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Al cumplirse diez años del inicio del proceso de deshielo entre Estados Unidos y Cuba, anunciado por Raúl Castro y Barack Obama el 17 de diciembre de 2014, el gobierno estadounidense calificó esta etapa como una “oportunidad perdida”, criticando la falta de avances significativos en materia de derechos humanos y reformas democráticas por parte del régimen cubano.
Según declaraciones del subsecretario de Estado estadounidense Brian Nichols recogidas por Martí Noticias, a pesar de los esfuerzos diplomáticos iniciados en 2014 bajo la administración de Barack Obama, el gobierno cubano no cumplió con las expectativas de cambio que se esperaban con la apertura.
“La restauración de relaciones diplomáticas bajo la administración Obama fue un paso importante para tratar de mejorar la vida de los ciudadanos cubanos y atender retos como la falta de democracia en la isla. Sin embargo, las reformas que hubiéramos querido ver en Cuba no ocurrieron”, expresó Nichols.
En lugar de aprovechar las oportunidades económicas y políticas que el restablecimiento de las relaciones ofrecían, La Habana continuó con políticas restrictivas y represivas hacia su población.
El proceso de deshielo, que incluyó la reapertura de embajadas y el aumento del flujo de turistas y remesas hacia la isla, generó inicialmente esperanzas de transformaciones internas.
En 2015, el entonces presidente Barack Obama incluyó el acercamiento con Cuba entre los principales logros de su administración, destacando la reapertura de embajadas y la flexibilización de restricciones de viaje.
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No obstante, para 2016, se evidenciaba que, aunque se habían producido algunos cambios, persistían el embargo económico y las violaciones de derechos humanos en la isla.
La falta de voluntad del régimen para realizar cambios estructurales significativos ha mantenido a Cuba en un estancamiento económico y social, exacerbado por las sanciones reimpuestas durante la administración de Donald Trump y mantenidas por Joe Biden.
Durante su primer mandato, Trump implementó una serie de medidas que revirtieron gran parte del acercamiento promovido por la administración Obama. Entre las acciones más destacadas se encuentraron el reforzamiento del embargo económico, las restricciones de viaje a Cuba y las limitaciones en el envío de remesas.
Además, en enero de 2021, poco antes de finalizar su mandato, la administración Trump volvió a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, imponiendo nuevas sanciones y restricciones financieras.
Estas medidas, según los analistas, buscaron presionar al gobierno cubano para que realizara reformas democráticas y mejorara la situación de los derechos humanos en la isla. Sin embargo, también contribuyeron al deterioro de la economía cubana y al endurecimiento de las condiciones de vida de su población.
“En 2021 vimos una ola de represión que realmente asombró al mundo, un retroceso enorme para el bienestar del pueblo cubano y la comunidad internacional. Fue una oportunidad perdida por parte del régimen cubano”, subrayó Nichols, quien ha actuado bajo el gobierno de Joe Biden, el cual ha mantenido las medidas de su predecesor.
EE.UU. reiteró que cualquier acercamiento futuro con Cuba dependerá de avances concretos en la liberación de presos políticos, el respeto a los derechos humanos y la implementación de medidas de apertura democrática.
Por el momento, la relación bilateral continúa marcada por tensiones y desconfianza, con un balance crítico a una década del histórico anuncio.
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