APP GRATIS

Invasión rusa a Ucrania evidencia mediocridad de Díaz-Canel

¿Qué haría Díaz-Canel si Estados Unidos promoviera el separatismo en Cuba y lanzara una invasión militar con el pretexto de fortalecer la seguridad de la isla; como justifica Putin su ataque a Ucrania?


Este artículo es de hace 2 años

La invasión rusa a Ucrania evidencia la mediocridad política del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, autoproclamado continuista de Fidel Castro, que al menos dio la cara públicamente para apoyar la entrada de los tanques del Pacto de Varsovia a la convulsa Checoslovaquia de 1968.

El silencio del tardocastrismo ante la agresión rusa a Ucrania vale dos mil trescientos millones de dólares norteamericanos, el monto que La Habana adeuda a Moscú y que ha sido aplazado hasta 2027, pero cobrando intereses por la demora.

¿Cómo pretende La Habana seguir legitimando internacionalmente su demanda contra el embargo norteamericano, callando ante los atropellos bélicos de Moscú, que ha provocado más de cien muertos en Ucrania?

¿Qué haría Díaz-Canel si Estados Unidos promoviera el separatismo en Cuba y lanzara una invasión militar con el pretexto de fortalecer la seguridad de la isla; como justifica Putin su ataque a Ucrania?

¿Qué son los separatistas prorrusos del Dombás ucraniano, sino meros mercenarios al servicio de Moscú; entonces porqué el gobierno cubano encarcela, destierra y reprime a opositores a quienes intenta descalificar acusándolos de estar al servicio de Estados Unidos; ¿cuál es la diferencia?

¿Dónde está la coherencia en criticar a Washington y la Otan por sanciones económicas a Rusia, desde la anexión forzosa de Crimea (2014), y callar ante bombardeos y la entrada de tanques rusos en Ucrania.

Vladimir Putin le tiene cogida la baja al tardocastrismo y combina la financiación y donaciones con injerencias en la soberanía cubana, anunciado despliegue de tropas y propinándole conteos de protección ante la estafa con PCRs a turistas rusos y la venta de alimentos donados.

Díaz-Canel, que es un analfabeto en política exterior, sigue mudo ante crisis y ha sumido en el ridículo a la prensa que paga, que este jueves abrió la Revista de la Mañana con otra de sus boberías solemnes: Ucrania rompe relaciones diplomáticas con Rusia; evocando el chiste del genial Álvarez Guedes del señor enterrado en la arena hasta el cuello y peleando con un león.

La declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) es previa al ataque, evita criticar la agresividad de Rusia e insiste en culpar a Estados Unidos y la Otan del conflicto, como evidencia desde su primer párrafo; en otro ejercicio de voluntarismo inútil, que podría haber salvado señalando los posibles errores de Occidente en el conflicto, pero un error o varios no pueden equipararse al horror de la guerra.

Cuba tiene relaciones diplomáticas con Rusia y Ucrania, y abundan los lazos familiares y amistosos entre cubanos, rusos y ucranianos; pero la invasión del Kremlin se produce en medio de una coyuntura de crisis mundial postpandemia de coronavirus y cuando el globalismo de izquierda defiende la independencia y soberanía, especialmente de las pequeñas naciones frente a las potencias hegemónicas.

Díaz-Canel debió hacer un alto en su visita a la provincia de Guantánamo, donde recientemente un policía fuera de servicio asesinó a un ciudadano desarmado, y fijar una posición frente al conflicto, como hizo Fidel Castro en 1968.

Asumiendo el delicado equilibrio y la creciente pérdida de influencia de Cuba en el tablero mundial, Díaz-Canel, al menos, habría podido pronunciarse en favor de la paz y la resolución de conflictos mediante la negociación, pero su silencio cómplice con Moscú lo deja aun más fuera de juego y cuestionado interna y externamente.

Castro lo tuvo entonces complicado porque destacados dirigentes, provenientes de los movimientos 26 de julio y 13 de marzo; y la mayor parte de la intelectualidad mundial, aliada de La Habana, condenaron la invasión liderada por la Unión Soviética contra Checoslovaquia, pero dio la cara, asumió riesgos y puso en alarma de combate a las tropas cubanas.

"Algunas de las cosas que vamos a expresar aquí (...) van a estar en contradicción con las emociones de muchos, en otros casos van a estar en contradicción con nuestros propios intereses y, en otros, van a constituir riesgos serios para nuestro país", avisó el entonces líder cubano, nada más empezar su discurso.

La Habana aun padecía los sacudimientos de la conferencia Tricontinental, la microfracción del Partido Socialista Popular, el asesinato, en el destierro boliviano, de Ernesto Guevara, díscolo promaoísta que ponía de los nervios a Moscú; y la convulsión hippie del mayo francés, que luego tuvo reflejo en México con la matanza de estudiantes en Tlatelolco.

Diferentes analistas coinciden en señalar que ese día murió la revolución cubana y nació el castrismo que -ya alineado con la URSS- lanzó la Ofensiva revolucionaria, liquidando los restos de la mediana y a la pequeña propiedad privada para someter políticamente a la sociedad, mediante el avance indetenible de la cultura de la pobreza, que llega hasta la actualidad y contamina haste el pensamiento de la miedosa casta verde oliva y enguayaberada.

¿Qué opinas?

VER COMENTARIOS (3)

Archivado en:

Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada