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Cuba fallida ante el acoso sexual a mujeres

La valiente denuncia pública de las cinco cubanas supuestamente agredidas por Bécquer debe tener lógica continuidad en los tribunales

Trovador Bécquer supuesto acosador sexual de mujeres © Facebook / Fernando Bécquer
Trovador Bécquer supuesto acosador sexual de mujeres Foto © Facebook / Fernando Bécquer

Este artículo es de hace 2 años

Las revelaciones sobre abusos sexuales en Cuba con supuestos depredadores como el fallecido Diego Armando Maradona y el trovador Fernando Bécquer arrojan mayor y necesaria luz sobre una zona dolorida y silenciada por una sociedad machista y discriminatoria; cuyas heridas empiezan a aflorar, tras años tapadas por el monólogo totalitario y la supervivencia frente a la pobreza.

Un depredador sexual está privado del placer de la seducción, confunde caricia con manoseo y suplanta la ternura con pulsión depredadora; perdiéndose el encanto de una mujer plena, amada y amando; y la fallida respuesta de amigos de Bécquer, desplazando un conflicto personal al ámbito ideológico, solo confirma la decadencia de Cuba, donde hasta la lógica está contaminada por el monólogo totalitario.

La amistad real implica complicidad en el bien y repulsa del mal y tampoco debe descalificarse a priori supuestos excesos de un incipiente movimiento Me too en Cuba; en casos de sufrimiento humano es preferible la beligerancia a la pasividad, siempre que las denuncias sean verídicas, contrastables y coherentes.

De nada vale ser enérgico frente a determinados machistas y callar ante ataques de amigos a otras mujeres, en un ejercicio de incoherencia irresponsable y pusilánime.

El caso Bécquer no alude a su militancia castrista ni sus virtudes como trovador, sino posibles yerros humanos; por tanto, carece de sentido la defensa politizada que sus amigos y colegas para intentar matar dos pájaros de un tiro: Negar posibles abusos sexuales en Cuba e intentar descalificar las denuncias porque aparecieron en un medio alternativo.

La valiente denuncia pública de las cinco cubanas supuestamente agredidas por Bécquer debe tener lógica continuidad en los tribunales y no caer en el error de considerar perdido un caso por la constante y grosera intromisión del poder en la justicia, que sea el partido comunista quien asuma el riesgo de proteger a uno de los suyos o juzgarlo con garantías.

Cuba debe transitar hacia una sociedad que renuncie a aceptar lo siniestro como normal y asumir una defensa efectiva de sus mujeres, sin alharacas politizadas, que solo refuerzan las mentiras del partido comunista y su subordinada Federación de Mujeres de Cubanas (FMC) que -hasta ahora- guarda vergonzoso silencio sobre las denuncias de cinco mujeres.

La sexualidad, incluso sus perversiones, no son de izquierda o de derecha, sino conductas humanas; pero un estado tiene la obligación de proteger a las víctimas y castigar e intentar curar a los victimarios porque todo intento de conseguir favores sexuales con imposición, incluida la brujería oportunista, revelan trastornos mentales y afectivos de los delincuentes.

Una sociedad que tolera abusos en silencio, está enferma y, en temas que lesionan la salud de las personas, los gobiernos deben actuar resueltamente, sin renunciar a la presunción de inocencia, pero dejando claro que los victimarios no tendrán impunidad.

Renunciar a abordar en público los problemas de la sociedad cubana, silenciarlos en la prensa estatal; solo equivale a prolongar el sufrimiento de las víctimas y poner en peligro a mujeres, incluidas niñas; por mucho que algunos se empeñen en desacreditar a los denunciantes por motivos ideológicos.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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