Cuba atraviesa una de las etapas más críticas en su dinámica poblacional. Desde 2019, el país reporta un decrecimiento natural al registrarse más defunciones que nacimientos, según informó el primer ministro Manuel Marrero Cruz durante el cuarto periodo ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional en su décima legislatura.
En otros aspectos sobre el tema de marras, el dirigente comunista expuso que el 24,4 por ciento de la población supera los 60 años, lo que refleja un profundo envejecimiento demográfico.
Actualmente, por cada mil personas de 0 a 14 años, existen mil 511 mayores de 60, confirmando un cambio estructural que compromete el equilibrio generacional.

Para colmo, las proyecciones resultan bastante desalentadoras. Las cifras para el cierre de 2024 advierten un panorama aún más preocupante: se prevé que ocurra un aproximado de 70 mil nacimientos, lo que representa una reducción de 18 mil en comparación con el año anterior, mientras que las defunciones se estiman en 120 mil.
Esta tendencia, que se ha intensificado en los últimos años, constituye un desafío social y económico para el país, marcando un escenario donde el envejecimiento y la baja natalidad limitan el desarrollo sostenible y agravan la dependencia de una población envejecida.
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Todo ello sin obviar el profundo proceso migratorio que reina en la isla, cuya crisis sistémica mantiene a cientos de miles de familias colmadas de desesperanzas.
No son aislados los deseos de abandonar Cuba, donde se lucha por sobrevivir -que no vivir-, y cada día resulta más complicado contar con lo básico. De hecho, Marrero Cruz agregó que más de tres millones de nacidos en la isla residen en el exterior.
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