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Marrero, por el bien de Cuba, ¡lárgate ya!

La primera obligación de un gobierno es proteger a los ciudadanos y el ejecutivo cubano es un desastre sin paliativos, atado a la mentira y a la improvisación, con una política de comunicación reactiva que solo consigue avivar en los cubanos su desprecio hacia los gobernantes y aprecio hacia opositores, activistas y medios de comunicación independientes.

Raúl Castro felicitando a Marrero Cruz por su designación como primer ministro © Granma
Raúl Castro felicitando a Marrero Cruz por su designación como primer ministro Foto © Granma

Este artículo es de hace 2 años

El primer ministro Manuel Marrero debe largarse cuanto antes, dejar de agredir a Cuba y sus valiosos médicos y sanitarios, con su negligencia manifiesta y oportunista; y si el primer secretario del partido comunista y presidente Miguel Díaz-Canel no lo destituye, será cómplice de la barbarie del criado del general López-Calleja y empleado de Meliá.

Marrero, un ñame con guayabera, lleva días agrediendo a médicos y personal sanitario en medio de la pandemia, para escurrir el bulto de su negligencia permanente, pero solo ha conseguido sublevarlos, como mostraron 23 valientes médicos, hartos de injusticias y mentiras que han puesto al criado de López-Calleja en su sitio con verdad y gallardía.

Que haya destruido el turismo de bajos ingresos que tenía Cuba, subiendo absurdamente los precios, es otra muestra de la incapacidad de Marrero para dirigir nada, pese a que fue alumno y sigue siendo empleado -ahora en Comisión de Servicios- de Meliá en Cuba porque, además de guataca servil de López-Calleja, es mercenario del capital español.

Díaz-Canel no puede seguir mirando para otro lado ante el desastre de Marrero y, si tiene miedo enfrentarse al avaro general López-Calleja, que nunca da la cara; debe dimitir e irse a trabajar como ingeniero que bastante oscuridad soporta Cuba con las carencias de su Sistema Electroenergético Nacional, que no es sistema, no es energético y mucho menos nacional.

La primera obligación de un gobierno es proteger a los ciudadanos y el ejecutivo cubano es un desastre sin paliativos, atado a la mentira y a la improvisación, con una política de comunicación reactiva que solo consigue avivar en los cubanos su desprecio hacia los gobernantes y aprecio hacia opositores, activistas y medios de comunicación independientes, contando la verdad del coronavirus en la isla, desde su arranque en marzo de 2020.

La oposición democrática debe valorar opciones jurídicas y denunciar a Marrero ante el Tribunal Supremo y organizaciones internacionales de derechos humanos, ante la OMS y la OPS, tradicionalmente cómplices de La Habana en su politiquería médica. Aunque no prosperen por la subordinación del poder judicial al anticubano partido comunista, debe quedar constancia de la valentía de un grupo de patriotas cubanos queriendo juzgar al responsable del genocidio sanitario y que los burócratas de ambas entidades internacionales no puedan cerrar los ojos ante la evidencia criminal.

Con el desastre sanitario, se acabaron las mentiras de que Cuba salva y la pretensión de promover un Premio Nobel para los médicos y sanitarios cubanos alquilados a terceros países en condiciones de esclavitud laboral, como ha denunciado desde el inicio Archivo Cuba y su coherente directora ejecutiva María Werlau.

¿Cómo Cuba va a salvar a nadie si su gobierno es incapaz de proteger a los cubanos, y ya da igual si trucan las historias clínicas y el doctor Durán se empeña en hablar de comorbilidades? ¿Cómo un país puede autoproclamarse potencia médica con tantas enfermedades crónicas, y con dengue endémico, y focos de zika, chikunguña y cólera, rebautizada como Enfermedad Diarreica Aguda (EDA) en ese afán de que revolución es mentir siempre?

A la vista están los resultados de cinco candidatos vacunales, la prepotencia gubernamental de retrasar el cierre de fronteras sanitarias y rechazar vacunas del programa COVAX, el interferón, nasalferón y otros inventos propagandísticos que no curan, pero alimentan la fantasía oficialista, como en su día el noni, el veneno de alacrán o la cepa de plátano burro.

Este fin de semana, Santa Clara vivió la tragedia de pacientes muertos por asfixia, en otra muestra de falta de previsión y desorganización gubernamentales. Cuando la población reaccionó con protestas airadas, apareció un camión con oxígeno, y TeleCubanacán y otros medios pagados para que propalen mentiras oficiales dieron muestra de su orfandad ética, en contraste con sus compañeros de Holguín, Santiago de Cuba, Guantánamo y Ciego de Ávila, que han contado la verdad trágica en sus territorios.

La mayoría de los cubanos quiere patria y vida, prosperidad y justicia social; frente a la minoría cobarde que, en sus miedos se aferra a Fidel Castro, ridiculizándolo con retratos y ceremonias de mal gusto, confirmando la decadencia de la ética y estética gobernantes, que no halla respaldo entre los ciudadanos, negados a seguir secundando el macabro carnaval de la casta verde oliva y enguayaberada.

Mientras más agredan al pueblo y más tarde aborden la democratización, peor será para Raúl Castro, Díaz-Canel, López-Calleja y el resto de la banda de La Habana. La justicia democrática es lenta por garantista, pero siempre alcanza a los culpables y protege a los inocentes.

Los comunistas que okupan el sector lujoso del oeste de la capital cubana no tienen dónde esconderse en el mundo y un gobierno democrático dispone de herramientas para aflorar cuentas y propiedades en el extranjero y devolvérselas a sus legítimos dueños: Los cubanos.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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