La crisis energética que sacude a Cuba se prolonga sin tregua y sin perspectiva de mejora. Este lunes 23 de junio, la Unión Eléctrica (UNE) informó que durante la víspera el país volvió a sufrir afectaciones durante las 24 horas, extendidas también durante la madrugada de hoy.
Acorde al parte oficial en redes sociales de la empresa estatal que dirige Alfredo López Valdés, la máxima afectación registrada el domingo fue de 1,650 MW, a las 21:50 horas, coincidiendo con el pico de demanda nocturna.

Pese a las reiteradas promesas oficiales de estabilización del servicio, los datos siguen evidenciando una situación crónica y estructural: falta de generación térmica, obsolescencia tecnológica, déficit de combustible y una incapacidad manifiesta de la infraestructura para sostener la demanda mínima del país.
Panorama crítico y sin alivio
En su parte, la UNE reportó que a las 7:00 a.m. de este lunes la disponibilidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) era de 1,750 MW, frente a una demanda de 3,000 MW, lo que provocó un déficit de 1,297 MW en las primeras horas del día.
Para el mediodía se estima una afectación de 1,250 MW, y en el horario pico nocturno, con una demanda estimada de 3,550 MW, el déficit se incrementaría hasta 1,700 MW, con una afectación prevista de 1,770 MW.
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En este escenario, las autoridades confían en la posible entrada de la unidad 6 de la CTE Mariel, con apenas 100 MW, una cifra insuficiente para alterar el pronóstico general. Mientras tanto, las unidades 6 y 8 de Mariel y la unidad 2 de Felton siguen fuera por averías, y otras tres (Santa Cruz, Cienfuegos y Renté) continúan en mantenimiento.
Además, 96 centrales de generación distribuida permanecen fuera de servicio por falta de combustible, sumando 738 MW, a los que se añaden 79 MW más por falta de aceite. En total, 817 MW están inutilizados en ese segmento.
Sol y apagones: La paradoja cubana
Aunque los 16 parques solares fotovoltaicos instalados recientemente aportaron ayer 1,803 MWh y alcanzaron un pico de 402 MW de potencia, su aporte sigue siendo marginal frente a un SEN que se desangra diariamente.
Con temperaturas en ascenso y el verano en pleno apogeo, la realidad de los cubanos se resume en calor, oscuridad, mosquitos y desesperanza. Cada jornada suma entre 12 y 24 horas sin electricidad, con breves “alumbrones” que no alcanzan ni para conservar alimentos o descansar.
Un ciclo de deterioro
Los partes diarios de la UNE se repiten con exactitud milimétrica: salidas imprevistas, mantenimientos prolongados, déficit creciente y ninguna unidad nueva que estabilice el sistema.
Este lunes es el tercer día consecutivo en que se reportan afectaciones superiores a los 1,700 MW en horario pico, rozando cifras de récord como los 1,880 MW del sábado, la segunda mayor afectación en la historia eléctrica del país.
Para los ciudadanos, la situación es insostenible. Las redes sociales, tanto en publicaciones oficiales como en espacios independientes, reflejan el hartazgo: denuncias de cortes de más de 24 horas, desigualdades entre provincias y circuitos, y un sistema de información oficial desacreditado y repetitivo.
“La UNE recita un rosario de excusas, pero el país sigue apagado”, escribe una usuaria. Otro comenta: “¿Hasta cuándo vamos a sobrevivir sin vivir?”. Las familias cubanas ya no esperan mejoras, solo intentan sobrevivir un día más.
El sistema eléctrico cubano atraviesa una crisis sin parangón en décadas. Lejos de estabilizarse, las afectaciones se cronifican, y cada parte oficial parece una confirmación del colapso inminente que ya muchos ciudadanos afirman estar viviendo.
Mientras tanto, el pueblo sigue pagando las consecuencias de una política energética ineficaz, obsoleta y carente de transparencia.
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