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Cubana denuncia que los restos de su padre se perdieron del cementerio de Manzanillo

Los restos del padre se perdieron impunemente después de dos años de supuesta investigación de las autoridades del cementerio, quienes encontraron la tapa de la caja en unos escombros.

Cementerio de Manzanillo en la provincia de Granma © La Demajagua /Liliam Salvat
Cementerio de Manzanillo en la provincia de Granma Foto © La Demajagua /Liliam Salvat

Este artículo es de hace 2 años

Una cubana denunció que los restos de su padre, Rubén Sotto Ortiz, se perdieron de modo impune en el cementerio de Manzanillo, después de que este fuera exhumado en noviembre 2019 y protegido en una caja de metal con sus iniciales por fuera.

Según el periódico oficialista Juventud Rebelde, las autoridades del cementerio informaron a la hija, Maritza Sotto Oduardo, que la caja con los restos de su padre “se guardarían en un cuarto óseo destinado a esos casos, ya que no había nichos disponibles”, y que la llamarían cuando hubiera alguno disponible.

Tras tres meses sin noticias del cementerio, el hermano de Maritza fue al recinto el 18 de febrero de 2020, cuando finalmente le asignaron un nicho y un turno para presentarse una semana después y efectuar finalmente el enterramiento.

El día 22 de febrero, tres de los hijos de Sotto Ortiz fueron al cementerio para enterrar sus restos, pero entonces la caja no estaba en el cuarto óseo donde se había depositado, y tras dos días de búsqueda los sepultureros determinaron que los restos se habían perdido.

El día 25 del propio mes, “la mamá de Maritza fue a la Dirección de Comunales, y la citaron para el 27, pues no aparecían los restos. El 29 de febrero, la señora formuló denuncia en la estación de policía. El 3 de marzo le informaron que habían designado un investigador para llevar el caso”, indica la nota.

Según la denuncia, el investigador no hizo mucho por el caso, y después de un mes el director de Comunales de Manzanillo citó a los tres hermanos el 8 de abril para que fueran al cementerio porque su padre había aparecido.

Sin embargo, los restos no coincidían con los de Rubén Sotto Ortiz, pues estos eran “muy viejos, y los del finado solo tenían tres meses tras la exhumación. Además, el cráneo de Rubén tenía una marca”.

Unos días después, un administrador en funciones del cementerio fue a casa de la viuda y le mostró la tapa de la caja de sus restos, la cual habían encontrado en unos escombros.

Maritza, la hija, declaró al periódico que la señora se quedó “aturdida y consumiéndose de dolor y tristeza, una anciana de casi 80 años, diabética y cardiópata, al saber dónde fue hallada la tapa que guardaba los restos de mi papá”.

“¿Hasta dónde llega la insensibilidad de personas como estas, trabajando en un lugar tan sagrado para los seres humanos, y hasta qué punto podemos confiar en que nuestros seres queridos descansen en paz?”, cuestionó.

La respuesta recibida por la familia fue que la pérdida de los restos estaba relacionada con episodios de robos de restos humanos, y que la responsabilidad era de la administración del cementerio, aunque la policía nunca respondió la denuncia, subrayó Maritza con dolor.

Las autoridades de cComunales de la ciudad oriental le aplicaron entonces una sanción al subdirector general del cementerio, “consistente en la pérdida de los requisitos”, dice la nota, y separaron de su puesto de trabajo a los demás involucrados con el hecho.

Aunque al final, la familia Sotto Ortiz no recibió más que una disculpa de la entidad.

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