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La ciudad de Matanzas arrastra con 91 salideros identificados, algunos graves, mientras la Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado (EPAA) se declara atada de manos para repararlos, en parte por la prioridad que se le otorga a la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras, que ha triplicado su consumo y no puede dejar de recibir suministro.
Aunque las causas son múltiples, el diagnóstico técnico deja un panorama crítico: las estaciones de bombeo colapsan por “disparos” eléctricos ante bajones, averías o tormentas. Con equipos pensados para funcionar de forma estable, la inestabilidad energética ha acelerado las roturas, agravando una situación ya crítica, reconoció el periódico oficial Girón.
Al respecto puntualizó precisó que un minuto de detención de los equipos puede generar entre 40 minutos y una hora sin bombeo. La Empresa enfrenta fallas en sus grupos electrógenos, lo que reduce su capacidad de respuesta ante estas contingencias.
Según Guillermo Cué Lugo, director de la EPAA, la ciudad opera con cuatro sistemas de bombeo principales, “cuyo servicio eléctrico está siendo protegido las 24 horas”, los que a su vez se conectan con otros cuatro sistemas de rebombeo, pero “solo dos no se apagan, el del Naranjal y el de Versalles”.
La dependencia de una red deteriorada y sin mantenimiento real se cruza con un problema estructural: la imposibilidad de intervenir en los salideros que conectan con la CTE Antonio Guiteras, la mayor del país, y “en las conexiones hacia ella no se puede trabajar por el momento, debido a que sería imposible detener el servicio de agua hacia la Zona Industrial”.
Y aunque la termoeléctrica ha multiplicado por tres su consumo de agua, “lo que, indudablemente, genera un gasto extra”, según Cué Lugo, “este aumento no es significativo si se compara con el agua que se deja de bombear producto de los “disparos”.
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La respuesta oficial ha sido activar el reparto por pipas, pero el alcance es limitado. La cantidad de familias beneficiadas es insignificante y, peor aún, ha alimentado la especulación. Ciudadanos denuncian pagos de hasta 5,000 pesos por una pipa de agua, más de dos salarios mínimos, en un contexto donde muchas personas no pueden costear ni lo básico.
La desesperación lleva a buscar agua donde sea. Cada vez más “los matanceros se están exponiendo a fuentes de agua no verificadas por las autoridades de Salud, lo cual puede generar una crisis sanitaria”, reconoció el medio de prensa.
La frustración ciudadana se agrava aún más por la falta de comunicación, pues la EPAA no mantiene canales eficientes de contacto con los usuarios, ni en redes sociales ni mediante vías institucionales.
Girón anunció que prepara un amplio reportaje para analizar las causas del fenómeno, identificar sus efectos y vulnerabilidades, y plantear posibles soluciones al respecto.
Un reciente fotorreportaje del periódico retrató la odisea para conseguir agua en la provincia occidental: largas filas para llenar envases, extensas cuadras que caminar cargando garrafones y un poco de agua acumulada donde se pueda son los temas que recorren las imágenes.
Algunas de las escenas retratadas mostraron a ancianos cargando galones con agua, botellas y tanques vacíos y hasta personas bañándose en medio de la calle, aprovechando un salidero. "En Matanzas, el acceso al agua se ha vuelto una competencia diaria, un acto de resistencia silenciosa", reconoció la fuente.
Semanas antes reconoció asimismo que instituciones y empresas que son grandes consumidoras de agua constituyen una de las razones del desbalance en el suministro de agua en la ciudad, entre ellas la CTE Antonio Guiteras.
La provincia de Matanzas enfrenta una de sus peores crisis de abastecimiento de agua en años, con equipos de bombeo fuera de servicio, redes hidráulicas colapsadas, apagones constantes y una infraestructura al límite pese a ser, irónicamente, un territorio con abundantes reservas de agua subterránea.
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