El gobierno de Estados Unidos anunció este miércoles que la inflación anual ha disminuido al 3%, su nivel más bajo desde principios de 2021.
Aunque la cifra representaría un alivio frente a los picos de inflación de los últimos años, los datos han generado interpretaciones encontradas, en un contexto donde el dinero cada vez alcanza para menos.
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Ell presidente Donald Trump proclamó un triunfo económico sobre la base de tácticas cuestionables, mientras los mercados y economistas observan con cautela las cifras aportadas por la Casa Blanca.
En su cuenta oficial de Truth Social, el presidente Donald Trump afirmó que ya “no hay inflación” y que los precios de la gasolina, la energía y los comestibles “han bajado”.
Además, dijo que instó a la Reserva Federal a bajar las tasas de interés, comparando la política monetaria de EE.UU. con la de Europa y China.
“¡La FED debe bajar la tasa, como lo han hecho Europa y China! ¿Qué le pasa a ‘Demasiado Tarde Powell’? No es justo para América, que está lista para florecer”, escribió el mandatario, refiriéndose al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell.
Sin embargo, el informe del índice de precios al consumidor (IPC) revela una realidad menos alentadora.
Aunque la inflación general ha bajado, los precios de productos clave como la gasolina, los juguetes y los repuestos de autos aumentaron el mes pasado, antes incluso de que entren en vigor nuevos aranceles anunciados por la administración Trump.
Los economistas advierten que el gasto sólido de los consumidores, el crecimiento del empleo y la baja tasa de desempleo podrían reactivar las presiones inflacionarias en los próximos meses.
“La desinflación podría haber terminado, y podríamos estar frente a un nuevo ciclo de inflación más persistente”, advirtió Joseph Brusuelas, economista jefe de RSM.
El propio Trump había prometido “desinflar” la economía durante su campaña de 2024.
Sin embargo, sus medidas actuales —como la imposición de aranceles del 10% a productos chinos y la eliminación de exenciones sobre el acero y aluminio— podrían tener el efecto contrario, aumentando los costos de importación y alimentando nuevas subidas de precios.
Además, la Casa Blanca ha propuesto igualar los aranceles estadounidenses a los impuestos de importación de otros países, lo que podría desencadenar represalias comerciales y más distorsiones en los precios de bienes básicos.
“Las tarifas de Trump están empezando a preocupar a los mercados. La gente ve estos aumentos como una fuente de presión inflacionaria, no de alivio”, señaló un informe de la consultora financiera Moody’s.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, rechazó los llamados de Trump a bajar las tasas, reafirmando que el objetivo sigue siendo llevar la inflación al 2% a largo plazo.
“Si la inflación sube, usaremos nuestras herramientas —como las tasas de interés— para devolverla a un nivel sostenible”, dijo Powell en una audiencia del Congreso.
El conflicto entre la Casa Blanca y la Reserva Federal ha reavivado los temores sobre una posible politización de la política monetaria, mientras la economía estadounidense enfrenta nuevas incertidumbres internas y globales.
Aunque ya no está en la Casa Blanca, el expresidente Joe Biden sigue siendo blanco de críticas por parte del equipo de Trump.
La portavoz presidencial Karoline Leavitt culpó a la anterior administración por el “desorden económico” actual.
Sin embargo, no menciona que muchos de los bajos precios que ahora celebra Trump responden a medidas como la reversión de los bajos precio a los medicamentos implantados por la administración Biden: tras la posterior subida de los mismos el mandatario anunció esta semana que reducirá -nuevamente- el precio de los medicamentos con receta y otros productos farmacéuticos.
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