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Tardocastrismo entre la piñata y el calamar

¿Han pagado por sus nuevas mansiones, los agraciados por la casta verde oliva y enguayaberada?


Este artículo es de hace 1 año

El tardocastrismo, en fase terminal y perdida la iniciativa política, asume una política de resistencia que combina la piñata sandinista de reparto de casas; en medio de continuos derrumbes, con la vieja táctica del calamar en peligro; esparciendo tinta como estrategia de evasión.

Cuba no produce nada en abundancia, excepto ruinas diversas, presos, desterrados y emigrantes; de los que intenta vivir a golpe de remesas familiares y apagones, debido a la escasez de petróleo y la destrucción de las plantas generadoras de electricidad por antiguas y el uso de crudo nacional, que daña severamente sus mecanismos.

Coincidiendo con el recrudecimiento de la crisis económica, en 2019, y valiéndose de la opacidad, la dictadura más antigua de Occidente inició el reparto de casas entre la élite y la primera subguara; propiciando cambios de titularidad en los Registros de la Propiedad, poniéndolas a nombre de propietarios privados, que ocupan altos cargos en la estructura dictatorial.

Casas que, hasta fechas recientes, eran propiedad del Estado; a través de Palco Inmobiliaria, ministerios y organismos de la administración central; aunque el primer impulso, en este sentido, lo propició Raúl Castro Ruz, aboliendo el sistema de medios básicos y premiando con una piñata privada a los miembros de su prole, que ya no solo tienen una vivienda espléndida en propiedad, sino que disponen de otra para alquilarla a extranjeros o cubanos adinerados.

¿Han pagado por sus nuevas mansiones, los agraciados por la casta verde oliva y enguayaberada? ¿Qué tasaciones sirvieron de base de cálculo para fijar sus precios? ¿Por qué no se han publicado los contratos de compra-venta o los decretos de adjudicación a dedo?

Cuba carece de residencia oficial para el presidente y el primer ministro; carencia que deberá solucionar la futura democracia, pero el reparto de casas es de una desfachatez descomunal, no solo porque comete un saqueo estatal, amparado en la fuerza del privilegio; mientras muchos cubanos llevan años malviviendo en casas desvencijadas e infraviviendas, como confirmó el propio gobierno al repartir carnés de identidad y Libretas de racionamiento entre los habitantes de los llegaypon de La Habana y otras localidades.

En paralelo a la desamortización de bienes, supuestamente propiedad del pueblo trabajador, el tardocastrismo reitera maniobras evasivas, provocando espurios y cortos debates, con medidas activas en las redes sociales, que siempre corean ciberclarias escogidas y refutan cubanos hartos del descaro institucional, que intenta desviar la atención sobre la represión, la pobreza y desigualdad y la incapacidad de los gobernantes para solucionar los problemas que machacan a los ciudadanos.

El uso de episodios pasados para generar debates estériles, porque las injusticias no consuelan muertos, confirma el cinismo y la severa miopía política del dúo Sacapuntas, incapaz de mirar al futuro con una visión generosa porque vive convencido que los cubanos los desprecian con la misma intensidad que ellos los empobrecen y amargan.

El agua se llevó en El Fanguito las inversiones alocadas y a la carrera que, un presidente asustado, ordenó acometer para pasearse ante sus víctimas, repartiendo consignas; en claro ejemplo de la política sin cabeza del Palacio de la Revolución; nido permanente de ocurrencias, como la de producir electricidad con biomasa producida por centrales azucareros, en medio de la peor zafra de los últimos 120 años en Cuba.

Encarcelar y apalear, saquear recursos estatales, incrementar los niveles de pobreza y desigualdad y fantasear con alternativas que solo existen en las cabezas del Buró Político porque no hay dinero para invertir; excepto en hoteles vacíos, son las penúltimas estaciones de una tiranía, que alardea y grita para espantar el miedo que corroe al grupito anticubano que oscurece y mancilla a la nación, con más cárceles que universidades.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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