El incendio que cobró la vida de un anciano encamado en Zaza del Medio, Sancti Spíritus, ha conmovido profundamente a los cubanos dentro y fuera de la isla, generando una cadena de apoyo ciudadano a favor de la familia afectada, que lo perdió todo tras la explosión de una motorina en su vivienda.
Grupos de ayuda en redes sociales y vecinos organizados han comenzado a recolectar ropa y otros insumos para asistir a los damnificados, entre ellos dos menores de 10 y 12 años que, al momento del incendio, se encontraban en casa con su madre. El padre, según testimonios, se hallaba trabajando fuera del hogar.
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Uno de los promotores de esta campaña solidaria compartió en redes sociales que, a pesar de algunos comentarios desalentadores, logró contactar directamente con el padre de familia, quien confirmó estar dispuesto a recibir la ayuda. “Claro que sí vamos a llevar la ayuda. Ropas tenemos. Estoy sin palabras con tanta maldad”, escribió en una publicación, en la que denunció también haber recibido mensajes ofensivos.
Los organizadores han reiterado que la prioridad es ayudar, sin ánimo de protagonismo, y que mantendrán la entrega prevista con transparencia y respeto por el dolor de la familia. La movilización ha sido celebrada por muchos como un ejemplo de la unidad que puede surgir incluso en medio de la tragedia.
El siniestro, ocurrido en la noche del miércoles, dejó en cenizas la vivienda y provocó la muerte de Manolo Franco, un anciano conocido y querido en la comunidad. Vecinos lo describieron como un hombre amable y respetuoso, cuya pérdida causó un profundo pesar.
El caso ha vuelto a poner sobre la mesa el alarmante aumento de incendios relacionados con motorinas eléctricas en Cuba, muchos de ellos provocados por baterías defectuosas, sobrecargas o condiciones eléctricas precarias. La falta de piezas certificadas y de una regulación clara ha obligado a muchos usuarios a improvisar soluciones peligrosas.
En medio de la crisis energética y el colapso del transporte público, las motorinas se han convertido en un recurso imprescindible para muchas familias cubanas, lo que incrementa el riesgo de este tipo de tragedias si no se extreman las precauciones.
Una sociedad civil cada vez más activa ante la falta de respuesta institucional
El caso del incendio en Zaza del Medio no es un hecho aislado. En los últimos años, numerosos incidentes similares han puesto en evidencia el vacío dejado por la ineficacia de los mecanismos estatales de respuesta ante desastres y la inexistencia de empresas aseguradoras que amparen a las familias cubanas.
Ante esa ausencia, la sociedad civil ha asumido un papel cada vez más relevante y organizado. Desde campañas espontáneas hasta redes de apoyo más estructuradas, han sido los propios ciudadanos quienes se han movilizado para socorrer a las víctimas de incendios y otras catástrofes.
Basta con revisar las múltiples iniciativas solidarias registradas en los últimos años: desde la entrega de ayuda a una familia en Holguín que lo perdió todo en un incendio, hasta colectas en Alamar, La Habana, para asistir a otros damnificados. También se recuerdan campañas ciudadanas de recolección de artículos tras el paso de ciclones o a los damnificados de inundaciones provocadas por la crecida de ríos.
En muchos casos, los vecinos, activistas, artistas y comunidades en redes sociales han respondido más rápido y con mayor efectividad que los propios organismos estatales. Mientras la asistencia social oficial es escasa o inexistente, la ciudadanía ha demostrado que la solidaridad puede llenar, aunque sea parcialmente, ese vacío.
Esta tendencia evidencia una transformación silenciosa pero potente: el empoderamiento del pueblo para resolver, con sus propios medios, lo que el Estado ya no garantiza. Y aunque los recursos disponibles son limitados, la voluntad y la empatía de cientos de cubanos han permitido que muchas familias no queden completamente desamparadas tras una tragedia.
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