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Ana Belén Montes, traidora a su patria

Los reclutamientos de los esposos Myers, la fugada Marta Rita Velázquez y la propia Montes confirman que Estados Unidos es objetivo prioritario de la Inteligencia cubana.

Ana Belén Montes, espía cubana en Estados Unidos © Cortesía / El Nuevo Día
Ana Belén Montes, espía cubana en Estados Unidos Foto © Cortesía / El Nuevo Día

Este artículo es de hace 1 año

Nada más llegar a Puerto Rico, la traidora Ana Belén Montes lanzó una soflama contra el embargo estadounidense, pese a que Cuba la tiró a mierda y no la incluyó en el canje de presos durante el embullo Obama.

“Animo a los que desean enfocarse en mí a que, en cambio, se enfoquen en temas importantes, como los serios problemas que enfrenta el pueblo puertorriqueño o el embargo económico de Estados Unidos hacia Cuba”, dijo en un comunicado, tras aterrizar en San Juan, reportó El Nuevo Día.

Los reclutamientos de los esposos Myers, Marta Rita Velázquez y la propia Ana Belén Montes confirman que la Casa Blanca y otras instancias oficiales de Estados Unidos, las fuerzas armadas y la comunidad de inteligencia son "objetivos prioritarios" de Cuba, asegura el exoficial DGI Enrique García Díaz, residente en Estados Unidos desde hace 34 años, y que rechaza el viejo mantra de que su antiguo servicio solo se ocupe del exilio cubano.

Fidel Castro tenía muy complicado asumir públicamente el reclutamiento de Montes porque fue apresada en los días posteriores a los ataques terroristas al Pentágono y las Torres Gemelas y, en Estados Unidos, imperaba lógica rabia contra enemigos.

Castro sabía que su agente tendría que negociar con las autoridades estadounidenses y facilitarles información operativa, sin mentir -aunque no la diera toda-, para evitar la pena de muerte o cadena perpetua, pero ella aguantó nueve meses sin pactar, circunstancia que aprovechó la también espía de Cuba Marta Rita Velázquez para huir a Suecia, país natal de su esposo, donde vive actualmente y el delito de espionaje no es causa de extradición.

Las confesiones de Montes al Buró Federal de Investigaciones (FBI) le valieron para que la acusación se limitara a conspiración para cometer espionaje y no espía de un gobierno extranjero; circunstancia que favoreció a la traidora, como parte del juego judicial entre partes en una democracia, incluidos quienes atentan contra ella, y ese arreglo obliga a Cuba a hablar lo imprescindible porque ignora hasta dónde cantó su espía.

Los oficiales Chris Simmons, principal interrogador de Montes por el Pentágono, y Pete Lapp, su homólogo en el FBI, no estuvieron conformes con la sentencia, y sustentaron que debió ser condenada a muerte o cadena perpetua, basándose en que sus informaciones enviadas a Cuba sobre la IV Brigada del ejército de El Salvador facilitaron un ataque de la guerrilla, donde murió un oficial de Estados Unidos, pero el Departamento de Justicia se opuso.

El gobierno cubano ha asumido la noticia con bajo perfil, sin reconocer que era su principal espía allí; aseguró que se enteró de su excarcelación por cables de agencias internacionales, reprodujo sus críticas en el juicio contra la política estadounidense y ha dejado que sean los minoritarios Movimiento Independentista Nacional Hostosiano de Puerto Rico y el boricua Comité de Solidaridad con Cuba quienes lleven la batuta.

El gobierno de EE.UU. aclaró que la excarcelación anticipada no está vinculada a negociaciones sostenidas con el gobierno cubano, y ratificó que la exanalista del Pentágono cumplirá ahora un período de libertad supervisada.

Durante las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, previas al deshielo Obama, se filtró el nombre de la espía como parte de la posible nómina de intercambio bilateral de prisioneros, pero el trueque se redujo a los tres espías de la red Avispa que aún guardaban prisión por el miembro del Departamento M-Y (Técnico) de la DGI Rolando Sarraf Trujillo, residente con bajo perfil en España.

Al elegir Puerto Rico como morada para su libertad condicional de cinco años, la espía más valiosa del castrismo contra Estados Unidos refuerza su leyenda portorriqueña, que es falsa, porque nació en una base militar estadounidense en Alemania y se crio y estudió en el país al que traicionó por una combinación de desvío ideológico y ego descomunal que siempre ha padecido. Su estancia en Borinquen la aleja de su familia más cercana, residente en Orlando, y a la que visitó tras ser excarcelada.

Montes prestó valiosos servicios al castrismo, que dispuso de información de primer nivel operativo, hasta el punto de que el FBI debió abstenerse de incluir en su acusación los datos relativos a un centro hipersecreto, de espionaje satelital, al que tuvo acceso e informó a La Habana.

Tras vacilaciones iniciales y ante la insistencia metódica y regular del cazaespías Scott Carmichael, un trabajo impecable del FBI, Montes -que nunca detectó el chequeo ni los registros secretos efectuados en su casa y oficina- fue apresada en su puesto de trabajo, cuando más confiada estaba porque había sido propuesta para asesora del estratégico Consejo de Seguridad Nacional (CSN).

“No había señal de emoción en su rostro”, cuenta Carmichael en su libro Verdadera creyente: "Si no fuera por las esposas que tenía en sus muñecas, parecía estar en una cola para comprar el ticket en un cine. Fue escalofriante".

La DGI que tenía la obligación de protegerla, tampoco detectó el seguimiento del FBI y La Habana fue pillada por sorpresa, sin tener siquiera tiempo a poner en marcha el plan emergente de fuga que habría diseñado ante una eventual quemazón.

Uno de los oficiales del FBI reveló entonces a CNN que recibieron información sobre una computadora, comprada casi cinco años atrás, por un sujeto desconocido, bajo órdenes del gobierno cubano, para llevar a cabo labores de espionaje.

En abril de 2001, el FBI consiguió la autorización para acceder a los archivos de la tienda CompUSA, donde la espía había comprado la computadora, y llegaron justo a tiempo, porque la compañía solo guardaba registros de compra por un quinquenio.

Montes compró la computadora a su nombre, tras haber recibido indicaciones de La Habana para adquirir el equipo, siempre según el rastreo de la Contrainteligencia estadounidense.

Poco después, los agentes hallaron en el bolso de Montes una pequeña hoja de papel con una matriz escrita, un criptomaterial que la espía empleó cuando se comunicaba con oficiales cubanos, a través de un localizador. Un desliz raro en alguien que jamás sacaba información de la DIA en soporte digital o escrito, sino que memorizaba lo importante y luego lo redactaba en la computadora comprada en CompUSA.

“Y eso era exactamente lo que estábamos buscando para determinar cuál era el mensaje entre ella y la Inteligencia cubana”, concluyó el oficial del FBI.

Otra orden que Montes cumplió a cabalidad fue manipular evaluaciones e informes para generar la ficción de que Cuba no representa un peligro para Estados Unidos, y fue tal su éxito que Fidel Castro, persuadido de la solidez de la fachada profunda de su espía joya, alardeó en varias ocasiones de aquellos reportes del Pentágono y la comunidad de Inteligencia estadounidenses.

Una idea de la importancia de Ana Belén Montes para la Dirección General de Inteligencia de Cuba es que no era monitoreada por uno de los oficiales de Inteligencia adscritos a la Misión diplomática acreditada ante Naciones Unidas, sino por un oficial ilegal cubano, con falsa nacionalidad extranjera, sembrado en Estados Unidos, según el sumario judicial.

Su caída confirmó que Cuba siempre ha realizado labores de Inteligencia contra Estados Unidos y no solo en el ámbito del exilio, como pretendió La Habana tras la desarticulación de la treintena de oficiales y agentes de la red Avispa, pese a la abundancia de datos en el sumario sobre sus intentos de penetrar el Comando Sur, bases aeronavales y señalar puntos en la costa de Florida para desembarcar armas.

En redes sociales, algunos bobos solemnes se han puesto a jugar a En silencio ha tenido que ser especulando con una probable fuga de Montes hacia Cuba y sobre su reclutador en 1984, cuando era estudiante de un máster en Johns Hopkins University, donde fue reclutada por Mario Monzón Barata ("Aquiles"), jefe del centro DGI, con fachada diplomática en ONU, que coordinó un equipo integrado, entre otros, por Eduardo Martínez Borbonet ("Fidel", aunque los más cercanos lo llaman Fidelito), que luego fue embajador en Nicaragua.

A Cuba ya no le sirve Ana Belén Montes, salvo para propaganda antinorteamericana; y montar la fuga de una espía en libertad vigilada implica más inconvenientes que ventajas, incluida la vuelta a la cárcel perpetua de la traidora que -a sus 66 años- tendrá que buscarse un trabajo porque no tiene derecho a pensión del gobierno al que apuñaló por la espalda durante 17 años.

El reclutamiento de Ana Belén Montes fue político-ideológico, atendiendo a sus sentimientos antinorteamericanos, declarada admiración por la revolución cubana y sus simpatías con el sandinismo y la guerrilla izquierdista de El Salvador. Pero durante el proceso, "Aquiles" descubrió que aquella mujer de 27 años padecía de odio hacia los poderosos por haber sido niña maltratada y tener un ego descomunal. Y acertó, porque la DGI la motivaba, asegurándole que sus informes iban directamente a los ojos y oídos del comandante en jefe.

Los padres de Montes se divorciaron cuando ella tenía 15 años, pero antes había sufrido maltratos a manos de su papá, que la golpeaba a ella y a sus hermanos con un cinturón, "consolidando en ella un deseo de figuras autoritarias y llevándola a identificarse con los menos poderosos", escribió la CIA en un perfil psicológico secreto de la espía, que vinculaba a su padre con el ejército estadounidense, donde había servido como médico reconocido.

Circunstancias que García Díaz no descarta porque la caracterización psicológica forma parte del reclutamiento de espías, la información que brindaba Montes era de calidad y prioritaria para La Habana y los jefes de la DGI despachaban directamente con Fidel Castro, sin tener que pasar por el ministro del Interior.

Analistas de la CIA confirmaron la tesis de García Díaz porque creen que "Aquiles" y "Fidel" manipularon a Montes para que pensara que Cuba necesitaba como fuera su ayuda, haciéndola "sentirse poderosa y alimentando su narcisismo", según documentos desclasificados.

Los cubanos empezaron, poco a poco, pidiéndole traducciones e informaciones inocuas que pudieran ayudar a los sandinistas, su causa favorita. Sus contactos, sin que ella se diera cuenta, juzgaron en qué era más vulnerable y explotaron sus necesidades psicológicas, su ideología y su personalidad egocéntrica con el fin de reclutarla y mantenerla motivada y trabajando para la Habana, concluyó la CIA.

Nada nuevo bajo el sol de los espías cubanos que -desde 1959- mantienen en la mirilla a Washington con un doble equipo: el Departamento Estados Unidos-Canadá de la DGI y su extensión -camuflada en el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX)-, la oficina Plan de Influencia, que dirigió varios años el destituido e impedido salir de Cuba, Fernando Remírez de Estenoz.

Pero el mayor fiasco de la Inteligencia cubana antes lo fue para Estados Unidos, que no detectó, en 17 años, cómo La Habana estaba manipulando a una agente suya y enfilándola contra la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), donde desembarcó siendo ya espía castrista y sin ser rechazada, pese a sus posicionamientos procomunistas, que tampoco fueron impedimento para que fuera condecorada por la CIA en 1997.

El reconocimiento CIA inundó de alegría a Línea y A porque era la segunda vez que un agente suyo conseguía un notable reconocimiento de altas instancias estadounidenses; siendo el primero Nicolás Sirgado Ros ("Noel" y "Nerón" para la Seguridad del Estado) y "Zafiro" para la Inteligencia enemiga, premiado con un reloj Rolex, firmado en el reverso por el entonces Secretario de Estado, Henry Kissinger.

La libertad vigilada de Montes, iguala a ambos gobiernos, porque el cubano aplicó, recientemente, similar medida a la espía de Estados Unidos, Alina López Miyares, que deberá permanecer en la isla hasta 2030, cuando extinga su condena total de 13 años por espionaje.

Pero la excarcelación anticipada de la ya inservible Ana Belén Montes pone en aprietos a Cuba, que mantiene -desde hace 25 años- encarcelado por espiar para Estados Unidos al exoficial de la Contrainteligencia Ernesto Borges Pérez, quien en marzo cumplirá 57 años.

La legislación cubana establece que la libertad condicional puede ser concedida a aquellos reos que hayan cumplido dos tercios de su condena que, en el caso de Borges, fue de 30 años, y siempre que mantengan buena conducta, que no parece ser el caso porque se ha negado a convertirse en colaborador de la Seguridad del Estado a cambio de ser liberado, según el testimonio de su padre.

El carácter prerrogativo de la libertad condicional y que haya sido juzgado en fuero militar indican que podría cumplir íntegramente su condena, como ocurrió con Mario Chanes de Armas, asaltante al cuartel Moncada y expedicionario del Granma, a quien Fidel Castro nunca perdonó su alejamiento político y personal. Mejor suerte corrieron los espías Miguel Álvarez Sánchez, liberado antes de tiempo para que muriera de cáncer en su casa habanera, y Conrado Hernández, que lleva una vida discreta en La Habana.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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