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La medianoche del lunes marcó el límite impuesto a los residentes restantes del parque de casas móviles Li’l Abner, en Sweetwater, donde cientos de familias continúan resistiéndose a ser desalojadas pese al inminente avance de las excavadoras.
El terreno, que alguna vez albergó a más de 5,000 personas, será transformado en un nuevo desarrollo de viviendas para trabajadores.
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La construcción ya comenzó en varias áreas del parque y numerosos lotes han sido despojados de sus unidades, pero unas 220 familias (alrededor de 1,000 personas) aún viven allí, aferradas a la esperanza de que la justicia les dé la razón.
Desde noviembre del 2024, cuando se emitieron los primeros avisos de desalojo, las protestas no han cesado, pero los trabajos de demolición avanzan.
“No fue correcto el modo en que trataron de sacarnos de aquí”, afirma Martha Torres a Local 10. Ella es una de las residentes que permanece en el parque junto a su familia.
Torres forma parte de una demanda colectiva que busca detener los desalojos y exigir responsabilidades a los propietarios. “Estamos pagando. Esto no es gratis”, asegura, mientras muestra recibos de alquiler y denuncia erupciones cutáneas y problemas de salud que atribuye al deterioro ambiental de la zona.
Inspecciones del condado detectaron asbesto en al menos cuatro casas demolidas, aunque los dueños del terreno niegan que existan condiciones peligrosas. A pesar de ello, muchos residentes, entre ellos adultos mayores y personas con discapacidades, se niegan a abandonar lo que consideran su único hogar.
El proceso incluyó incentivos económicos para quienes aceptaran irse. Les propusieron $14,000 hasta enero, $7,000 hasta marzo y $3,000 hasta abril. Sin embargo, quienes no hubieran salido antes del 19 de mayo ya no recibirán ninguna compensación.
“Nunca pensé que viviría así, con miedo, en un lugar donde uno creyó que estaría para siempre”, dijo entre lágrimas una vecina que lleva décadas viviendo en el parque.
El destino de estas familias podría definirse no por las máquinas de demolición, sino en los tribunales. Su abogado lo resume así: “Mantenga la fe. Esto es un país de derechos”.
Zona codiciada en Miami-Dade: ¿Desarrollo o desplazamiento?
El parque de casas móviles Li’l Abner se ubica en una de las zonas más apetecidas de Miami-Dade, a pocos minutos de universidades como la FIU y Miami Dade College, así como de centros comerciales, servicios de salud y rutas de tránsito clave.
Esta localización estratégica lo convierte en un imán para desarrolladores e inversionistas, en un contexto donde el acceso a la vivienda asequible es cada vez más limitado en el sur de Florida.
Los planes para la zona incluyen la construcción de viviendas para trabajadores, un centro comunitario, servicios médicos y un parque público. Sin embargo, el atractivo del terreno contrasta con la dura realidad de las familias que lo habitan.
Para muchas de las 900 familias afectadas, la compensación ofrecida por abandonar sus hogares resulta insuficiente para encontrar una alternativa en el competitivo mercado de alquileres de Miami.
Mientras los desarrolladores proyectan beneficios a largo plazo, los residentes viven una angustia inmediata. El desalojo no solo implica la pérdida de sus casas, sino también de una comunidad establecida por décadas, en un entorno cada vez más hostil para los ciudadanos de menores ingresos.
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