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Denuncias de desorden en el protocolo Covid de Cuba llegan a la prensa oficialista

Juventud Rebelde incidió en la responsabilidad individual, la baja percepción del riesgo por parte de la población y la mala actitud de ciertos profesionales de la salud, evidenciando una vez más su misión de apagafuegos del gobierno, al que nunca señalan como responsable del colapso sanitario y la mala gestión de la pandemia.

Policlínico Raúl Sánchez © Facebook / Tele Pinar
Policlínico Raúl Sánchez Foto © Facebook / Tele Pinar

Este artículo es de hace 2 años

La prensa oficialista cubana se ha hecho eco de las críticas de ciudadanos que denuncian desorden en el cumplimiento de los protocolos Covid y maltratos de médicos en la atención a pacientes y sospechosos de coronavirus.

En la sección “Acuse de recibo” del diario oficialista Juventud Rebelde (JR), el periodista José Alejandro Rodríguez reseñó las quejas de dos usuarios del sistema de salud cubano que protestaron por el incumplimiento de protocolos Covid en centros hospitalarios.

Bajo el título de “Duele mucho”, el periodista recogió el relato del doctor Antonino Gómez Cantillo, de Pinar del Río, quejándose de la atención recibida en el policlínico Raúl Sánchez, al que asistió acompañando a su padre, que presentaba fiebre y síntomas que le hicieron temer que estuviera contagiado de coronavirus.

Según JR, al doctor Gómez Cantillo le llamó la atención “la desorganización existente” y lo que consideró demoras injustificadas. Colas para hacer la encuesta epidemiológica y pruebas PCR, incumplimientos de distancias de seguridad y utilización de los nasobucos, desorganización y apatía del personal de salud, fueron algunas de las críticas realizadas por el doctor Gómez Cantillo.

“Allí [en la cola para hacer la encuesta epidemiológica] nadie controlaba la entrada a la única sala de espera en uso, con el lógico desorden: los que trataban de colarse y los que molestos con razón intentaban hacer valer sus derechos se amontonaban, resultado, aglomeración de personas”, denunció Gómez Cantillo.

Además, el doctor se quejó de que no había personal para organizar la entrada de los limitados físico-motores como su padre, o las embarazadas y los niños. Asimismo, reprochó que hubiese personas que entraban a las consultas solo para hacerles preguntas a los médicos, “demorando más su trabajo”.

“Había otro local habilitado como sala de espera, con capacidad para ocho personas con adecuado distanciamiento, sin utilizar, mientras afuera una larga cola esperaba de pie”, se quejó el doctor que acompañaba a su padre.

Una vez completada la encuesta epidemiológica, tocaba hacer el PCR. Según Gómez Cantillo, tuvo que acompañar a su padre en otra “cola inmensa (…) extremadamente lenta, pues, entre otras cosas, al tomar la muestra de exudado le vuelven a preguntar al paciente todo de nuevo, con excepción de los contactos”.

“El desorden era tal, que se paró una trabajadora y dijo: Que vengan siete. Y allá fue el molote en total desorden. Ya dentro, después de tomada la muestra de PCR, mi padre estuvo una hora hacinado junto a otras personas en un espacio de 1,5 metros por 4, esperando por la valoración de la única doctora presente”, afirmó.

No solo criticó a sus colegas, los profesionales de la salud, sino que también culpó a los ciudadanos por el incumplimiento de los protocolos Covid.

“En ese tiempo las personas alrededor tosían. Ya era el mediodía y aquello no tenía para cuando acabar. Algunos se bajaban los nasobucos y comían. Otras personas ajenas al lugar entraban y salían con total libertad. Otros al parecer eran trabajadores del policlínico”, indicó.

Finalmente, viendo el desorden y el riesgo al que se exponía su padre, sin saber siquiera si efectivamente estaba contagiado, el doctor Gómez Cantillo se llevó a su padre del policlínico, por temor a que se contagiara, en caso de no estarlo.

“En total aquella odisea duró cuatro horas, y eso que logré que mi padre fuera priorizado como limitado físico-motor. Había personas que llevaban más de seis horas, y muchos probablemente en ocho horas no lograran completar todo el procedimiento. En fin, mucha desorganización y maltrato al pueblo, desde mi punto de vista”.

No fue el único caso reseñado por JR. “Duele también”, dijo el periodista José Alejandro Rodríguez, el caso de Jorge Reyes Ochoa, de Holguín, cuya esposa está ingresada en el hospital de Mayarí a término para dar a luz. “En el cubículo contiguo a ellas, las embarazadas, están ingresando a pacientes sospechosos de COVID-19”, denunció Reyes Ochoa.

“Ya una de las embarazadas dio positivo”, aseguró, preguntándose a continuación: “Si el doctor Durán insiste tanto en el cuidado a las embarazadas, si recalca en tantas ocasiones sobre lo vulnerables que son, ¿por qué en ese centro no se toman todas las precauciones? ¿De qué nos sirve a nosotros cuidarlas a toda costa para que se infecten en un hospital?”

“Nuestros galenos han enfrentado esta pandemia de forma heroica, y siempre con el mismo cariño y respeto por sus pacientes… pero duele que unos pocos actúen así”, comentó el futuro padre. “Vivimos tiempos difíciles, de mucho estrés, pero eso no justifica”, concluyó.

Llama la atención que ambas denuncias aparezcan publicadas en estos días en que el país entero ha sido testigo de la reacción de los médicos que, indignados, reprocharon al primer ministro Manuel Marrero Cruz sus críticas a los profesionales de la salud, quien intentó desviar la atención sobre la mala gestión de la pandemia y la falta de insumos médicos, medicamentos y oxígeno (de la cual es responsable el gobierno) haciendo responsable del malestar de la población al personal de la salud y a la indisciplina social.

Los comentarios publicados en la sección "Acuse de recibo" de JR también incidieron en la responsabilidad individual, la indisciplina y la baja percepción del riesgo por parte de la población, así como la mala actitud de ciertos profesionales de la salud (no de todos), evidenciando una vez más que la prensa oficialista cubana sale corriendo a apagar los fuegos del gobierno, al que nunca señalan como responsable, prestándose a la manipulación y ocultación de información que pueda perjudicar al régimen cubano.

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