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Boteros justifican altos precios del pasaje: "La gasolina la estoy comprando a 500 pesos"

Los taxistas alegan que deben comprar la gasolina en el mercado negro, a lo que se suman los gastos en aceite, piezas o mano de obra de una reparación. "No voy a morirme de hambre ni trabajar por gusto", dijo uno.

Almendrón en La Habana (Imagen de referencia) Foto © CiberCuba

Un botero de La Habana defendió los altos precios que cobra alegando que debe pagar mucho dinero por el combustible del carro, y afirmó que no trabajará por gusto.

En un reportaje del portal oficialista Cubadebate sobre la crisis del transporte, el taxista privado precisó que tiene que comprar el litro de gasolina a 500 pesos en el mercado negro, porque no puede pasarse tres días en una cola de una gasolinera.

"Esos 40 litros que me venden no me alcanzan ni para dos días. Y la caja de pollo me cuesta 8,000 pesos, la libra de arroz, 150; la libra de mango a 50, la bolsa de leche a 1,500 a una mipyme. Imagínate, tengo que cobrar más, todo es una cadena, no voy a morirme de hambre ni trabajar por gusto", detalló Gustavo González.

Otro transportista privado identificado como Héctor García, con seis años en el oficio, se quejó de que además de los impuestos a la ONAT, tiene que pagar entre 20,000 pesos por una goma y casi 4,000 por un pomo de aceite Castrol, sin contar los precios de cualquier pieza o la mano de obra de una reparación.

A todo ello se suma que al no ser el dueño del vehículo, debe pagarle al propietario un porciento de las ganancias diarias por el alquiler del auto.

García, quien maneja un carro de petróleo, relató que llevaba cuatro días en la cola virtual y que tardaría al menos una semana en comprar, porque tenía el número 8,000 en el Cupet de 31 y 18.

Pero según Cubadebate, todo lo que plantean los taxistas no son más que excusas, y recalca que si ellos compran el litro de combustible a 500 pesos y siguen trabajando, es porque tienen ganancias.

"Las excusas de los transportistas privados por la subida de los precios son que se pasan cuatro días en la cola de un Cupet, o que pagan el combustible veinte veces por encima de su valor oficial. El pasajero, el trabajador que lleva tres horas en la parada y le urge llegar a su casa, y otros que necesitan moverse hasta el hospital para un turno médico, por ejemplo, no tienen la culpa de esa situación. No se puede aplicar la ley de la selva y que se salve quien pueda", subraya el artículo.

El medio oficialista lamentó que ante la crisis en el transporte público el precio del pasaje privado siga aumentando, pero en lugar de cuestionar al gobierno por no solucionar el problema, lo achacó a que siempre habrá usuarios que puedan pagar el alto costo y al insuficiente control de los inspectores.

"El desafío siempre será establecer un punto de equilibrio entre el transporte urbano estatal y el no estatal. Mientras esa solución no esté a la mano, hay que ejercer un control eficaz, constante y oportuno para que unos no lucren con las necesidades de los otros", señaló.

Los autores del reportaje criticaron a la Dirección de Transporte de La Habana por haber puesto solo tres multas de 8,000 pesos a a transportistas privados por cobrar precios excesivos, y abogaron por más sanciones como esas.

"Un viento solo no mueve molinos; tres multas ante tanta impunidad, tampoco. Esos controles no pueden realizarse por rachas ni esporádicos, sino sistemáticos, y las multas no pueden ser paños tibios ni precios que se equiparan con las ganancias diarias de los que cometen la violación", afirmaron los tres periodistas.

Esas multas fueron impuestas a principios de mes por el gobierno de la capital, que anunció entonces que se trataba de "personas inescrupulosas" que violaron la ley al subir el precio del traslado de pasajeros, "y crearon un malestar" en la población.

Los tres choferes fueron sancionados a tenor del Decreto 30/21 "De las contravenciones personales, sanciones, medidas y procedimientos a aplicar por la violación de las normas que rigen la política de precios y tarifas".

El denominado "cerco al cobro abusivo e ilegal del transporte" ocurrió en medio de una severa escasez de combustible, con los choferes haciendo colas durante días para poder comprar combustible.

Con muy pocos vehículos circulando, calles y carreteras de muchas ciudades mostraban una imagen apocalíptica y desoladora, donde no se veía ni un solo carro, un vacío que no se vio ni siquiera en los peores momentos de la pandemia del coronavirus.

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