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Nueva jefa del Centro Nacional de Inteligencia de España estuvo involucrada en labores de espionaje en Cuba

Casteleiro viajó a La Habana en 2009 con el presunto encargo del entonces presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, de explorar la situación política en La Habana y tratar de tender puentes con los opositores menos radicales en el exilio de Miami, con el objetivo de favorecer una transición ordenada y pacífica a la democracia en Cuba, con la participación de Estados Unidos.

La nueva directora del CNI, Esperanza Casteleiro Llamazares (al centro) © Ministerio de Defensa / Ricardo Pérez
La nueva directora del CNI, Esperanza Casteleiro Llamazares (al centro) Foto © Ministerio de Defensa / Ricardo Pérez

Este artículo es de hace 1 año

A raíz del escándalo del espionaje telefónico a miembros del gobierno español cuyos móviles fueron “infectados” con el programa Pegasus, el ejecutivo del socialista Pedro Sánchez nombró a Esperanza Casteleiro Llamazares como nueva jefa del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Casteleiro, una funcionaria con casi 40 años de experiencia en la institución, desarrolló labores de Inteligencia en Cuba que terminaron con la defenestración de Felipe Pérez Roque y Carlos Lage en 2009, según han recordado medios de prensa españoles tras el nombramiento.

Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, Casteleiro ingresó en el CNI en 1983, con tan solo 27 años, y estuvo desplegada en países como Cuba, Brasil o Portugal. Pero sin duda fue su misión en la Isla la que más polémica trajo, al ser “descubierta” por los servicios secretos del régimen una supuesta “conspiración” en la que la espía española estaba presuntamente involucrada, según Business Insider.

En 2009, según La Gaceta Política, Casteleiro viajó a La Habana con el encargo específico del entonces presidente español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, de explorar la situación política en la Isla y tratar de tender puentes con los opositores menos radicales en el exilio de Miami.

La idea del presidente español era “triangular” las relaciones de su país con Cuba, históricamente refractarias a las relaciones de La Habana con Washington. En el fondo, según el citado medio, Zapatero buscaba romper la tradicional desconfianza mutua entre españoles y estadounidenses en el caso de Cuba y convertirse en figura clave para promover la transición a la democracia en Cuba.

La enfermedad de Fidel Castro, el relevo de su hermano y la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos, marcaban un contexto que el presidente español consideró propicio para acercar a los diferentes actores interesados en un cambio en Cuba, tanto al interior de la Isla como desde el exilio.

Fue en el desempeño de su labor de Inteligencia que Casteleiro conoció a Conrado Hernández, un cubano cercano a Carlos Lage que trabajaba como delegado de la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (SPRI), un organismo dependiente del Gobierno vasco. Según acusaciones de Cuba, Hernández colaboraba con el CNI español, motivo por el que fue juzgado y pasó más de 10 años en prisión luego de admitir su culpabilidad.

Aunque en un principio, tras su arresto por la Seguridad del Estado, no se supo exactamente los motivos de este, poco tiempo después el asunto se revelaba como una “intriga” relacionada con el traspaso de poder en Cuba.

En marzo de 2009, un comunicado del Consejo de Estado anunciaba la defenestración de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, sin explicar los motivos. Un día después, Fidel Castro publicaba un artículo en el diario Granma calificándoles de "indignos" y asegurando que “la miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno" despertó en ellos ambiciones que ilusionaron a los enemigos de Cuba.

Representantes del CNI en La Habana -adscritos a la Embajada española- negaron cualquier vinculación con el caso, entre ellos Casteleiro, a quien supuestamente el G2 cubano había filmado en conversaciones con Hernández y con opositores del exilio cubano de Miami.

Sin embargo, el entonces ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, anunció a mediados de mayo el relevo definitivo de los miembros del CNI implicados.

La permanencia de Casteleiro en La Habana estuvo bajo vigilancia de la inteligencia cubana desde un principio y apenas llegó a cumplir medio año allí. Su salida se precipitó antes de que fuera declarada persona non grata.

Según admitió el propio Hernández en un video utilizado por las autoridades cubanas para justificar las destituciones, había aprovechado su amistad y cercanía con Lage y Pérez Roque para saber qué cambios se preveían en las alturas y pasar esa información al gobierno español. La información era recogida principalmente en la finca de su propiedad, a las cuales solían asistir el exvicepresidente Lage, su amigo de infancia, además de Pérez Roque y Castellanos Lage.

En esas fiestas en la finca de Arcos de Canasí, los amigos se habían burlado de la avanzada edad de los hermanos Castro, insinuando que era necesaria una renovación generacional que acabara con la gerontocracia.

Aparentemente, durante las fiestas Hernández grababa las conversaciones y después las pasaba a la inteligencia española. Pero la inteligencia cubana también tenía su teléfono intervenido y llevaba años grabándolo.

El incidente generó fricciones entre ambos gobiernos, pero el ejecutivo de Zapatero y Moratinos expiaría más tarde sus “pecados”, aliviando presión sobre el régimen cubano, recibiendo a los presos políticos excarcelados de la Primavera Negra y mediando con la Unión Europea para un cambio de política hacia la Isla.

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