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Cubanos valoran 2022 y avizoran el nuevo año (VI)

Sexta entrega con opiniones de cubanos sobre 2022 y cómo avizoran el nuevo año.

Calle habanera © CiberCuba
Calle habanera Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 1 año

¿En 2023 será? Thais Pujol Acosta, profesora; coordinadora de Espacio Común y de la Plataforma Archipiélago. Reside en España.

Es propio de la psicología humana recordar sólo los principios y los finales de los acontecimientos. Por ello, no es de extrañar que un balance de 2022 desde los primeros días de enero sea descorazonador para tantos de nosotros que estamos desesperados por ver caer a la dictadura para que Cuba pueda renacer de sus cenizas. No obstante, con cuidado de evitar la tentación de convencernos de lo que nos queremos convencer para alimentar vanas esperanzas, invito a los lectores a poner la historia de estos últimos cuarenta años en perspectiva.

Allá cuando comenzó la Perestroika, a mediados de los años 80, recuerdo que el apoyo al régimen cubano era aplastante. Los mítines de repudio eran multitudinarios, y no sólo porque la gente estaba obligada, qué va… la mayoría iba encantada a vomitar allí su furia contra personas que ni conocían, sólo porque alguien del PCC les decía que se trataba de “contrarrevolucionarios”.
Pero, poco a poco, muchos de estos que antes alimentaban las hordas enfurecidas partieron al exilio, o siguen en Cuba, decepcionados, desesperanzados o con una opinión bien distinta.

En todos estos años el descontento de un pueblo que ya no se traga las promesas que día a día lo han llevado a colocarse en los primeros puestos de pobreza a nivel mundial ha crecido de manera imparable. La presión social no ha hecho más que aumentar, lentamente, con altibajos, pero la progresión es clara cuando se mira con luz larga. Y por ello no se nos debe olvidar que durante el año 2022 el pueblo cubano ha expresado este descontento de manera masiva y sin precedentes.

Aunque sería simplista pensar que sólo el rechazo de la población puede dar al traste con un régimen como el cubano que tiene a sus espaldas tantos años de experiencia en mantener el poder a pesar de todas las tormentas, sin dudas la pérdida de confianza en las soluciones que propone la dictadura y que ya se sabe que van a empujar a los cubanos un poco más al precipicio será como la paja seca que ayudará a que cualquier pequeña chispa pueda provocar al fin el incendio decisivo para el cambio cualitativo. Creo que es una cuestión de tiempo. ¿En 2023 será? Quién sabe. La paja se seguirá secando y seremos cada vez más los que le pondremos cabeza y corazón a este fuego.

Oposición incapaz y república necesaria. Alejandro Artola Romero, empresario. Reside en Suiza.

La situación política es un callejón sin salida, con una elite aferrada a un poder que malgasta por incapacidad, egoísmo, testarudez y miedo; y una población cansada que protesta, a pesar de las terribles consecuencias que ello acarrea en Cuba, pero lo hace a ciegas. La oposición, atomizada y en buena parte exiliada, sigue siendo incapaz de lograr un "acuerdo de mínimos" que le permita hablar con una sola voz colectiva (ya de Mesías estoy hasta la coronilla), liderar y representar a un pueblo cansado, harto y desesperanzado.

La economía va de mal en peor, el gobierno ve como un éxito frenar la caída, porque el crecimiento económico real ni está ni se le espera. La infraestructura en terapia intensiva; pero lo que más se ha acentuado en 2022 es una debacle demográfica sin precedentes en nuestra historia, los números que brinda el gobierno estadounidense son solo una parte del cuadro.

Casi imposible no avizorar un 2023 de continuidad. Cuba necesita, con igual urgencia; una verdadera república donde sus ciudadanos puedan decidir quienes los representan, a todos los niveles, y tener la oportunidad de cambiarlos periódicamente. Necesita una verdadera Reforma Agraria, una multimillonaria inversión de capital para construir y hacer funcionar una infraestructura moderna; y necesita convertirse en una economía pujante, de oportunidades, un país del que su gente no quiera irse y en el que otros quieran vivir. No veo cómo nada de esto pueda hacerse realidad, soy pesimista. Solo me queda la esperanza, muy tenue, de que uno de esos imprevistos de la Historia suceda.

Cubanos quieren libertad plena y un cambio radical. Ernesto Gutiérrez Tamargo, abogado, asesor legal de la Secretaría de Relaciones Exteriores del Consejo para la Transición Democrática en Cuba. Miembro de D Frente.

2022 no fue un buen año para Cuba, más bien malo y difícil; y 2023 se vislumbra igual de complejo. Desde 2021, el pueblo cubano dijo ¡basta! Se cansó y optó por las dos únicas formas de confrontación pacífica viables: exilio o emigración, y la contestataria; con su amalgama de rabia-apatía-desidia, expresada en su manifestación de descontento crítico, por la falta perenne de todo.

Cuando el pueblo pide luz eléctrica, pollo o servicios públicos básicos o privados vitales, también está pidiendo libertad. Quiere un cambio, y lo quiere con mayúsculas. Un cambio total, radical, no parches, no soluciones temporales, no medidas de ajuste parcial de mera sobreviviencia, ni de lineamientos emanados del unipartido poderdante.

Una gran mayoría de cubanos abandonaron toda esperanza en nuestra patria; por el cansancio de 64 años de promesas, triunfos y victorias incumplidos, de retos patrios sublimes para hombres invencibles.

Muchas mujeres renuncian a la maternidad, la familia es un problema social en crisis de valores sustanciales; con violencia de género incluida, los jóvenes no quieren vivir en Cuba y la población envejece a marchas forzadas.

Los dirigentes castristas son inefables, ineficaces e inoperantes. El sistema socio-sanitario hospitalario tan necesario, y joya de la corona social, se fragmenta y colapsa cada día; como ocurre también con la educación, carente de recursos materiales y humanos.

Un pescador del lago de Galilea dijo --y sigue vigente--- que sólo el amor cubrirá multitud de pecados y males; he ahí la clave; junto a la libertad plena.

Un Jaruzelski para Cuba. Andrés Alburquerque, directivo turístico y comunicador. Reside en Estados Unidos.

Otro año que se va sin llevarse ese cáncer que se llama la Junta de La Habana; la continuación en versión satírica del régimen que nos arrebató todo para quedárselo flagrantemente; en 1959. Para muchos el fin está menos lejos; para otros está al doblar de la esquina y si bien la banda de rateros que detenta el poder en Cuba está en terapia intensiva no parece existir ese remedio que reviva a la patria, una vez que el esperpento vegetativo le haya dado el proverbial puntapié a la lata.

Contra toda mi estructura de pensamiento he llegado a la conclusión de que la salida menos traumática de nuestro país sea un Jaruzelski; alguien que esté dispuesto a caer mal y acarrear todo el escarnio de sesenta años imponiendo con mano dura un régimen donde convivan paulatinas y irrevocables aperturas económicas con la supresión de las garantías constitucionales (que de todos modos no existen); la democracia, como los antibióticos, no puede ser digerida a estómago vacío.

Bajo esta mano dura y fuera del escenario los invertebrados actuales; el Jaruzelski cubano garantizaría -antes que todo- la liberalización de las fuerzas productivas, estómagos llenos y confianza internacional para ir introduciendo, calmadamente, aperturas políticas que conduzcan a la creación de partidos independientes.

En este escenario es fundamental la neutralidad americana que debería vencer los intentos de sus gérmenes más emparentados con el actual estado de cosas por demonizar al hombre fuerte y ocultar las seis décadas de cárcel, fusilamientos y exilio. ¿Es lo anterior probable?; matemáticamente si; pero muy difícil en la práctica. Triste futuro como quiera que lo miremos.

Cuba perdió el miedo. Orlando Gutiérrez Boronat, líder de la opositora Asamblea de Resistencia. Reside en Estados Unidos.

El recién concluido 2022 fue a criterio de muchos, el año de mayor accionar cívico dentro de Cuba en las últimas décadas. Esos doce meses fueron escenarios de un accionar sin precedentes a lo largo y ancho del país y dentro y fuera de las prisiones políticas.

Estrategias como el Paro nacional y la campaña 3 x 3 desempeñaron roles importantísimos en ese despertar y, sobre todo, en el efecto aglutinador que fue uno de los causantes de la oleada cívica inédita, en más de seis décadas de opresión.

Los más importantes resultados de 2022 fueron: la pérdida del miedo, la articulación a escala nacional de ese movimiento de pueblo, y la compenetración entre oposición militante y cubano de a pie.

Son varios los retos para el año que recién comienza y constituyen guías y referentes de por dónde y cómo seguir avanzando. Estos próximos 12 meses pueden que no sean los que vean el cambio definitivo, pero sí de seguro la pérdida de control y capacidad represiva de esa maquinaria ya obsoleta y sin la más mínima credibilidad.

A la casta nonagenaria opresora le salió el tiro por la culata cuando creyó que, designando un títere de turno como Díaz-Canel, podría darle un viso de novedad o cambios y es que el pueblo ve tanto al puesto a dedo como ilegitimo e inconstitucional.

Las condiciones están creadas para que 2023 sea otro año de gran lucha cívica. A la oposición y al exilio, corresponden reforzar aún más el apoyo logístico e informativo a los cubanos, para potenciar el cambio y redoblar acciones de solidaridad y apoyo moral a los presos políticos y sus familiares; que hoy constituyen, dentro y fuera de Cuba, un poderoso e inquebrantable destacamento a favor del cambio democrático.

Cuba será libre. Enrique García Díaz, consultor en Seguridad Pública, ex oficial de la Dirección General de Inteligencia de Cuba. Reside en Estados Unidos.

Como ya es tradición, el 2022 fue un año peor que el anterior (en todos los órdenes) en Cuba. Para quienes crecimos en el manicomio castrista, en sus primeros años nos era incomprensible que los discursos oficiales, las promesas y las falsas metas cumplidas se repitieran año tras año. Con el tiempo, nos fuimos convenciendo de que todo era una gran farsa para que un pequeño grupo improductivo siguiera viviendo bien mientras el pueblo se empobrece más y más. En esto llevamos ya 64 largos años.

Lamentablemente, los augurios para el 2023 son nada esperanzadores. La isla está destruida por una dictadura que no solo ahoga las libertades individuales, sino que es incapaz de producir nada ni garantizar las necesidades materiales básicas. Ni los aliados del régimen cubano que han llegado al poder con su ayuda en Latinoamérica, ni China, ni Rusia, ni Irán pueden regalarle el cheque sin límites que le dio la antigua URSS o la Venezuela de Chávez.

Sin embargo, continuará acercándose el día en que Cuba será finalmente libre y podrá comenzar la reconstrucción.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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