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Lo que hace difícil la causa de la liberación de Cuba son los castristas que se espantan si los llamas así

Lo importante es que la llama de la rabia siga viva y que siempre haya muchos alimentándola mientras otros cogen un diez.

Bandera Cubana © CiberCuba
Bandera Cubana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 2 años

Llevo dos semanas que me cuesta trabajo hasta pensar en Cuba. Entre el trabajo, las obligaciones diarias, y la melancolía que produce ver cómo en Cuba el mal sigue triunfando de manera impune, impersonal y mecánica, sueltos todos esos perros en la calle, las 'clarias' en las redes y los 'Humberticos' en televisión mientras los verdaderos responsables se mantienen asépticamente distanciados del mecanismo que controlan, da grima hasta imaginarse Cuba.

Pasan ya perdí la cuenta cuántos días que tienen secuestrado a la vista de todos a LMOA, meses y años que tienen presos a tantos más, uno firma peticiones, escribe cualquier cosa, apoya por aquí, protesta por allá, y la p.... sigue igual. Y hay tantas otras cosas en el mundo más "importantes", o más acuciantes, o más divertidas, o más interesantes, o menos penosas... La tentación de olvidarse de aquel infierno es enorme.

Y a mí personalmente no son los asesinos y los represores los que me descorazonan, que contra esos es fácil indignarse, 'empingarse', mantener viva la llama de la rabia.

Los que me dan realmente asco y me hacen pensar que ni vale la pena son los que ahora llaman 'tibios', los cómplices explícitos o implícitos, los que escriben estupideces y banalidades en los periódicos (a muchos los conozco personalmente y sigo sin entender por qué lo hacen, me consta que NO HAY QUE HACERLO, allá se pueden hacer otras mil cosas para sobrevivir o malvivir igual o mejor).

Los que aprovechan y se apuntan una patica de rebeldes y libérrimos protestando por lo de Leoni Torres, la nueva causa de moda (que por supuesto merece todo el apoyo que le den, lástima que mucho de ese apoyo sea tan selectivo) mientras se callan por todo o casi todo lo demás. Los que le ríen la gracia a los 'chistocitos' del régimen, los Tun Tun o los Virulo o los Del Llano, con tal de sentirse parte de no sé que patética claque de pepillos intemporales que nadan entre dos aguas.

Vaya por delante que me fui de Cuba a principios de este siglo sin nunca manifestarme públicamente. Las consecuencias de hacerlo eran demasiado terribles y yo no tenía ni tengo madera de mártir, lo que no significa que deje de admirar, respetar y tratar de entender a los que sí la tienen. Pero todos los que me conocieron en esa época saben que hice lo mínimo que se podía hacer, que era abstenerse de ser cómplice directo (cómplices indirectos fuimos todos los que no éramos héroes).

No fui a ninguna marcha de nada ni me puse nunca el 'pulovito' de Elián ni escribí nada de lo que tenga que arrepentirme. Y la verdad no fue difícil, aunque sí tuve que resistir alguna presión aquí y allá cuando me gradué de Periodismo y me quisieron obligar a trabajar en "órganos oficiales" del partido único.

En fin, que lo que me hace tan difícil y a veces imposible la causa de la liberación de Cuba son todos esos castristas light, que muchas veces se espantan si les dicen castristas. Los que a veces ni siquiera se dan cuenta de lo cínicos que se han vuelto, y de cómo la misma maquinaria que hace sus vidas miserables no puede funcionar sin ellos. Y esos son los que me hacen decir, pa' la p... con esta mierda, todavía no he leído tal libro o visitado tal lugar, mejor ponerme pa' eso.

Por suerte entro en facebook o leo los medios alternativos y veo que mientras yo hibernaba mucha gente que conozco y que no siguen dándole a la matraca, haciendo bulla, denunciando o produciendo análisis de cómo acabar con aquella mierda.

Es más fácil recuperarse de los lapsos de desesperanza en estos días, y ahora mismo que yo escribo de nuevo hay alguien por ahí que está harto como estaba yo hace una semana. Como dicen los "yumas" sobre las cosas que parecen mal a primera vista pero son normales y humanas, and that's Ok.

Al final lo que haga yo, o cualquier otro cubiche por sí solo no es importante. Lo importante es que la llama de la rabia siga viva y que siempre haya muchos alimentándola, mientras otros cogen un diez.

Porque esto no es fácil, es como un maratón que también fuera una de esas carreras de obstáculos en que los participantes terminan todo arañados y llenos de fango hasta los ojos.

¿Cuántas veces no ha entrado mi colega a la oficina y me ha preguntado qué pasó por qué tengo una cara rara?, y es que acabo de leer algo de Cuba.

Y hay que tomar una ducha caliente de vez en cuando antes de volver a meterse en el fanguero y pasar arrastrándose por debajo del alambre de púas. Con lo bonito y limpiecito que es el paisaje que veo desde mi ventana.

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