manuel Villafaña Martínez

8- Raúl Planas de la Torre

9- Raúl Cross Quintana

10- Ramón Parramón Spencer

11- René Travieso Pla

12- Gaston Bernal Fernández

13- Eduardo Ferrer y del Castillo

14- Mario León

15- Rogelio Miró Quirós

16- Osvaldo Hernández Suárez

17- René García Fernández

18- Jorge González Barreras

19- Mario Cabrera Bosque

20- Luis Alfonso Silva Tablada

21- José Díaz Vázquez

22- Manolo Iglesias

23- Oscar Martínez Roig

24- Gastón Rodríguez

25- Orlando de la Cuesta

De todo este grupo quedaron activos solamente, después del fatídico 8 de mayo de 1960, Enrique Carreras, Martin Klein y Álvaro Prendes en la aviación de combate, Silva Tablada, en la de bombardeo y Claudio Rey Moriñas, como piloto ejecutivo de Fidel Castro.

El capitán Martin Klein Schiller, regresando de un vuelo desde Trinidad, siendo las 06:45 hora de la tarde del 9 de enero de 1961, intenta aterrizar en el aeropuerto de Varadero, debido al mal tiempo, y es derribado por la artillería antiaérea del aeropuerto por equivocación, confundiéndolo con una avioneta pirata. Por lo tanto, en vísperas de la invasión por bahía de Cochinos, solo quedaban dos pilotos experimentados: Enrique Carreras y Álvaro Prendes.

De izquierda a derecha Prendes, Yury Gagarin, Del Pino y Carreras / Foto: Periódico Revolución

Yo no estaba metido en nada en aquella supuesta conspiración; me habían metido en el jamo sin beberla ni comerla. Todo mi tiempo estaba dedicado entonces a dominar el T-33. Para hablarles claro: En que esa máquina no me matara. En aquella época, cada despegue, cada aterrizaje y no digo cada movimiento del bastón de mando era, en mi caso, una maniobra desesperada de supervivencia, y que debía mantener en el más estricto silencio, para que nadie en mi entorno de bravucones pilotos se percatara de mis impericias de principiante. Así que, qué rayos iba a estar yo pensando en conspiraciones ni que en un fantasma llamado comunismo recorría Europa.

Pero lo peor vino a continuación. Al parecer, desconfiando todavía de los siete gatos que quedábamos, Raúl Castro nombró jefe de la Base Aérea de San Antonio de los Baños a su chofer, Raúl Guerra Bermejo, alias “Maro”. Y digo desconfianza para no decir un descomunal absurdo del a punto de jubilarse General de Ejército.

Pasaron solo tres días para que el chofer estampara su firma. Uno de mis alumnos en el entrenamiento intensivo que dábamos a nuevos cadetes, el teniente Diego Oquendo, taxeaba el AT-6 en el que acababa de solear, pero choca con un tractor que se dedicaba a cortar la hierba de los bordes de la pista. Maro pasaba por el lugar y, enfurecido, se dirige al avión con el ala rota por el tractor. Todos pensamos que el pobre tractorista sufriría las consecuencias, pero no, en su lugar vimos a Oquendo en el asiento trasero del jeep de Maro rumbo al calabozo por “haber roto irresponsablemente un tractor en el taxi way.”

A partir de aquel día, la Base Aérea de San Antonio de los Baños pasó a ser el recinto de pilotos por cuenta propia. Los pilotos volábamos por la libre —como se le llamaba entonces—, hacíamos nuestros planes propios, nos preparábamos para rechazar los ataques… y Maro ni se enteraba. Éramos verdaderamente libres. Hacíamos lo que nos daba la gana. Quién sabe, a lo mejor ese espíritu de absoluta libertad con que nos preparamos para la invasión de bahía de Cochinos fue lo que nos permitió ganar el dominio del aire en los días decisivos sobre Playa Girón, entre el 17 y 19 de abril de 1961. La responsabilidad de los irresponsables. Ni sabíamos ni nos preocupaba lo que teníamos por delante.

Los aviones, debo aclararlo, no eran tan pocos ni tan maltrechos “por viejos y por el bloqueo”, como cuenta la leyenda castrista. Estaban en esas condiciones por diversas razones que podemos ponderar ahora, aunque ya no tenga sentido. Lo único que tiene sentido es que la aviación invasora completa está en el fondo del mar, al sur de Cuba, desde hace 60 años.

Quizá, al lanzar a la calle a todo el personal técnico y mecánico del ejército anterior —solo dejaron al teniente Irene en los T-33 y al sargento Juan María en el departamento de paracaídas— se perdió un considerable apoyo de gente experimentada y con un excelente entrenamiento.

Los aviones ingleses Sea Fury eran nuevos, de paquete, acabados de recibir por Batista un mes antes de su caída, e incluso el último lote de cuatro aviones llegó a principios del año 60. Los ingleses vendían todas las piezas de repuesto que se hubiesen ordenado, pero el gobierno prefirió apostar a la llegada de los MIG soviéticos y no gastarse unas divisas que ya comenzaban a escasearle.

En cuanto a los T-33, las pocas piezas de repuesto que recibimos para estas máquinas de fabricación norteamericana, las pudo resolver el Capitán Antonio Blázquez —el ya citado jefe del Escuadrón de Persecución y Combate— a través de un gringo contrabandista que suministraba lo que se le pidiera siempre que se le pagara por adelantado y en cash. Pero Blázquez fue arrestado, y encarcelado durante cinco años por la supuesta conspiración abortada, que algunos describen como la consecuencia de “expresar su criterio del rumbo totalitario al que se dirigía la revolución”.

Pero llegó ese día del inolvidable abril y cuando se efectúa el desembarco de la Brigada 2506 por bahía de Cochinos, la orden que se escucha por el teléfono desde el Puesto de Mando General por parte de Fidel Castro fue:

— ¡Carreras, hunde esos barcos y ataca los aviones!

— ¡Patria o Muerte! — respondió Carreras.

En ese amanecer entramos en acción los irresponsables del cielo, y como lo habíamos concebido entre nuestros propios planes, le infligimos un golpe demoledor a la operación de desembarco.

Como hasta la tarde de ese día crucial, no había comunicación estable con el Estado Mayor General, y nosotros ignorábamos completamente al chofer de Raúl Castro, que daba carreras de un lado a otro sin saber qué hacer mientras despegábamos y aterrizábamos constantemente, Fidel Castro decidió enviar al Ministro de Comunicaciones Raúl Curbelo Morales para que se hiciera cargo de las operaciones, y que empeñara todos los recursos de su ministerio en garantizar las comunicaciones.

Alegoría sobre combate de Playa Girón / Cibercuba

Por tanto, queridos lectores de CiberCuba, todas esas fotos que ustedes están cansados de ver a Fidel Castro tirándose de un tanque T-34 y, en otra, efectuando disparos desde otro tanque SAU-100 contra el buque semi hundido Huoston fueron tomadas cuando ya allí no quedaba nadie, los invasores se habían internado en la ciénaga de Zapata y los disparos habían cesado hacía bastante rato. Con esa pantomima, los órganos de propaganda del partido comunista le han tomando el pelo a los cubanos, durante seis décadas.

Pero en Playa Girón quedó bien claro que la libertad de actuación había probado ser productiva, aunque solo fuese por esa vez. Fidel y Raúl Castro fueron tan fatuos y prepotentes que, ni siquiera con nuestro ejemplo, se les ocurrió analizar que la libertad para acometer cualquier tarea, sin ataduras e imposiciones, es mil veces superior al ordeno y mando.

Si nuestra libre iniciativa como pilotos para enfrentar la invasión de bahía de Cochinos, la aplicamos a la liberación de las fuerzas productivas, Cuba no estuviera muriéndose de hambre ni la economía estuviera totalmente en ruinas.

Y lo más importante, los pilotos probamos, a la dirección del país que los hombres que están dispuestos a luchar y morir por una causa que consideran justa, siempre tienen la posibilidad de sorprender.

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Rafael del Pino Díaz

Rafael del Pino Díaz, (Pinar del Río, 1938) General de Brigada (r) Piloto de combate en Girón y Angola. Escapó en 1987 a Estados Unidos, donde reside.


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