El tardocastrismo padece de comportamientos delirantes, insistiendo en una realidad paralela inexistente, donde abundan las fantasías, mientras el amor y el pan brillan por su ausencia; pretendiendo que el mundo democrático acepte su singularidad totalitaria, financiándola como Parque Jurásico del comunismo.
La Habana cree que fingiendo mayores acercamientos con China e Irán, conseguirá despertar inquietud e interés en Washington y abrir una negociación bilateral; en la que utilizarían como moneda de cambio los cientos de presos amontonados desde el 11J, que son un brecha insalvable entre gobernantes y gobernados.
El gobierno Díaz-Canel-López-Calleja también pretende usar a los presos del 11J y el 15N para negociar con Europa, desconociendo que la salida de Donald Trump de la Casa Blanca alineó los planetas entre Washington y Bruselas, que seguirá la pauta Biden, con algunos matices.
El tardocastrismo debe asumir que el deshielo Obama fue el último tren a Yuma y que la normalidad de Cuba pasa por la democratización política y económica, asumiendo que es un país empobrecido, dependiente, dividido absurdamente y que ya no sirve como aliado ni como adversario.
Pero la dictadura insiste en maniobras dilatorias como la nueva Ruta de la seda, coqueteos con Teherán y la CELAC -que es el CAME chino para América Latina- para no aceptar que La Habana debe normaliza primero relaciones con todos los cubanos, para luego establecer un vínculo fluido con Estados Unidos.
El avasallamiento político del adversario, la descapitalización humana de la nación con destierros totalitarios y olas migratorias de viajes en balde por el cierre de fronteras USA deben cesar como prácticas habituales para seguir posponiendo el fin de la dictadura o Cuba estallará, llevándose por delante a la casta verde oliva y enguayaberada.
La prioridad del gobierno cubano debe ser Cuba y sus ciudadanos, en vez de andar jugando a las candelitas remotas que nada aportan a la nación, salvo serpentinas para las glorietas y donaciones puntuales que solo refuerzan la dependencia extranjera de un país que apostó por ser un espacio de soberanía; intentando negar su suicida subordinación al Kremlin y acabó pidiendo inversiones a sus denostados emigrados.
Reformar la economía pasa por desmiltarizarla porque los guardias ya han demostrado su infinita capacidad para producir pobreza; aún cuando los guatacas consideren a López-Calleja un genio, pese a que solo se trata de un fiel Cajero-pagador del clan Castro-Espín-Rodríguez, que juega con las cartas marcadas y los dados trucados en contra del pueblo cubano.
Cuba democratizada y con una economía que ponga en valor el capital humano de la nación -ahora en su mayoría exiliado e inxiliado- podría aprovechar las ventajas de la vecindad con el mercado más dinámico del mundo, donde viven casi dos millones de solidarios cubanos; cuanto más se retrase la lógica política, peor será el siglo XXI para la isla.
El primer acto oficial de Díaz-Canel en Nicaragua fue pasar el cepillo ante una asociación de gusañeros, a quienes reiteró la mentira que 2022 será el año de la recuperación y otros infantilismos voluntaristas, que llegarán más pronto, si los emigrados patriotas sueltan la plata y cooperan con el artista cubano.
Desde 2020, MINCEX, MINREX e ICAP -apoyados por la representación de Naciones Unidas en la isla- han desatado una campaña para que cubanos emigrados inviertan hasta un millón de dólares en negocios de dudosa rentabilidad y altísimo riesgo, debido a la insana tradición castrista de expropiaciones forzosas sin indemnización y otras prácticas desleales, como hicieron y hacen contra empresarios extranjeros.
Un mal recurrente del tardocastrismo es creerse el más listo del mundo y que van a poder seguir estafando impunemente a inversores extranjeros, desconociendo carísimos estrallones sufridos en la Corte Internacional de Arbitraje de París y otros foros contenciosos.
A estas alturas, no toda la izquierda mundial apoya los delirios tardocastristas y los más lúcidos apuestan por la democracia para evitar un estallido peor que el 11J, cerrado en falso por el dúo Díaz-Canel-López Calleja, carentes de reflejos políticos, de un modelo de país, y creídos que el neoliberalismo de Estado será su salvación.
Soñar es gratis, vivir de espaldas a la realidad tiene fecha de caducidad, pero despertar resulta carísimo, aun cuando se duerma envuelto en pijama y sábanas de seda y con turbante para impedir que se renueven las ideas.
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