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Retrospectiva de la artista cubana Belkis Ayón en Museo Reina Sofía conquista Madrid

Ayón se suicidó en 1999, con 32 años, pero su obra ha ido ganando peso en los últimos tiempos.

Ayón junto a su obra "La cena" en 1988 © Web BelkisAyon.com
Ayón junto a su obra "La cena" en 1988 Foto © Web BelkisAyon.com

Este artículo es de hace 2 años

El Museo Reina Sofía de Madrid inauguró el pasado 17 de noviembre “Colografías”, primera exposición antológica de la artista cubana Belkis Ayón en Europa, una amplia muestra de su producción que consta de 50 grabados más una treintena de piezas ligadas a otras disciplinas.

Ayón dejó una original obra inspirada en la mitología abakuá, la sociedad secreta afrocubana, exclusivamente masculina. Su legado, que durante las últimas décadas se ha dado a conocer en museos estadounidenses, hasta ahora no se había expuesto en Europa.

A pesar de su breve trayectoria vital y su trágico fin, la obra de Ayón ha ido ganando importancia en los últimos años.

En la presentación de la muestra, Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, explicó que Ayón encontró en la hermética sociedad afrocubana una fuente de inspiración para crear un lenguaje singular con el que expresar cuestiones éticas, preocupaciones estéticas e ideologías universales.

Por su parte, la comisaria del proyecto, Cristina Vives, ha invitado a contemplar estos trabajos yendo más allá de lecturas místicas o enigmáticas y recordando el contexto histórico, social y económico que conoció la artista: desde su incorporación al citado Instituto Superior de Arte en 1988 a su suicidio en 1999, tras el colapso del socialismo europeo y la caída de la URSS, que tendría profundas consecuencias en Cuba y daría inicio al llamado "Periodo Especial".

El 11 de septiembre de 1999, Ayón se pegó un tiro en la cabeza, en la casa de su abuela en Centro Habana. Tenía 32 años y una sólida carrera como artista y profesora de arte. No dejó ninguna nota de despedida y hasta hoy se especula sobre los motivos de su suicidio.

Como grabadora, Ayón eligió la técnica de la colografía, que aprendió en la Academia de San Alejandro de La Habana, y que consiste en pegar, a la manera del collage, diversos materiales a una plancha, generalmente de cartón, que debidamente entintada y presionada posteriormente en la prensa da como resultado una amplia gama de formas y texturas.

En sus primeros proyectos incorporó el color, pero muy pronto prefirió pasarse al blanco y nego y centrarse en las siluetasprocurando que los mismos materiales constituyesen por sí mismos la piel de sus figuras. "Sus grabados oscilan, asimismo, entre lo monumental y lo íntimo, en este último caso sobre todo en las obras de cariz más personal, y nos hablan de dos formas de subalternidad: la de los afrodescendientes y la de la mujer; cuya matriz se vincula a veces con la de las mismas piezas", han dicho los críticos.

Las obras, presentadas como si fueran viñetas de cómic de gran tamaño, dan a conocer al espectador a los principales personajes y leyendas de la mitología abakuá, recopilados, entre otros, por la escritora exiliada Lydia Cabrera.

Aunque lleva menos de un mes abierta al público, la exposición ha suscitado la atención de los principales medios europeos, como El País o The Guardian.

La huella artística de Ayón sobrevive en Cuba gracias a su familia y a la Fundación que lleva su nombre.

Algunas de sus obras se exponen en el Museo Nacional de La Habana y se guardan en colecciones privadas locales e internacionales.

Las exposiciones celebradas durante los últimos años en Estados Unidos han multiplicado el interés del público y su lugar en el mercado del arte. El propio Museo Reina Sofía espera que algunas de las piezas que expone pasen a formar parte de su colección permanente.

La muestra se podrá ver en el museo madrileño hasta el 18 de abril.

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