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Académica cubana Mabel Cuesta sobre el patriarcado: Es una práctica cultural con mucha tradición y muchos cómplices

A raíz de la publicación del reportaje de denuncia abusos sexuales contra Fernando Bécquer por parte de la revista independiente El Estornudo, numerosos han sido los debates que se han desencadenado en la isla, sobre todo en redes sociales, sobre la violencia de género y el machismo.


Este artículo es de hace 2 años

"El patriarcado es un sistema con una tradición milenaria, y luego, es una institución, una práctica, que es transversal", aseguró la académica, investigadora y activista cubana Mabel Cuesta, profesora de literatura de la Universidad de Houston, en la emisión de este lunes de Las mañanas de CiberCuba.

El tema del programa, conducido por la periodista Annarella Grimal, fue "Fernando Bécquer y las líneas rojas de la violencia de género", y contó también con la participación de la investigadora y activista Sandra Álvarez y la periodista Mónica Baró.

A lo largo de una hora, las invitadas ofrecieron argumentos y datos de distinta índole que contribuyen a la comprensión de los casos de abuso sexual, a partir de las recientes denuncias contra el músico Fernando Bécquer que la revista independiente El Estornudo sacó a la luz, y a otras expresiones machistas violentas.

Cuesta explicó que el patriarcado "es una práctica cultural con mucha tradición, con mucha fuerza y con muchos cómplices, y esos cómplices son de todos los géneros posibles, porque les atraviesa". En este sentido, precisó que la transversalidad es una de sus principales características, pues las mujeres puedes ser víctimas de la violencia patriarcal y, al mismo tiempo, ayudar a reproducirlo.

"¿Cuántas madres no hemos visto que le dan las tareas domésticas a las hijas mientras los hijos están viendo el fútbol? Un ejemplo muy pedestre pero que ilustra estas microagresiones que quedan normalizadas para siempre", sostuvo la profesora universitaria, radicada en Estados Unidos.

De acuerdo con Mabel Cuesta, en este sistema, a las mujeres se les ha concedido históricamente menos valor como seres humanos y, por tanto, esa ha sido la percepción que se ha impuesto y la que explica las desigualdades sociales entre mujeres y hombres y la violencia motivada en el género.

Desde la publicación del reportaje de El Estornudo ("Cinco denuncias de abusos sexuales contra Fernando Bécquer"), el pasado 8 de diciembre, en el país se han suscitado múltiples debates en torno a la violencia de género y diversas instituciones, como el Centro Nacional de Educación Sexual y la Federación de Mujeres Cubanas, se han visto forzadas a pronunciarse al respecto.

A pesar de que no existen registros oficiales sistemáticos sobre los casos de agresiones sexuales que tienen lugar cada año en Cuba, los testimonios en redes sociales de decenas de mujeres, así como las referencias de juristas y activistas, indican que las cifras son preocupantes.

Días atrás, el exfiscal Frank Ajete Pidorych declaró en un post en Facebook que, durante los años que trabajó en Cuba, en el municipio Plaza de la Revolución, el volumen de delitos que más le impresionó fue precisamente el de los abusos sexuales. Además, comentó que estos delitos tienen una dinámica investigativa sui generis porque son cometidos "en un espacio de 'intimidad' preconcebida por el depredador" y salvo aquellas ocasiones donde la víctima resiste un ataque físicamente violento, "el acto no deja esa 'evidencia dura' que gusta a los escépticos".

"En lo personal, me bastaba que el relato fuese posible para posicionarme junto a la víctima, creerle, y defender el caso con una pasión impropia de alegatos forenses", aseguró Ajete. No obstante, reconoció que el proceso investigativo, al igual que la defensa del acusado, solía revictimizar a la víctima y reproducir prejuicios y estereotipos machistas.

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